miércoles, 29 de abril de 2020

Habas Contadas. 29 de Abril.



La nube de polvo que levantan las pezuñas presurosas del caballo, la figura erguida del jinete, el sombrero calado, el pañuelo al cuello y un horizonte sin fin por delante. Así empieza y así acaba una buena historia de cuando los hombres no eran civilizados, pero eran capaces de defender su destino con sangre en los nudillos. La muerte para ellos nunca fue un obstáculo. Un tiempo en que los ahorcados eran veletas desfiguradas para el viajero en busca de asiento, de cuando a la tierra pedregosa había que extraerle el sustento a machetazos. La maestra vestía con harapos, el minero era negro desde fuera, la cantinera regaba la barra con whisky barato, el doctor extraía las balas de los cuerpos retorcidos con el dedo desnudo, el banquero guardaba los ahorros de los paisanos para que el forajido de turno tuviera una misión en la que echar el rato. La justicia era rápida, en mitad de la calle. El amor era de granero. El enterrador apenas pegaba ojo. El pastor ponía una vela a dios y otra al diablo, y cuando llegaba el forastero sin afeitar se apagaban ambas. Hacer fortuna era marcharse del poblado para no volver, dejar atrás las mujeres que te convirtieron en hombre, abrigarte con las estrellas y elegir bien junto a quién cabalgabas. Los riachuelos traían murmullos de calzones largos, el petate sobrio, la munición a punto, la bolsa con las cuatro monedas a buen recaudo, los ojos avisados, las espuelas abrillantadas, el caballo bebía antes que su jinete, la noche clara obligaba a dormir con la ropa puesta. Una forma de ser y de estar (no siempre son lo mismo) de la que sólo guardamos recuerdos pintorescos cuando de un solo trago damos cuenta de un Jack Daniel´s seco mientras visionamos la cinta de Río Bravo.


2 comentarios:

Embajador dijo...

Sr. Amezaga: ¿Podría por favor intentar usted arreglar el feed Atom de este blog?. Por alguna razón se ha roto y no es accesible a servicios como Feedly que es el que uso para leer blogs, entre ellos el suyo.

Muchas gracias

Luis Amézaga dijo...

Gracias por el aviso, Embajador. Veré que sé hacer.