Mover
las cosas de sitio. Movernos tras las cosas. Mudanzas. Vaciar los teatros que
fueron escenario de actuaciones irregulares. Llenar otros nuevos con una
presencia que no deja de ser la misma, aunque quizá consigamos engañar a los
ojos que la miran. Cambiar la pintura del techo, jugar con los espacios,
trasladarnos por el mapamundi en busca de una casilla que lleve nuestro nombre
inscrito. A veces se logra la resignación, el cansancio que viste siempre
con pijama a rayas, y escucha la radio por las noches. Los trotamundos prefieren tener
todas las fichas en la mano antes de elegir jugada, generalmente cuando ya es
demasiado tarde para ganar. Los sedentarios apuestan antes de saber las posibilidades del
juego. Luego les llega la nostalgia de lo que desconocen, de lo que pudo ser. Estar callado muchas
veces es una obligación. Arrastrar cajas es un castigo del pasado. Enfrentarte
a una nueva pared. Mientras. Durante. Nadie se mueve a la velocidad de la vida.
En el ritmo está el secreto, en saber desplazarse y en estarse quieto.
1 comentario:
Ya sabes lo que dicen... "Nunca es tarde si la dicha es buena."
Publicar un comentario