martes, 30 de marzo de 2010

29º paso en el búnker




Sigo observando al banquero rojo. Es difusa la línea que separa la buena información de la información privilegiada. Casi tanto como el que duerme con una pierna en el sector privado y la otra enredando en el despacho público. Así los negocios son más sencillos. El banquero rojo actúa como un depredador. Sabe que muchas piezas van a caer porque tiene datos de su inviabilidad. Habrá carnaza para llenar su despensa. Así piensa que será porque en otras crisis así ha sido. Pero qué ocurrirá si esta crisis que está a punto de cristalizar no es una crisis como las demás. Qué ocurrirá si estamos ante una crisis de ecosistema y sus piezas están podridas con el peligro de corromperle el estómago insaciable. Ofrece depósitos al 4% para captar a los ahorradores que espera huyan de la quema de entidades pequeñas. El depredador no es un patriota, y por eso se echa la bandera al hombro, para disimular.

2 comentarios:

Interruptor dijo...

Me extrañaría que con los añitos que lleva zampando el tiburón este, fuese a comerse ahora algo podrido. Creo que el depredador tiene demasiada experiencia como para que su estómago insaciable le juegue una mala pasada. De cualquier modo, el depredador está tranquilo. Aunque alguna presa pueda estar podrida e indigestarse, no será nada que no se cure con un comprimido de pasta pública, que si la casa del depredador quiebra es sinónimo de quiebra del Estado, así que el médico público, si llega a necesitarlo, le dará el comprimido incluso antes de que lo pida. Eso si es que no le está dando ya antiácidos que no conocemos y por eso sus cuentas siguen siendo mejores que las del resto a pesar de lo que está cayendo. Así que él a comer y a hacer una buena digestión, que es lo suyo.

pcbcarp dijo...

Rojo es por lo de Ferrari, ¿no? Me temo que la crisis es como las demás, sólo que más perfeccionada (la han organizado ellos directamente) así que yo también dudo que se atragante. Recuerde Vd. que un poquitín antes de explotar la burbuja inmobiliaria, el Santander se deshizo a buen precio de la práctica totalidad de sus activos inmobiliarios. Debería haber sido un aviso a navegantes, pero los navegantes estaban en otra cosa.