jueves, 27 de abril de 2017

La pareja perfecta.



            Por la mañana cada uno de ellos acude a su lugar de trabajo. Allí son considerados empleados competentes sin caer en el vampirismo profesional. Los fines de semana comen en casa de la madre de él. Son amenos en las fiestas, cultivan bonsáis y comparten la pasión por la pintura. Ella le clava espinas de besugo en las uñas. El azota el interior de sus muslos con un matamoscas. Ambos gozan de llevar sus cuerpos a límites no convencionales. En el más allá del sexo se encontraron, se reconocieron, y desde entonces no hay amantes más abnegados en el dolor. Ella muerde sus nalgas hasta el coágulo. El le tira de la melena arrastrándola por el pasillo. Suelen participar en tertulias sobre la nueva poética que se avecina, sin versos ni temas tabú. Descubrieron Canadá en el viaje de novios, y les gusta repetir cada vez que tienen unas semanas libres. Ella le atrapa los testículos con pinzas de madera que acaba de tomar del tendedero. El suele comer espaguetis sobre su bajo vientre. Ella le llama gusano después darle un beso de despedida en el que él ha aprovechado para escupirle dentro de la boca. Tienen pensado adoptar una niña china. Su vida social es hiperactiva y satisfactoria, sus amigos hablan maravillas de ellos, pero ahora están planificando una vida más reposada y familiar. Los años pasan y ellos no quieren tener hijos propios, prefieren solventar la vida a alguien que ya está en el mundo. Les gusta el cine francés, la música étnica, y el senderismo. Ella lo ata a una silla del jardín, luego tirada en el césped ante sus ojos, se masturba con una ortiga. El, ya a media tarde, se mete un bolígrafo bic con caperuza por el ano, mientras ella lo observa y le tira agua helada por encima. El jueves pasado salieron de la ciudad, por darse el gusto de contemplar un atardecer de la primavera recién iniciada fuera del alcance de las luces artificiales. Ponen la equis en la casilla de la Iglesia, votan a la izquierda y ningún año se pierden Eurovisión. La semana que viene tienen apalabrada su presencia en una galería de arte donde un amigo expone su nuevo trabajo inspirado en el paisaje de las alcantarillas, en el submundo de la ciudad. Por la noche se abrazan y duermen casi el mismo sueño. Su afinidad espiritual ha llegado a un punto que los demás envidian hasta la urticaria. Es Nochebuena y están con toda la familia. Se esconden unos momentos en el baño para que él le atrape los pezones con las pinzas de una nécora. Ella le unta el pene con guindillas antes de llamar al perro. Son la pareja perfecta.


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