viernes, 20 de mayo de 2011

145º paso en el búnker



Viendo el otro día la intervención de Ana Iríbar, la viuda de Gregorio Ordóñez, en la que mostraba una papeleta electoral encabezada por su marido asesinado, pensé en el movimiento 15M y en su futuro (y en el nuestro). Intentaré explicarlo: repasé mentalmente todas las manifestaciones en las que he estado desde que tengo uso de razón, hace más de 25 años. Han sido numerosísimas. A algunas de ellas asistíamos unas decenas de personas dependiendo del pueblo o la universidad, a otras unos cientos o miles si se hacía en cualquiera de las tres capitales vascas, y ha habido varias de asistencia millonaria convocadas en Madrid. Fueron organizadas por gente indignada (la indignación en algunos tarda más que en otros en fructificar) o bien por movimientos cívicos perfectamente estructurados y con contenido intelectual y social como Basta Ya o Foro de Ermua, y también por las propias víctimas a través de la AVT que fueron construyendo un discurso no sólo de penas y lágrimas, sino de planteamientos de gran calado. Bien, el caso es que la lucha prolongada en el tiempo por algo tan simple como impedir que desde los gobiernos “democráticos” se negocie con los terroristas, o que no se avale ninguno de sus planteamientos ideológicos, ni se caiga en la tentación de llegar a un final pactado con los que te dan por el culo, ha fracasado estrepitosamente. El simple hecho de luchar por la libertad de opinión y de acción, por la ciudadanía española, por las reglas de juego claras, por la no manipulación de las voluntades, por evitar la mayor corrupción de nuestro sistema político que son los nacionalismos materializados en comunidades autónomas y con poder de decisión en el parlamento español, ha fracasado estrepitosamente. El simple hecho de reconocer que no hay futuro sin memoria, dignidad y justicia, ha fracasado estrepitosamente. A día de hoy, cualquiera de esos movimientos cívicos ha sido desactivado con una precisión quirúrgica. El Domingo, 22 de Mayo de 2011, yo al llegar al colegio electoral pasaré de largo y los terroristas y sus cuidadores del tesoro abertzale irán a votar en masa. El poder será suyo, el dinero será suyo, la legitimidad será suya, y a nosotros nos quedarán los años de lucha estéril en un país de cantamañanas. Ah, y el silencio, no vaya a ser que todavía nos den matarile.

Por eso pido a los que se unen de corazón y por convicción a ese movimiento de las plazas, que no se entusiasmen demasiado. No te preocupes, me dicen. En esas concentraciones hay gente de toda condición. Sí, lo sé. Sé que gente de todo tipo ha ido sumándose, pero también sé que el poder de montar y desmontar lo tienen sólo algunos de ellos.

Si aceptan un consejo, les diría que se centren en un par de objetivos, nada más, algo que puedan apoyar la totalidad de los asistentes a la protesta. Por ejemplo: el cambio de la ley electoral y listas abiertas. Intentar abarcar muchos temas no lleva a ninguna parte. El eslogan de lo queremos todo y lo queremos ya es una estupidez. Hacer Propuestas económicas sin saber multiplicar ni dividir queda raro. Como dice un amigo mío, son una cara bonita con un cuerpo espectacular, pero cada vez que abren la boca la cagan. Así que lo mejor sería atenerse a un par de puntos claros y vitales para mejorar la democracia de este país. No abandonar la protesta hasta que el parlamento se reúna a tratar estos temas y así obligar a los partidos a retratarse. El lunes sería un buen día para demostrar que van en serio.