jueves, 28 de noviembre de 2013

238º paso en el búnker.


"La relación" está dividido en capítulos, pequeños ensayos que pueden leerse de forma individual, aunque sería aconsejable hincarle el diente a la pieza entera y por su orden porque mantiene un tono de esfuerzo que es muy aconsejable para los músculos. Parece que el autor guarda siempre un pensamiento sorpresa para la siguiente línea, un pensamiento que calla, o que te deja mudo, un pensamiento que te insta a seguir leyendo hasta que descubras la llave que abre todas las puertas. En este lado de la galaxia se escribe así. Por ejemplo, si ustedes discuten si en España la gente es en su mayoría o no de confesión católica, el autor le abofeteará afirmando que el catolicismo es España y lo explica. De Buñol al cielo.

            Con el libro "La relación" creo que he superado mi récord de lectura delante de la pantalla: más de setenta páginas de tirón. Y el resto en la siguiente tanda. Y es que cuando acababa de leer un párrafo o un capítulo en el que me había visto interpelado, en el que se me exigía reflexión y autocrítica, de manera masoquista buscaba más, como si la exigencia se quisiera superar a sí misma. Tengan cuidado, porque si dan de comer al espíritu, éste se vuelve insaciable. No hay frivolidad en este trabajo, ni una sola línea inconsistente. Hay una guerra cruenta y se desarrolla en el campo del lenguaje. Perded la guerra del lenguaje y os habréis perdido para siempre. Sí hay anécdota, que nace del conocimiento y la experiencia individual para subirse a la noria universal. No por casualidad uno de los capítulos está encabezado así: "Pensar localmente para influir globalmente". Pero sobre todo hay cavilación, preocupación y advertencia de un hombre comprometido con la inteligencia, que transmite la Cultura para desarmar a las modas y a las culturas de todo a cien, que escribe en voz alta sobre asuntos que no son desechables ni caducan. ¿Se puede disfrutar con un texto denso y exigente? No lo duden, se disfruta mucho más que con un texto insustancial. Pero si ustedes prefieren la felicidad de los que asumen unas opiniones allá por la juventud y no piensan cambiarlas aunque reviente el mundo por sus cuatro costados, aún están a tiempo de huir de este libro. Sus referencias históricas traídas a la orilla de la actualidad, pueden hacer que se les atragante la cerveza: " Es que en Roma había esclavos: sí; que acababan la jornada laboral a mediodía, y luego los había que desarrollaban sus artes: sea alfarero o zapatero, o tejedor o lo que fuera, y se emancipaban: también los había que se pasaban la tarde protestando contra la esclavitud en las tabernӕ, y claro, nunca se emancipaban..."

            "La relación" sabe a crónica: de un país, de una generación, de una cultura, de un futuro que ha de seleccionar lo que hemos ido dejando atrás por desidia, insensatez o estulticia. "Un presente continuo", eso es.

            Cada paso de este libro da para una conversación, para una discusión si hace falta, por qué no. Si ustedes quieren discrepar del autor, harán muy bien, sólo les pido que lo lean con atención y dediquen al menos la mitad de tiempo que él a reflexionar sobre las ideas bien armadas y datadas con las que se encuentren. Es lo menos.

            Para acabar mis primeras impresiones (da para mucho más), en el capítulo "mañana de carnaval", Ignacio Tomás opta por esta declaración que suscribo: " ...que España viva sin tanta ostentación ni apariencia ni estupidez, pero con más alegría."  "Orfeo debe rescatar a Eurídice y tocar su canción, porque si no cantas el sol probablemente no saldrá, y los españoles necesitamos volver a la alegría, salir de la oscuridad."

Ahora mismo, incitado por las muchas citas en el texto sobre el personaje, me voy a escuchar a Paco de Lucía.

A continuación podéis encontrar el enlace a esta magnífica lectura prenavideña que no caducará en Enero.


lunes, 11 de noviembre de 2013

237º paso en el búnker.


El último libro de David Morán, publicado por la Revista Groenlandia.

Ilustraciones de Felipe Solano.

Prólogo de Israel Álvarez.

Epílogo de Luis Amézaga.

Directora de todo el tinglado: Ana  Patricia Moya.

Aquí dejo una delicatessen del libro:

"Pese al esfuerzo dado a ciegas
seré el misil ante el cual sucumbió Goliat
más nunca, quizá,
el monarca de mi propia existencia".


Tres enlaces distintos para su lectura completa:

"La Guerra Ajena" de David Morán.

"La Guerra Ajena" de David Morán

"La Guerra Ajena" de David Morán

viernes, 8 de noviembre de 2013

236º paso en el búnker.


Deja que te despegue,
que nuestros protones y neutrones se comuniquen
a la manera en que interactúan las cosas pequeñas.

El amor, en su versión de renuncia, favorece la cohesión entre cuerpos impenetrables.

jueves, 17 de octubre de 2013

235º paso en el búnker.


Sombra exógena
Cara tapizada de duelo.
Le ven llegar y se les rompe la risa.
Quieren olvidar a sus muertos.
Quieren seguir jodiendo a los vivos.

El no pretende defraudar,
y como un aspersor de balas

deja el salón encharcado en sangre.

viernes, 13 de septiembre de 2013

234º paso en el búnker.


"Banda Sonora", mi aportación en la antología de cine "Bajo la alfombra roja".


Una paloma traspasó la lente de la cámara haciendo volar con su aleteo en blanco y negro las pestañas prematuramente canosas del niño prodigio que estaba a punto de descubrir el número de trancos del podenco andaluz por cada cien metros recorridos. Pero qué digo. Un contraplano, una mente maravillosa, y un guión siempre golpeando el cajón de mi mesilla. Estoy tirado en la cama, solo, con dos huecos en el colchón. Ella me dejó ayer, harta de que cuente siempre historias que no vivo, ni dejo vivir. Estoy sudando, y mi buscona imaginación se va al Gainsbourg actor, director y provocador, que fue un héroe por tirarse a una tal Brigitte Bardot. Miento, eso sólo es anécdota. Me distrae lo accesorio porque en la pantalla es asunto no despreciable. Me pitan los oídos. La música de la banda sonora sale de una respiración con el pecho de madera y el corazón astillado. El amor sale del celuloide y en ocasiones vuelve a él. Pero en la vida real no hay finales hasta el final.


viernes, 6 de septiembre de 2013

233º paso en el búnker

El Sablista en la revista Agitadoras.

El sablista carece de fuente propia de energía, por eso se rodea de personas a las que succiona y desecha. No tiene amigos, sólo estaciones de servicio. Nunca nadie te abrazará con tanto entusiasmo ni te olvidará con tanta facilidad. Este sablista en concreto, ha conseguido sacarles dinero a morosos y truhanes de acreditada trayectoria sin despeinarse, ha vendido a sus más allegados con un gesto afable, y es capaz de mentir con la soltura de un político profesional. Sentados a la mesa de un bar renegrido a punto de cerrar, me rastrea con el cuerpo ladeado, la mirada resabiada, en la esperanza de sacarme algo y que parezca que me está dando. Nos conocemos desde la caótica adolescencia, sabe que le aprecio porque forma parte de mi álbum de fotos, pero que me dejaría cortar un brazo antes de meter la mano en el bolsillo para prestarle dinero. Aun así, tiene la tentación de hacer un juego de malabares verbales con el que mantenerse en forma. Miro hacia la puerta del local bostezando ampliamente, seguro de que captará el mensaje. A mí me aburre, se lo he visto hacer muchas veces: trucos en los que usa la tragicomedia dialéctica, con aspavientos trufados de historias rocambolescas. Por eso se levanta, me da una palmada y se despide. Se va en busca de alguien menos trillado antes de que la noche se consuma sin extraerle tajada. Pienso que acabará pidiéndome una transfusión de sangre para alguna operación futura, algo a lo que no me pueda negar. El caso es que no me escape sin darle mi parte, la que él considera por ley que todos debemos entregarle. Sonrío mientras me palpo las venas. Me dan el último aviso desde la barra. Me acerco a pagar las copas. El camarero me informa que mi amigo ha cogido además un par de sándwiches antes de irse. - Mi amigo - repito en voz baja, y pago sin protestar.


jueves, 5 de septiembre de 2013

232º paso en el búnker.


Que sí, que vale, que el Camino puede hacerse en lancha motora o en ala delta. Pero el peregrino va a pie, y fin de la discusión.

lunes, 26 de agosto de 2013

231º paso en el búnker.


Puerta de la Iglesia de La Asunción, en Cañas, La Rioja. Frente a la Abadía Cisterciense. Por aquí estoy perdido buscando el Santo Grial.


Es difícil que me marche, pero cuando lo hago, es difícil que vuelva.

                   Mientras tanto...

Transformar los sonidos en sabores para comerme esa maldita sinfonía que retumba en el muro que me une a un vecino más sordo que melómano,  provoca en mí una mala digestión y evacuación diarreica. Uno puede llegar a odiar hasta la belleza si se la imponen. Pero la calle no es salida, son tiempos de fiestas patronales y quien no golpea un tambor no siente el terruño en la sístole del corazón. Luego del jolgorio popular volverán los del martillo pilón, las grúas y las zanjas para mejorar nuestra calidad de vida con una red de hilos tramando algo bajo nuestros pies. No doy con la sintonía del móvil que se amolde a mi sensibilidad actual respecto a los sonidos. Todas están pensadas para desestabilizar provocando trastorno bipolar. El claxon de los coches se prueban a sí mismos que son símbolos viriles. No hay medida de tiempo más corta que aquella que va de un semáforo puesto en verde a un tonto al volante pitándote en el culo. Entras al cine y parece que un virus salvaje es inoculado a través del aire acondicionado provocando toses espasmódicas en los espectadores. Sales del cine y la gente necesita tiempo para adecuar la inflexión de su voz, que viene del reciente silencio de penumbra. La estridencia es un arma de destrucción invasiva. Probablemente por ello no muchos hayan podido ver hasta el final la película del gran silencio. Los monjes en su vida cotidiana deslizan sonidos que sólo ellos saben interpretar. Te sugestionan con sus movimientos rituales, con sus señales de hábito, y te invitan a una última cena sin brindis. Si no fuera porque del monasterio también se puede salir, haría los votos con los oídos tapados. La pobreza, teniendo para comer, vestir y dónde dormir, es al menos clase media. La castidad voluntaria siempre será mejor que la obligada. La obediencia hacia quien debe obediencia tampoco puede ser peor que tragar con los despotismos de un jefe de sección de estupidez contrastada. Y a cambio te ofrecen silencio, que aunque ellos lo llamen oración, no deja de ser un artículo difícil de conseguir incluso en la cumbre del Everest. 


lunes, 1 de julio de 2013

230º paso en el búnker.


Una colisión en cadena en la carretera comarcal. El campo de tulipanes se encharca en sangre. La lluvia no pudo diluir el rojo. Las piernas amputadas desean ser útiles como bates de béisbol, ver carreras de cerca mientras las dejan caer sobre la tierra en busca de la siguiente base. Al final de un accidente te espera una silla de ruedas para sacarte a pasear desde la altura de un niño, pero se te empina como a un caballo y nadie quiere montarte. Después del trabajo delante de una pantalla de ordenador, donde estar sentado es una ventaja, el parapléjico acude al centro de rehabilitación a realizar sus ejercicios fisioterapéuticos. Le han hablado de los juegos paralímpicos, pero ya tiene su agenda saturada de chorradas. Está harto de escuchar cómo los mancos anhelan jugar al tenis, o los cojos ser delanteros del Madrid. Está cansado de gente que no acepta su condición de paralítico e iza la bandera de la superación. ¿Superarse es rascarse el pie que no tienes? En su opinión ya es hora de que algunos dejen de comprar zapatillas de marca con las que lograr mayor suspensión en los saltos de pértiga. Ya es hora de no hacer más el memo y empezar a hacer bien lo que bien puedes hacer. Bastante difícil le resulta engrasar su propia silla de ruedas para dedicarse a experimentos de astronauta. Ha oído hablar de un asunto turbador al que los especialistas ponen este título: trastorno de identidad de la integridad corporal. Ha consultado sobre el asunto en Internet, son gente que quieren amputarse miembros para quedar postrados en una silla de ruedas, alcanzando con ello la realización personal. Wannabe de la ortopedia. En ese momento llaman al timbre de la puerta, y él, movido por pretéritos impulsos, se desploma en el intento de levantarse a abrir. Llora en el suelo tragándose el dolor  de verse así en los malditos espejos.

jueves, 20 de junio de 2013

229º paso en el búnker.

POEMA 16 del libro "Poemas Fundidos"

Évariste Galois y su grito: recordadme,
 ya que el destino no me ha dado vida bastante.
Desde allí somos una teoría de grupos,
somos el resplandor de lo que nunca fuimos.
Gritad en las calles que el destierro no
nos galvaniza, que todo nos ha sido dado
en drenajes que nos vacían de empuje.
Solos ante el delirio de una pistola
que se encasquilla ante su epitafio.
Sombras errantes que avanzan anunciando
su fe, buscando la vida y la resurrección,
antes de la nieve perpetua,
de la teoría de cuerdas elegantes,
soga como nudo de corbata
ahogando las palabras del infierno deshabitado.
Dejadme que mire mis propios temblores,
que deshaga la mística de esta recompensa
que me lleva hacia otros parajes de aluminio.
Dejad que suspire fados con sabor a plátano,
que lea biografías de personalidades extintas
que me recuerden el compás del sinsentido.
Para dar razón a este destino ofuscado que
se agota, dejadme junto a la farola a solas
con la nomenclatura de mis músculos.
La certidumbre del duelo carece de excepciones,
la vida bastante es la que dura
más que su inquilino.



lunes, 17 de junio de 2013

228º paso en el búnker.


"Dos lenguajes por Luis Amézaga, es un relato que «profana» las ideas asumidas" . (Pedro Martínez)

La ilustración que encabeza el texto es una fotografía del director de la revista, Pedro M. Martínez.


La necesidad del otro en ocasiones puede llevarnos al sonrojo.

Mitad perro salvaje, mitad mujer asilvestrada. La cabeza se vuelve para morder los genitales...

"Dos Lenguajes" en la revista Almiar-Margen Cero.

miércoles, 5 de junio de 2013

227º paso en el búnker.


Hoy se agrietan las manos que te cerrarán los ojos. No salpiques al morir. La posteridad no es para tanto. Decidiste no cuidar tu cuerpo porque te parecía una posesión poco valiosa. Ahora lo echarás de menos. Te permitía ser un peso pesado y jugar con tu personaje. Mirabas su cara repleta de intencionados pliegues, sus andares imprecisos, sus aprensiones difusas, sus adjetivos demoledores. Pero el que mira no es lo que ve. Y no conseguiste identificarte con él o asimilarlo como propio. Su luz resultaba mortecina para tu gusto, y consideraste que no merecía la pena dejarlo escrito. Sin narración de los hechos, no hay hechos, solo fugaces entrecomillados. Solo niebla, que son nubes rasantes zancadilleando a los transeúntes. Solo silencio embalsamado, incapaz de como dicen pomposamente ahora, articular un relato. Pero tu cuerpo no era ciego y tuviste que obligarlo a la oscuridad diciéndole que polvo es y en polvo se convertiría, para en las estanterías de una casa desahuciada reaparecer. Tu cuerpo se codeaba con criaturas que decían vivir una crisis de deuda. ¡Señor, perdónanos nuestras deudas así como nosotros intentaremos cobrar a nuestros deudores!


Las hormigas no saben que soy su dios y que de un pisotón puedo acabar con sus afanes. ¿Sabes hacer el amor? ¿Y deshacerlo? Para ti una buena muerte es no echar de menos lo que dejaste atrás, anhelar lo que te espera y reconoces, compadecer a los que lloran sin saber el motivo, hacer un corte de mangas al dolor de las células, desenmascarar los sueños, alumbrar el entendimiento y no necesitar contarlo. Dejar de escribir. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

226º paso en el búnker.


La tormenta se disuelve como una onza de chocolate en la boca, deja lenguas de barro y la tarde ceñuda y rabiosa. Acaba por desvanecerse con una cínica sonrisa blanca en la cara, no dejando rastro de los sollozos que la crispaban. La ciudad suena otra vez a sí misma, con agujetas en todos sus músculos, asustada ante la virulencia irracional que la amedrenta y nos hace agachar la cabeza pegados a paredes y fachadas en busca de protección, como si fueran la caja torácica de un amuleto infalible.


jueves, 16 de mayo de 2013

225º paso en el búnker.


Desde mi observatorio bunkerizado.

Qué les hace pensar que es mejor para la especie humana la permanencia indefinida de los mismos individuos en lo que denominan inmortalidad o vida eterna, respecto al método con el que funcionamos ahora de continuo relevo de individuos en el cíclico proceso de vida y muerte.


¿Están pensando en lo más beneficioso para la Humanidad como especie o en el subjetivo interés de un grupo más o menos numeroso de individuos?


Cada generación vive tensionada entre el brazo que se alarga hacia la esperanza del futuro, y la nostalgia de una mirada dirigida hacia un más simple pasado.


Se incide mucho en el ignorante que se escandaliza con facilidad ante los nuevos retos de lo desconocido. Pero poco ante ese tipo de ignorante cada vez más habitual que aplaude de forma entusiasta cualquier cosa que no entiende.


En el siglo XIX nosotros éramos los no vivos. En el siglo XXII, los siete mil millones de personas que hoy habitamos el planeta, estaremos todos muertos. Eso no quita pujanza a la especie, la renueva.


El conocimiento conlleva responsabilidad y obligaciones.


Si le das perlas a un cerdo es porque esperas que el cerdo cambie su naturaleza, o porque ya no le otorgas a las perlas el valor que tenían. En cualquier caso el cerdo no tiene culpa de tu ficción elevada a ciencia.


El hecho de que hayamos inventado (y guardado dispuestos a usarlas en algún momento) armas suficientes para autodestruirnos, me hace pensar que se trata de un sistema de seguridad contra nosotros mismos y nuestro afán de perdurar por encima de otros criterios generales.




martes, 7 de mayo de 2013

223º paso en el búnker.



Mover las cosas de sitio. Movernos tras las cosas. Mudanzas. Vaciar los teatros que fueron escenario de actuaciones irregulares. Llenar otros nuevos con una presencia que no deja de ser la misma, aunque quizá consigamos engañar a los ojos que la miran. Cambiar la pintura del techo, jugar con los espacios, trasladarnos por el mapamundi en busca de una casilla que lleve nuestro nombre inscrito. A veces se logra  la resignación, el cansancio que viste siempre con pijama a rayas, y escucha la radio por las noches. Los trotamundos prefieren tener todas las fichas en la mano antes de elegir jugada, generalmente cuando ya es demasiado tarde para ganar. Los sedentarios apuestan antes de saber las posibilidades del juego. Luego les llega la nostalgia de lo que desconocen, de lo que pudo ser. Estar callado muchas veces es una obligación. Arrastrar cajas es un castigo del pasado. Enfrentarte a una nueva pared. Mientras. Durante. Nadie se mueve a la velocidad de la vida. En el ritmo está el secreto, en saber desplazarse y en estarse quieto.

viernes, 12 de abril de 2013

222º paso en el búnker.



En este número 89:

 Ramón Palomar, entrevista.

/ 09   Javier Blanco Urgoiti

/ 16   José Miguel Vilar-Bou

/ 17   Marc Bou

/ 18   Juan-Claudio Sanz

/ 21   Victoria Pelayo

/ 24   Octavio Cortés

/ 26   Manuel Moreno Bellosillo

/ 31   Jesús Torné

/ 36   Carlos Meneses

/ 37   Alfonso Vila

/ 41   Anna Lisa Marí

/ 44   Letizia Rodríguez Melián

/ 49   Luis Amézaga

/ 51   Ángel Pascual Rodrigo

/ 53   Marcela Noriega

/ 55   Joseph Wilson

/ 57   Andrés Isern Cirerol

/ 60   Jorge Ortiz Robla

/ 61   Álvaro Martí

/ 69   Julio Lebrato

/ 72   Críticas: escriben Carlos Gámez, Pablo Miravet, Diego Prado, Álvaro Muñoz Robledano y Marina P. de Cabo, sobre: Henri Béraud, Lu Xun, Dan Fante, Barbara Comyns.

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Mi aportación en esta Bolsa de Pipas es el relato: La Pareja Perfecta. Aquí va un extracto:

"...Ambos gozan de llevar sus cuerpos a límites no convencionales. En el más allá del sexo se encontraron, se reconocieron, y desde entonces no hay amantes más abnegados en el dolor. Ella muerde sus nalgas hasta el coágulo. El le tira de la melena arrastrándola por el pasillo. Suelen participar en tertulias sobre la nueva poética que se avecina dejándonos sin versos ni temas tabú. Descubrieron Canadá en el viaje de novios, y les gusta repetir cada vez que tienen unas semanas libres. Ella le atrapa los testículos con pinzas de madera que acaba de tomar del tendedero. El suele comer espaguetis sobre su bajo vientre. Ella le llama gusano después darle un beso de despedida en el que él ha aprovechado para escupirle dentro de la boca. Tienen pensado adoptar una niña china..."

Román Piña presentando "la bolsa de pipas" en la tele con Sánchez Dragó, en su programa "Las Noches Blancas". 


 

martes, 2 de abril de 2013

221º paso en el búnker.



He acabado de leer "Manzana de vaho" de Juan Manuel Uría. He encontrado poesía reflexiva en primera persona, involucrándose por entero como fruto maduro que ya es. Su aliento transmite fuerza en el presente: "todo dura lo que dura el instante". Prosa poética, en ocasiones apenas una frase que dibuja un universo sugerido a breves pinceladas. Un escritor que de forma honesta duda y se replantea el hecho de escribir, crítico con el oficio: "Escribir es sustituir. Lo sabes". Y es que el silencio es el gran imán que atrae a cualquier escritor, también a Juan Manuel Uría. El silencio como objetivo. Como si escribir siempre fuera la demostración de un fracaso no del todo reconocido. El silencio que se encuentra en la lectura y no en la escritura. En "Manzana de vaho" también afloran los encuentros sencillos, las escenas rendidas, la infancia que se esfuma entre los dedos como niebla. Y fe, sí; una fe tan poderosa como el aguante de un puente en medio de la riada. Un puente de equilibrios entre la vida y la literatura que se van dejando paso para visitar la orilla contraria. En este libro descubrirán a un autor de "voluntad firme y página libre", "fiel al terco loco" y un poeta que hace poesía incluso en los espacios en blanco de un poema, estremeciéndose y estremeciendo mientras mira el crecimiento de un árbol. Recomiendo esta lectura y afrontar con valentía sus efectos.

sábado, 16 de marzo de 2013

220º paso en el búnker.




Tiene la puerta blindada de óxido, la manilla rota y su universo en contracción evidente. Al otro lado de su apuntalado maxilar, la buhardilla adecentada con pasos lentos acaba  en un ventanuco que sonríe a un largo callejón de moribundos sin nombre que la noche aborta como si no fueran suyos. Preside el lugar una cama de hierro sollozante, un trono de insomnios con patas cojas, la almohada con durezas irregulares, embozados los pies en escalofríos húmedos. Los ratones se mueven con prisa, pero con la confianza de que nadie los expulsará de ese territorio desnaturalizado. Solo un niño con espíritu de paladín intrépido se columpiará en lo que para él todo es misterio. La soledad es su atracción y su reto. En la buhardilla los rostros que las formas irregulares insinúan, tienen vida demorada y el cielo parece un cobijo negligente para ellas. A esa primera edad el tiempo no significa nada, y las horas son vidas completas. La ficción del hombre adulto habrá de regresar a esos momentos de su biografía si quiere alimentarse de lo que no caduca.


martes, 12 de marzo de 2013

219º paso en el búnker


Si aún creyese en la enseñanza reglada, sugeriría que se impartiera a los chavales una clase de educación vital que consista en algo tan básico como aprender a construir sus biografías sobre una insoslayable base de realismo; que ejerciten su pensamiento, exploren la meditación e indaguen sobre proyectos y aspiraciones a partir de dos elementos: una certeza y una incertidumbre. Sin la asunción mental de estos dos elementos, cualquier planteamiento de vida será tan frágil como falso. La certeza es que como individuos vamos a morir, a desaparecer, a extinguirnos. La incertidumbre es que no sabemos en qué momento se materializará esa certeza. 

Con ambas columnas bien asentadas, sus objetivos personales mostrarían una acentuada visión de trascendencia dirigida a preservar aquello que nos da consistencia y continuidad como especie, frente a los intereses siempre caducos de cada particular. 


Cuando me pongo campanudo sé que he de cambiar la dieta para no implosionar. 


miércoles, 6 de marzo de 2013

218º paso en el búnker


* Aunque todos estén equivocados, juntos tienen razón. Ese es el poder que se adjudica a la revolución.


* En la revolución la gente se vigila sin fiarse del miedo ajeno, tan impredecible.


* El líder de la revolución solo usará la inteligencia como último recurso. No quiere abusar.


* En la revolución la gente del pueblo termina regresando a sus quehaceres, a su vida. Son los miembros de la asamblea, los dirigentes ideológicos que se jugaron todo a una carta, los que no tienen dónde volver y necesitan prolongar su apuesta.


* La revolución respeta en público al obrero y campesino. En privado los considera imbéciles bienintencionados a quienes hay que dirigir por su propio bien.


* La revolución no acepta la muerte natural de su líder, solo el martirio con vocación de permanecer.


* La acción precisa de voluntad. La revolución solo de entusiasmo.


* Si otorgas un halo divino a un dirigente de la revolución, tendrás que convertirte en el hijo de dios para sucederle.


* Un pueblo que se siente huérfano es un pueblo inMaduro.


* Por la tendencia al mito, en la revolución el líder defiende mejor sus ideas muerto que vivo.


* La muerte es la única patria que hace iguales a todos los hombres.


* Para la revolución, el pueblo es un solo cuerpo que no hay que tener miedo a amputar llegado el caso.


* En la revolución todos son iguales, pero se necesita que alguien suba a la tarima a hablar. Y el suelo de la tarima es muy inestable.


* A los batasunos el comandante siempre les pareció blandito. Lo digo por si alguien quiere mirar la viga en ojo propio.


A la Revolución se le da bien pasar por la piedra a las cabezas visibles del antiguo régimen, pero enseguida surgen nuevos referentes muy parecidos a los viejos. 


La revolución al desnudo. Qué revolución. Cualquiera. ¿Acaso no son todas la misma?


* La revolución promete pan incluso a quien no se lo gana. Por eso triunfa la revolución y escasea el pan.


* Por mi parte, solo respaldo la revolución que no aspira al poder, la revolución inútil, lúdica; la revolución de los arcenes.


viernes, 1 de marzo de 2013

217º paso en el búnker.


Publicado en la revista Agitadoras.


Querida amiga:

Desde que te conozco has calificado de sublime un montón de edificios, paisajes, puestas de sol, personas, escenas de teatro, libros, anuncios, cuadros, espectáculos callejeros de acrobacia, y hasta unas patatas con chorizo en casa paco te parecieron sublimes. Al principio, me desarmabas gracias a tu melena en libertad condicional y esa sonrisa azul que la genética perfiló certeramente en tu cara. Esos dones, junto a mi dosis de encoñamiento de cuarentón desesperado, fueron suficientes para que cualquier cosa que dijeras pareciera encantadora. Incluso ese jodido mantra adjetivado que te llevaba al éxtasis en medio de un atasco en la carretera La Coruña al escuchar una simple canción de radio tres en tu teléfono inteligente. Lo hermoso tiene fecha de caducidad, tiene su invierno, cruelmente estético por la vocación al declive. El tiempo ensancha el cariño y resalta los defectos hasta hacerlos incompatibles con los derechos humanos más básicos. Así que como vuelvas a decir que algo es sublime, me como los mocos a cucharones, escupo hacia dentro y te dejo plantada en medio de cualquier sitio en dirección a cualquier lugar. Con todo el cariño.

sábado, 9 de febrero de 2013

216º paso en el búnker




Creo recordar que fue a punto de cumplir los treinta cuando cambié las copas nocturnas del sábado por madrugarme los domingos para embaular un desayuno variopinto con sólidos y líquidos que saciaran mi apetito para el resto del día, y todo él aderezado con la lectura de una prensa cada vez más enconada que hasta el día de hoy extiendo sobre la mesa como un mapa de operaciones militares. Supongo que ésa es la frontera entre la juventud y lo otro que no me atrevo a denominar madurez. Esa edad que prorroga con más o menos éxito las obras completas de una vejez donde sujetar la orina ya será una gesta reseñable. Las costumbres cambian porque cuerpo y mente se cansan con aquellos excesos que antes eran el combustible necesario para funcionar. Las costumbres hacen a los hombres sin que estos se den cuenta. Qué gran poder tienen las rutinas, los ritos, las formas. Cuando la genialidad duerme - y todos sabemos que es dama de largas siestas -, nos quedamos desnudos ante las cámaras y nuestra reacción viene dada por la querencia que hemos trabajado sistemáticamente. Cuánta ternura inspira la pequeñez, lo sencillo, lo emocionalmente directo. Ante lo inmaterial de la gracia, una criatura solo puede hacer presentes materiales. Imagino que alguien nos consideraría, desde una postura altanera que bien podemos reconocer, como entrañables mascotas. 

sábado, 2 de febrero de 2013

215º paso en el búnker.



Venir al blog es como un retiro espiritual y físico, como irse de ermitaño cibernético para que nadie te lea y poder escribir lo que te salga del prepucio. Las redes sociales están hechas de frágil ingenio, con apenas unos segundos antes de que caduque, donde lanzas una pelota con la idea de que alguna pared con cara estúpida la rebote a sus amigos y seguidores hasta el infinito. Un día, con las legañas colgando por las rodillas te encuentras que esa pelota viajera ha vuelto a tu habitación sin ventilar, y piensas qué pequeño es este mundo que no conoces mas que por referencias.  

Venir al blog es como visitar un viejo amigo que ha perdido la memoria, la cabeza y la esperanza. Un amigo que sonríe cuando le dices tu nombre, pero que no significa ya nada para él. Escribo aquí porque no se acaba la tinta indeleble de esta página de mentira. Y sé que no necesito ser coherente en este espacio, que nadie dará réplica a la locura por temor a ser tachado de loco. 

Vengo al blog a tomar el sol, a recibir la luz de la pantalla que ilumina y no calienta como el sol de invierno. Vengo porque este jodido sábado se ha torcido, porque la programada cita se ha interrumpido antes de tiempo por culpa de la culpa. Y ahora debería confesarme, pero si lo hago nada me quedará por decir y tengo intención de marear a las perdices con mis historias. 

Vengo al blog porque tú te has ido, porque no vas a volver, porque sabes que nada dejas atrás, porque yo no tengo fe suficiente en la vida como para embarcarte conmigo, porque me aburro de escucharme y callo cuando no debo.

Vengo al blog porque no tengo dónde ir. 

domingo, 27 de enero de 2013

214º paso en el búnker.



Una creación planificada o una evolución prolongada y tortuosa, no pueden equivocarse, ni veo a nadie capaz de enmendarles la plana con un argumento de Wassap. Veamos, somos criaturas con dos manos, solo con dos manos los más afortunados, y como todo el mundo sabe, en las reuniones sociales se necesita una de ellas para sostener la copa y la otra para el puro, o si eres fogoso pero antihumo, para dejarla caer sugerentemente sobre la rodilla de tu compañera. ¿Pero en qué manual viene que las manos han de estar de forma obligada enredando en las teclas de un jodido móvil? Estoy hasta los mismísimos cataplines y chispúm de que en cualquier acontecimiento que reúna a varias personas siempre haya unos cuantos que manoseen su aparato como si les fuera la vida en ello. Si dios y Darwin hubiesen querido que atendiésemos a esos cacharros con o sin motivo, descuidando la conversación con tus amigos presentes, nos habrían diseñado con al menos tres manos. Lo digo aquí, y lo llevaré a cabo sin dar más explicaciones la próxima vez que coincida con alguien que se ocupa de su smartphone sin que éste haya sonado con urgencia de ambulancia. Me levantaré y me iré, limpiando el polvo de mis zapatos.