miércoles, 12 de mayo de 2010

60º paso en el búnker




Me cuesta mucho hablar en serio. A ver si me sale.

Algunas figuras de instituciones europeas y españolas afirman que las medidas del ministro de deportes metido a presidente, van en la buena dirección. Con eso dan a entender que hace falta mucho, pero mucho más. Opino que sí, que habrá más recortes, además de brutales subidas de impuestos directos e indirectos, pero ni así lograrán nada. Y es que entienden la economía como una cuadrilla de chapuzas tapando huecos, poniendo parches, sellando goteras. En la economía no hay compartimentos estancos, todo está relacionado y las medidas que tomas en un sector productivo o de la población, afecta a otros de forma inmediata. En mi opinión la economía española (no sólo) hace tiempo que rebasó el punto de no retorno. De tal forma que estamos ante una crisis de sistema que es necesario purgar hasta sus entrañas. Seguro que el banquero rojo no está de acuerdo conmigo. Qué es purgar: sacar a la luz los balances reales de los bancos, dejar quebrar a las inmobiliarias que se mantienen artificialmente, a las constructoras, dejar que bajen los precios de la vivienda hasta niveles donde el mercado pueda actuar sin estar intervenido. Purgar es dejar de refinanciar deudas hasta el infinito pudriendo el sistema. Purgar es que el banco central europeo no compre bonos basura. Purgar es reconocer que todos seremos al menos un 40% más pobres. Nuestra economía ha basado su crecimiento en el dúo crédito-consumo. Y éste se ha agotado por endeudamiento excesivo, tanto en el ámbito privado (familias y empresas) como público (estado, comunidades, ayuntamientos). Veamos lo que toca ahora. Parece que meterle mano un poco al público. Si bajamos el sueldo a los funcionarios o directamente prescindimos del 50% de ellos y congelamos las pensiones, incluso las bajamos, es cierto que conseguiremos al principio un recorte del gasto público. Pero, ¿qué harán esas personas afectadas por el recorte en sus nóminas y pensiones? Tienen dos opciones: o endeudarse más para mantener su ritmo de vida actual, o rebajar su nivel de vida reduciendo gastos. Cojamos la segunda opción, la del ahorro, la de apretarse el cinturón, por ser más viable. Automáticamente estaremos ante un escenario de menos consumo, y eso implica que las empresas venderán menos, producirán menos, echarán gente, y cotizarán menos a las arcas del Estado que había reducido el gasto pero ve cómo se reducen los ingresos al final del trayecto. La deuda permanecerá porque si se reduce la deuda pública, aumenta la privada como ya se habló en el paso 55 del búnker. Hemos pasado el rubicón. Sin dolor no habrá futuro, ya se pueden ir olvidando.

1 comentario:

Interruptor dijo...

Yo no estoy tan convencido como tú de que hayamos pasado el punto de no retorno, aunque a veces no sé si soy demasiado optimista o quiero serlo por no deprimirme.

De cualquier modo, lo que sí tengo claro es que los recortes de gasto son muy bonitos, pero no suficientes. Si una hucha la vaciamos un poquito más despacio pero no metemos dinero dentro, se vaciará igualmente aunque tarde dos días más.

Por un lado hay que eliminar gastos inútiles, sí, pero el mayor gasto inútil que sufrimos los contribuyentes españoles es el estado de la autonomías; el coste de mantener 17 réplicas de la estructura del estado es más de lo que nuestros bolsillos pueden soportar. El problema es que nadie, absolutamente nadie, dentro de la política española tiene narices para eso.

Pero eso no es lo más importante. Por mucho que dejemos de vaciar la hucha, hay que llenarla, es decir que tenemos que reactivar la economía, y subiendo los impuestos eso no se consigue. Y esta es precisamente la parte más importante y a la que no se le está haciendo ni puñetero caso. Podríamos mantener un ritmo de gasto más o menos elevado si la maquinaria funciona de hacer pasta, pero si no funciona, ni siquiera está engrasada, no se puede hacer absolutamente nada.