La nube de polvo que levantan las pezuñas presurosas del
caballo, la figura erguida del jinete, el sombrero calado, el pañuelo al cuello
y un horizonte sin fin por delante. Así empieza y así acaba una buena historia
de cuando los hombres no eran civilizados, pero eran capaces de defender su
destino con sangre en los nudillos. La muerte para ellos nunca fue un
obstáculo. Un tiempo en que los ahorcados eran veletas desfiguradas para el
viajero en busca de asiento, de cuando a la tierra pedregosa había que
extraerle el sustento a machetazos. La maestra vestía con harapos, el minero era
negro desde fuera, la cantinera regaba la barra con whisky barato, el doctor
extraía las balas de los cuerpos retorcidos con el dedo desnudo, el banquero
guardaba los ahorros de los paisanos para que el forajido de turno tuviera una
misión en la que echar el rato. La justicia era rápida, en mitad de la calle.
El amor era de granero. El enterrador apenas pegaba ojo. El pastor ponía una
vela a dios y otra al diablo, y cuando llegaba el forastero sin afeitar se
apagaban ambas. Hacer fortuna era marcharse del poblado para no volver, dejar
atrás las mujeres que te convirtieron en hombre, abrigarte con las estrellas y
elegir bien junto a quién cabalgabas. Los riachuelos traían murmullos de
calzones largos, el petate sobrio, la munición a punto, la bolsa con las cuatro monedas a buen recaudo, los ojos avisados, las
espuelas abrillantadas, el caballo bebía antes que su jinete, la noche
clara obligaba a dormir con la ropa puesta. Una forma de ser y de estar (no siempre son lo mismo) de la que sólo guardamos recuerdos pintorescos cuando de un solo trago damos cuenta de un Jack Daniel´s seco mientras visionamos la cinta de Río Bravo.
miércoles, 29 de abril de 2020
lunes, 20 de abril de 2020
Habas Contadas. 20 de Abril.
Debes ser un tipo con un carácter especial para no tener
resueltos los asuntos básicos de la vida y que no se note. Los proyectos
sustanciales quedan relegados una y otra vez en favor de lo acuciante.
"Fui
a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos
esenciales de la vida y ver qué era lo que tenían que enseñarme, no fuese que
cuando estuviera por morir, descubriera que no había vivido". — Henry David Thoreau, (1854) en Walden.
El plan es huir del constructo humano de
convivencia y volver a la naturaleza. Ella es dura, pero consecuente. La
vida que inventamos, sin embargo, pretende ser blanda, pero es corrosiva como
la cagada de una paloma de ciudad. Los animales de compañía son uno de los ultrajes que hemos cometido al convertirlos en criaturas
artificiosas y manipuladas que ayudan a vernos como bondadosos. Queremos para
nosotros los atajos que nos lleven a la bondad que nos es impropia. Nos hemos
presentado voluntarios a la esclavitud de lo políticamente correcto y nadie
tiene huevos de salirse del carril. Estoy valorando la posibilidad de retirarme
a la vida anacoreta del ermitaño que sabe que está solo. Para eso la naturaleza
debe reconocerme como parte de ella, que no será asunto sencillo por culpa de la inercia y los aditivos
peligrosos que no soy capaz de quitarme de encima. El aislamiento deliberado es
el mayor gesto de solidaridad conocido. La multitud es un monstruo de mil
cabezas que acaba siendo dirigida por la peor de ellas.
martes, 14 de abril de 2020
Habas Contadas, 15 de Abril.
El contexto es el relato, el hecho es confuso. "Se pone de
rodillas" es el hecho, pero necesitas saber si lo hace para rezar, para fregar,
para lijar el parqué, para buscar material geológico, para suplicar, para morir
ejecutado, para hacer una mamada, para mortificarse, para ponerse a la altura
de su hijo. Lo más probable es que sea un tropiezo. Las rodillas no están
hechas para tocar el suelo. Nuestro mundo no es el Mundo, es una posibilidad
que hemos convertido en reina del espectáculo, nos hemos arrodillado ante él
olvidando que existe para nosotros y no al revés. En el origen está el destino.
Don Santiago Ramón y Cajal dijo esto sobre lo que hoy llamamos interneuronas: son
células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma,
cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida
mental. Quién sabe. La vida mental ha creado nuestro mundo. Pero ella es finita y cambiante, más de lo que la salud exige. Estamos
condenados a la enfermedad porque así lo asumimos. Nos arrodillamos ante el
ídolo amputado de la proyección mental, lo convertimos en dios del Olimpo al tiempo que perdemos
la fe por lo que consideramos intangible y libre.
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