miércoles, 29 de mayo de 2013

226º paso en el búnker.


La tormenta se disuelve como una onza de chocolate en la boca, deja lenguas de barro y la tarde ceñuda y rabiosa. Acaba por desvanecerse con una cínica sonrisa blanca en la cara, no dejando rastro de los sollozos que la crispaban. La ciudad suena otra vez a sí misma, con agujetas en todos sus músculos, asustada ante la virulencia irracional que la amedrenta y nos hace agachar la cabeza pegados a paredes y fachadas en busca de protección, como si fueran la caja torácica de un amuleto infalible.


3 comentarios:

Anita Noire dijo...

¡Qué preciosidad!

Luis Amézaga dijo...

Gracias Anita.

Nina La Porta dijo...

Hola Luis No te tenia olvidado, solo aparcado... algunos problemas aquí y allá pero ya está todo casi bien.
Retomando la escritura.
me gusta lo que escribiste. Ya leeré mas de lo que has escrito Ya viene pronto el Otoño y luego el invierno donde el tiempo es más largo pero los días más cortos, pero donde el tedio da tiempo para todo, para leer escribir y volver a escribir Así pasan los años. Estoy llegando a mi invierno inevitable.
Miro atrás y me parece ayer cuando tuve mi primer hijo.
Abrazos,
Nina