jueves, 8 de marzo de 2012

171º paso en el búnker

El resplandor de santa rebota en el suelo y se adentra por su campo de Higgs, por su explicación de la vida a golpe de partos y abortos en una sucesión de éxitos y fracasos que vaya usted a saber. Sus caricias son bofetones del aire que ahuyentan las pestañas que tendían a posarse en las condecoraciones del militar empalmado y beodo, tan entregado a su masculinidad que olvida que ella trabaja con las caderas de aceite. El alcohol lo desnuda de alma para arriba, y ella sabe sacarle los colores al niño que se perdió bajo la gorra. Prostituta y militar hacen el amor y la guerra a partes iguales en una tosca interpretación de garaje emulando a Afrodita y Ares.

1 comentario:

Interruptor dijo...

Pero el militar hace el amor cuando la prostituta está haciendo la guerra, y a la viceinversa.