jueves, 16 de mayo de 2013

225º paso en el búnker.


Desde mi observatorio bunkerizado.

Qué les hace pensar que es mejor para la especie humana la permanencia indefinida de los mismos individuos en lo que denominan inmortalidad o vida eterna, respecto al método con el que funcionamos ahora de continuo relevo de individuos en el cíclico proceso de vida y muerte.


¿Están pensando en lo más beneficioso para la Humanidad como especie o en el subjetivo interés de un grupo más o menos numeroso de individuos?


Cada generación vive tensionada entre el brazo que se alarga hacia la esperanza del futuro, y la nostalgia de una mirada dirigida hacia un más simple pasado.


Se incide mucho en el ignorante que se escandaliza con facilidad ante los nuevos retos de lo desconocido. Pero poco ante ese tipo de ignorante cada vez más habitual que aplaude de forma entusiasta cualquier cosa que no entiende.


En el siglo XIX nosotros éramos los no vivos. En el siglo XXII, los siete mil millones de personas que hoy habitamos el planeta, estaremos todos muertos. Eso no quita pujanza a la especie, la renueva.


El conocimiento conlleva responsabilidad y obligaciones.


Si le das perlas a un cerdo es porque esperas que el cerdo cambie su naturaleza, o porque ya no le otorgas a las perlas el valor que tenían. En cualquier caso el cerdo no tiene culpa de tu ficción elevada a ciencia.


El hecho de que hayamos inventado (y guardado dispuestos a usarlas en algún momento) armas suficientes para autodestruirnos, me hace pensar que se trata de un sistema de seguridad contra nosotros mismos y nuestro afán de perdurar por encima de otros criterios generales.




4 comentarios:

Anita Noire dijo...

Qué buenísimo! De verdad.

Luis Amézaga dijo...

Un abrazo, Anita.

Anónimo dijo...

Me uno a Anita; muy buen texto (y reflexión)Ya te comentaré sobre el laboratorio del adn o el arca de Noé. Me has traído el recuerdo del documental que vi hace poco, sobre todo a través de tu último párrafo.

Luis Amézaga dijo...

Hablaremos del adn para ponerlo a parir a sus espaldas.