Una
creación planificada o una evolución prolongada y tortuosa, no
pueden equivocarse, ni veo a nadie capaz de enmendarles la plana con un argumento de Wassap. Veamos, somos criaturas con dos manos, solo con dos manos los más
afortunados, y como todo el mundo sabe, en las reuniones sociales se necesita
una de ellas para sostener la copa y la otra para el puro, o si eres fogoso
pero antihumo, para dejarla caer sugerentemente sobre la rodilla de tu
compañera. ¿Pero en qué manual viene que las manos han de estar de forma
obligada enredando en las teclas de un jodido móvil? Estoy hasta los mismísimos
cataplines y chispúm de que en cualquier acontecimiento que reúna a varias
personas siempre haya unos cuantos que manoseen su aparato como si les fuera la vida
en ello. Si dios y Darwin hubiesen querido que atendiésemos a esos cacharros con o sin motivo, descuidando la conversación con tus amigos
presentes, nos habrían diseñado con al menos tres manos. Lo digo aquí, y lo llevaré a cabo
sin dar más explicaciones la próxima vez que coincida con alguien que se ocupa
de su smartphone sin que éste haya sonado con urgencia de ambulancia. Me
levantaré y me iré, limpiando el polvo de mis zapatos.
1 comentario:
Desde hace meses, cuando salgo de casa por ocio, el movil con conexión, queda en casa, llevo una cacharrada que sólo sirve para llamar y contestar llamada.
Me pone muy nerviosa la gente que mientras hace ver que sostiene una conversación contigo, manosea al móvil, y no sabe ni de que le hablas. Y como debo ser una neurótica, me niego a instalarme el güasap.
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