viernes, 28 de diciembre de 2012

213º paso en el búnker.


No entiendo a los escritores que se empeñan en destacar que el contenido de su libro nada tiene que ver con ellos, como si fueran capaces de crear partiendo de la Nada. Si el libro no tiene ninguna vinculación con su autor, no me interesa porque será falso e impostado de principio a fin. Quiero aclarar esto porque después de leer el poemario de Mercedes Parada Deu titulado "el amor y doce poemas rezagados" creo conocer un poco más a su autora. Sí, ella no se esconde entre las palabras. Al contrario, se muestra en su estilo elegante, en los giros de escritora incisiva, en su sinceridad en primera persona: "No tengo manos para expresar lo que quería...". Mercedes se muestra, quizá más de lo que haría en una conversación privada, porque eso es escribir; expresar mediante literatura lo que de otra forma no es posible o está fuera de lugar. Para eso queremos la ficción, o la poesía que busca joyas en los sótanos poco visitados. La autora en este recomendable libro entiende el amor junto al cuerpo, a través de él, desde él y hacia él. El cuerpo con sus funciones, con sus reglas. "Quiero deshojar mis muslos, rendirme y hacerme la muerta". "Salgo de mi boca y me meto en la tuya, pero este don no sirve para escribir".  Mercedes Parada Deu elabora un trayecto poético alrededor de los dibujos que ilustran el libro de mujeres que se estiran, se doblan, se adaptan al entorno con rostros hieráticos y algo inquietantes. Varias mujeres que son una. Y la autora forma parte de ellas con su constante alusión a la memoria, a los recuerdos, como si hubiera dejado atrás espacios sin completar por culpa de traslados abruptos y afectos inacabados.


"¡Hay tanta luz!", dice en uno de sus versos como sorprendiéndose del descubrimiento. Y es que este libro es luminoso. Con eso me quedaría, aunque quien quiera recibir impactos literarios, golpes al intelecto acomodaticio, los tendrá y de los que no se olvidan: "Somos hienas. Somos caras que comen caras, uñas sucias y sangre en el sobaco". Muchos son los ropajes con los que que se puede vestir un poemario como el que aquí tratamos. He escogido este discreto y elegante traje de chaqueta y pantalón, el que después de una segunda lectura, me apetece ensalzar. Es la obra de una escritora y dibujante con mirada fresca, con finura no carente de pegada que seduce y engancha según la vas leyendo y conociendo. Ha sido un placer.

Mercedes Para Deu, Taller de Creación. 

miércoles, 19 de diciembre de 2012

212º paso en el búnker.


Este sitio seguirá teniendo sentido el 22 de Diciembre, un día después del fin del mundo. Porque este búnker está travestido de ironía y literatura, de amigos que nunca mueren y de mochilas cuyo peso se traslada con gusto. La gente no tiene miedo al fin del mundo, acaso todo lo contrario, a que no se acabe. El miedo es a la incertidumbre de una vida corrosiva y basada en el desgaste de los individuos en pos de un objetivo difuso. Necesitamos certidumbres, fechas exactas para organizarnos la agenda. Si es necesario nos las inventamos y las ponemos de referencia. Eso anima, y da la verdadera dimensión de nuestra efervescencia limitada en el tiempo. Una vez pase el enésimo fin del mundo, empezaremos a buscar otra cifra que rodear con un círculo en el calendario, y mientras tanto detectaremos señales bajo las piedras, en la actividad del Sol y en el mal de ojo que nos ha echado una vecina de pupilas carbonizadas. Necesitamos que llegue el desenlace a esta historia repetitiva. El peligro siempre acechará obligándonos a fortalecer las paredes de este búnker travestido. 

Mientras lo que no conocemos llega y nos coge cagando, leamos a los amigos y releamos nuestros propios escritos por si hemos cambiado desde la última vez que pasamos por el escáner de la palabra.

Lecturas obligadas para después del fin del mundo:

"Hasta los cuervos picotean las cerezas" de Jose Manuel Prado Antúnez.

"Comandante Compañera" de Ignacio Tomás.

"Manzana de vaho" de Juan Manuel Uría Iriarte.



"Amplia victoria de los traseros"  y "Versos en el desierto" de Jorge M. Molinero.

"El árbol de Teneré" de Juan Planas Bennásar.

"Memorias de una prostituta" de Anne Smith.

"Punto de Fisión" de Davis Torres.

"Breve Historia de Napoleón" de Juan Granados.

"Reloj de Arena" de David Morán y Luis Amézaga.

"Los pasos inciertos" de Kepa Murua.

"La Mitad de los Cristales" de Adolfo Marchena y Luis Amézaga.

"Irlanda" (reedición) de Espido Freire.

Los atractivos libros de la editorial Sloper.