jueves, 5 de febrero de 2015

253º paso en el búnker. El escritor del libro blanco.



La asociación de estudios universitarios de La Coruña ha sacado un libro de microrrelatos.

Colaboro con esta breve cápsula .


El escritor del libro blanco

            De escritor solo le quedaban unos cuantos documentos Word, algunos ISBN, una presentación en la Casa de Cultura, un prosaico divorcio cargado de dicterios literarios, y una autoestima por los suelos.
            Se hacía llamar Thomas Piketty. Y lo explicaba: "Si no elegimos nacer, muchas veces tampoco morir, al menos que podamos elegir el nombre". 
            Decidió cambiárselo, porque el suyo, adjudicado en una agrietada pila bautismal, era tan gris que le asustaba no llamarse nada. A qué abocaba ser Juan García, de los García de toda la vida. Pues eso.
            Piketty acudió a un concierto de jazz al aire libre. Su plan de esa noche se reducía a beber y follar, por ese orden. Pero aunque uno tenga planes, los demás por desgracia, también. Una muchacha se le acercó con timidez y le rozó el hombro. Ella quería caer bien.

            - El otro día hojeé un libro tuyo. Uno blanco.

            Thomas Piketty la miró con atención, intentando desenmascarar la retranca.

            - ¿Blanco, dices? No sé a qué te refieres.

            - Ay qué tonta, claro, habrás escrito varios y no te acordarás.

            - Sí, por ejemplo, el último que publiqué era negro.

             Nunca imaginó Piketty verse envuelto en un diálogo literario que se meciera entre libros blancos y negros. Sin decírselo, pensó que también había escrito uno de tapas amarillas y otro de tapas verdes. Pero ella ya había manifestado su predilección libresca hacia el blanco. No había vuelta atrás. No supo cómo seguir la conversación sin ser desagradable. Ella tampoco. Así que en ese punto lo dejaron.

            Mientras la vio alejarse, pensó en algo que suelen decir los imbéciles, que el carácter es el destino. Ignoran que modelar el carácter es la principal misión del destino.