jueves, 23 de marzo de 2017

Música.



            El estuche de violonchelo se comporta como féretro para el vampiro que afila sus cuerdas vocales. Cuando un hombre es sometido a su negación, la música daña porque hace melodioso el dolor. La sangre corre entre las patas de un piano y la armonía viste de domingo a la razón. Dios da menos miedo que una tormenta porque a su rayo no le sigue el trueno. La partitura es el mapa del tesoro que guarda vaporosas riquezas en cofres incapaces de permanecer cerrados. El instrumento quiere ser fiel al propósito de unas manos decididas a controlar el temblor con audacia. Acompaña al coro un silencio que engorda la musicalidad de las voces. Por el día vuelta al féretro, a la caja donde reposa su barriga el violonchelo, a su silencio que aterroriza sin saberlo.


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