martes, 17 de abril de 2012

183º paso en el búnker



Los asesinos suelen dejar un remite en sus víctimas. Los investigadores se conocen los códigos postales. Por eso el crimen perfecto ha de estar impelido por el mero azar. El psicópata pasa la luna de miel cerca del cementerio acogiendo el abrazo de las viudas como si estuviera verificando la impecable depilación de sus sobacos. Solo los ilusos piensan que el criminal acabará por saciarse de sangre.

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