lunes, 17 de junio de 2013

228º paso en el búnker.


"Dos lenguajes por Luis Amézaga, es un relato que «profana» las ideas asumidas" . (Pedro Martínez)

La ilustración que encabeza el texto es una fotografía del director de la revista, Pedro M. Martínez.


La necesidad del otro en ocasiones puede llevarnos al sonrojo.

Mitad perro salvaje, mitad mujer asilvestrada. La cabeza se vuelve para morder los genitales...

"Dos Lenguajes" en la revista Almiar-Margen Cero.

miércoles, 5 de junio de 2013

227º paso en el búnker.


Hoy se agrietan las manos que te cerrarán los ojos. No salpiques al morir. La posteridad no es para tanto. Decidiste no cuidar tu cuerpo porque te parecía una posesión poco valiosa. Ahora lo echarás de menos. Te permitía ser un peso pesado y jugar con tu personaje. Mirabas su cara repleta de intencionados pliegues, sus andares imprecisos, sus aprensiones difusas, sus adjetivos demoledores. Pero el que mira no es lo que ve. Y no conseguiste identificarte con él o asimilarlo como propio. Su luz resultaba mortecina para tu gusto, y consideraste que no merecía la pena dejarlo escrito. Sin narración de los hechos, no hay hechos, solo fugaces entrecomillados. Solo niebla, que son nubes rasantes zancadilleando a los transeúntes. Solo silencio embalsamado, incapaz de como dicen pomposamente ahora, articular un relato. Pero tu cuerpo no era ciego y tuviste que obligarlo a la oscuridad diciéndole que polvo es y en polvo se convertiría, para en las estanterías de una casa desahuciada reaparecer. Tu cuerpo se codeaba con criaturas que decían vivir una crisis de deuda. ¡Señor, perdónanos nuestras deudas así como nosotros intentaremos cobrar a nuestros deudores!


Las hormigas no saben que soy su dios y que de un pisotón puedo acabar con sus afanes. ¿Sabes hacer el amor? ¿Y deshacerlo? Para ti una buena muerte es no echar de menos lo que dejaste atrás, anhelar lo que te espera y reconoces, compadecer a los que lloran sin saber el motivo, hacer un corte de mangas al dolor de las células, desenmascarar los sueños, alumbrar el entendimiento y no necesitar contarlo. Dejar de escribir. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

226º paso en el búnker.


La tormenta se disuelve como una onza de chocolate en la boca, deja lenguas de barro y la tarde ceñuda y rabiosa. Acaba por desvanecerse con una cínica sonrisa blanca en la cara, no dejando rastro de los sollozos que la crispaban. La ciudad suena otra vez a sí misma, con agujetas en todos sus músculos, asustada ante la virulencia irracional que la amedrenta y nos hace agachar la cabeza pegados a paredes y fachadas en busca de protección, como si fueran la caja torácica de un amuleto infalible.


jueves, 16 de mayo de 2013

225º paso en el búnker.


Desde mi observatorio bunkerizado.

Qué les hace pensar que es mejor para la especie humana la permanencia indefinida de los mismos individuos en lo que denominan inmortalidad o vida eterna, respecto al método con el que funcionamos ahora de continuo relevo de individuos en el cíclico proceso de vida y muerte.


¿Están pensando en lo más beneficioso para la Humanidad como especie o en el subjetivo interés de un grupo más o menos numeroso de individuos?


Cada generación vive tensionada entre el brazo que se alarga hacia la esperanza del futuro, y la nostalgia de una mirada dirigida hacia un más simple pasado.


Se incide mucho en el ignorante que se escandaliza con facilidad ante los nuevos retos de lo desconocido. Pero poco ante ese tipo de ignorante cada vez más habitual que aplaude de forma entusiasta cualquier cosa que no entiende.


En el siglo XIX nosotros éramos los no vivos. En el siglo XXII, los siete mil millones de personas que hoy habitamos el planeta, estaremos todos muertos. Eso no quita pujanza a la especie, la renueva.


El conocimiento conlleva responsabilidad y obligaciones.


Si le das perlas a un cerdo es porque esperas que el cerdo cambie su naturaleza, o porque ya no le otorgas a las perlas el valor que tenían. En cualquier caso el cerdo no tiene culpa de tu ficción elevada a ciencia.


El hecho de que hayamos inventado (y guardado dispuestos a usarlas en algún momento) armas suficientes para autodestruirnos, me hace pensar que se trata de un sistema de seguridad contra nosotros mismos y nuestro afán de perdurar por encima de otros criterios generales.




martes, 7 de mayo de 2013

223º paso en el búnker.



Mover las cosas de sitio. Movernos tras las cosas. Mudanzas. Vaciar los teatros que fueron escenario de actuaciones irregulares. Llenar otros nuevos con una presencia que no deja de ser la misma, aunque quizá consigamos engañar a los ojos que la miran. Cambiar la pintura del techo, jugar con los espacios, trasladarnos por el mapamundi en busca de una casilla que lleve nuestro nombre inscrito. A veces se logra  la resignación, el cansancio que viste siempre con pijama a rayas, y escucha la radio por las noches. Los trotamundos prefieren tener todas las fichas en la mano antes de elegir jugada, generalmente cuando ya es demasiado tarde para ganar. Los sedentarios apuestan antes de saber las posibilidades del juego. Luego les llega la nostalgia de lo que desconocen, de lo que pudo ser. Estar callado muchas veces es una obligación. Arrastrar cajas es un castigo del pasado. Enfrentarte a una nueva pared. Mientras. Durante. Nadie se mueve a la velocidad de la vida. En el ritmo está el secreto, en saber desplazarse y en estarse quieto.

viernes, 12 de abril de 2013

222º paso en el búnker.



En este número 89:

 Ramón Palomar, entrevista.

/ 09   Javier Blanco Urgoiti

/ 16   José Miguel Vilar-Bou

/ 17   Marc Bou

/ 18   Juan-Claudio Sanz

/ 21   Victoria Pelayo

/ 24   Octavio Cortés

/ 26   Manuel Moreno Bellosillo

/ 31   Jesús Torné

/ 36   Carlos Meneses

/ 37   Alfonso Vila

/ 41   Anna Lisa Marí

/ 44   Letizia Rodríguez Melián

/ 49   Luis Amézaga

/ 51   Ángel Pascual Rodrigo

/ 53   Marcela Noriega

/ 55   Joseph Wilson

/ 57   Andrés Isern Cirerol

/ 60   Jorge Ortiz Robla

/ 61   Álvaro Martí

/ 69   Julio Lebrato

/ 72   Críticas: escriben Carlos Gámez, Pablo Miravet, Diego Prado, Álvaro Muñoz Robledano y Marina P. de Cabo, sobre: Henri Béraud, Lu Xun, Dan Fante, Barbara Comyns.

_______________ 


Mi aportación en esta Bolsa de Pipas es el relato: La Pareja Perfecta. Aquí va un extracto:

"...Ambos gozan de llevar sus cuerpos a límites no convencionales. En el más allá del sexo se encontraron, se reconocieron, y desde entonces no hay amantes más abnegados en el dolor. Ella muerde sus nalgas hasta el coágulo. El le tira de la melena arrastrándola por el pasillo. Suelen participar en tertulias sobre la nueva poética que se avecina dejándonos sin versos ni temas tabú. Descubrieron Canadá en el viaje de novios, y les gusta repetir cada vez que tienen unas semanas libres. Ella le atrapa los testículos con pinzas de madera que acaba de tomar del tendedero. El suele comer espaguetis sobre su bajo vientre. Ella le llama gusano después darle un beso de despedida en el que él ha aprovechado para escupirle dentro de la boca. Tienen pensado adoptar una niña china..."

Román Piña presentando "la bolsa de pipas" en la tele con Sánchez Dragó, en su programa "Las Noches Blancas". 


 

martes, 2 de abril de 2013

221º paso en el búnker.



He acabado de leer "Manzana de vaho" de Juan Manuel Uría. He encontrado poesía reflexiva en primera persona, involucrándose por entero como fruto maduro que ya es. Su aliento transmite fuerza en el presente: "todo dura lo que dura el instante". Prosa poética, en ocasiones apenas una frase que dibuja un universo sugerido a breves pinceladas. Un escritor que de forma honesta duda y se replantea el hecho de escribir, crítico con el oficio: "Escribir es sustituir. Lo sabes". Y es que el silencio es el gran imán que atrae a cualquier escritor, también a Juan Manuel Uría. El silencio como objetivo. Como si escribir siempre fuera la demostración de un fracaso no del todo reconocido. El silencio que se encuentra en la lectura y no en la escritura. En "Manzana de vaho" también afloran los encuentros sencillos, las escenas rendidas, la infancia que se esfuma entre los dedos como niebla. Y fe, sí; una fe tan poderosa como el aguante de un puente en medio de la riada. Un puente de equilibrios entre la vida y la literatura que se van dejando paso para visitar la orilla contraria. En este libro descubrirán a un autor de "voluntad firme y página libre", "fiel al terco loco" y un poeta que hace poesía incluso en los espacios en blanco de un poema, estremeciéndose y estremeciendo mientras mira el crecimiento de un árbol. Recomiendo esta lectura y afrontar con valentía sus efectos.

sábado, 16 de marzo de 2013

220º paso en el búnker.




Tiene la puerta blindada de óxido, la manilla rota y su universo en contracción evidente. Al otro lado de su apuntalado maxilar, la buhardilla adecentada con pasos lentos acaba  en un ventanuco que sonríe a un largo callejón de moribundos sin nombre que la noche aborta como si no fueran suyos. Preside el lugar una cama de hierro sollozante, un trono de insomnios con patas cojas, la almohada con durezas irregulares, embozados los pies en escalofríos húmedos. Los ratones se mueven con prisa, pero con la confianza de que nadie los expulsará de ese territorio desnaturalizado. Solo un niño con espíritu de paladín intrépido se columpiará en lo que para él todo es misterio. La soledad es su atracción y su reto. En la buhardilla los rostros que las formas irregulares insinúan, tienen vida demorada y el cielo parece un cobijo negligente para ellas. A esa primera edad el tiempo no significa nada, y las horas son vidas completas. La ficción del hombre adulto habrá de regresar a esos momentos de su biografía si quiere alimentarse de lo que no caduca.


martes, 12 de marzo de 2013

219º paso en el búnker


Si aún creyese en la enseñanza reglada, sugeriría que se impartiera a los chavales una clase de educación vital que consista en algo tan básico como aprender a construir sus biografías sobre una insoslayable base de realismo; que ejerciten su pensamiento, exploren la meditación e indaguen sobre proyectos y aspiraciones a partir de dos elementos: una certeza y una incertidumbre. Sin la asunción mental de estos dos elementos, cualquier planteamiento de vida será tan frágil como falso. La certeza es que como individuos vamos a morir, a desaparecer, a extinguirnos. La incertidumbre es que no sabemos en qué momento se materializará esa certeza. 

Con ambas columnas bien asentadas, sus objetivos personales mostrarían una acentuada visión de trascendencia dirigida a preservar aquello que nos da consistencia y continuidad como especie, frente a los intereses siempre caducos de cada particular. 


Cuando me pongo campanudo sé que he de cambiar la dieta para no implosionar. 


miércoles, 6 de marzo de 2013

218º paso en el búnker


* Aunque todos estén equivocados, juntos tienen razón. Ese es el poder que se adjudica a la revolución.


* En la revolución la gente se vigila sin fiarse del miedo ajeno, tan impredecible.


* El líder de la revolución solo usará la inteligencia como último recurso. No quiere abusar.


* En la revolución la gente del pueblo termina regresando a sus quehaceres, a su vida. Son los miembros de la asamblea, los dirigentes ideológicos que se jugaron todo a una carta, los que no tienen dónde volver y necesitan prolongar su apuesta.


* La revolución respeta en público al obrero y campesino. En privado los considera imbéciles bienintencionados a quienes hay que dirigir por su propio bien.


* La revolución no acepta la muerte natural de su líder, solo el martirio con vocación de permanecer.


* La acción precisa de voluntad. La revolución solo de entusiasmo.


* Si otorgas un halo divino a un dirigente de la revolución, tendrás que convertirte en el hijo de dios para sucederle.


* Un pueblo que se siente huérfano es un pueblo inMaduro.


* Por la tendencia al mito, en la revolución el líder defiende mejor sus ideas muerto que vivo.


* La muerte es la única patria que hace iguales a todos los hombres.


* Para la revolución, el pueblo es un solo cuerpo que no hay que tener miedo a amputar llegado el caso.


* En la revolución todos son iguales, pero se necesita que alguien suba a la tarima a hablar. Y el suelo de la tarima es muy inestable.


* A los batasunos el comandante siempre les pareció blandito. Lo digo por si alguien quiere mirar la viga en ojo propio.


A la Revolución se le da bien pasar por la piedra a las cabezas visibles del antiguo régimen, pero enseguida surgen nuevos referentes muy parecidos a los viejos. 


La revolución al desnudo. Qué revolución. Cualquiera. ¿Acaso no son todas la misma?


* La revolución promete pan incluso a quien no se lo gana. Por eso triunfa la revolución y escasea el pan.


* Por mi parte, solo respaldo la revolución que no aspira al poder, la revolución inútil, lúdica; la revolución de los arcenes.


viernes, 1 de marzo de 2013

217º paso en el búnker.


Publicado en la revista Agitadoras.


Querida amiga:

Desde que te conozco has calificado de sublime un montón de edificios, paisajes, puestas de sol, personas, escenas de teatro, libros, anuncios, cuadros, espectáculos callejeros de acrobacia, y hasta unas patatas con chorizo en casa paco te parecieron sublimes. Al principio, me desarmabas gracias a tu melena en libertad condicional y esa sonrisa azul que la genética perfiló certeramente en tu cara. Esos dones, junto a mi dosis de encoñamiento de cuarentón desesperado, fueron suficientes para que cualquier cosa que dijeras pareciera encantadora. Incluso ese jodido mantra adjetivado que te llevaba al éxtasis en medio de un atasco en la carretera La Coruña al escuchar una simple canción de radio tres en tu teléfono inteligente. Lo hermoso tiene fecha de caducidad, tiene su invierno, cruelmente estético por la vocación al declive. El tiempo ensancha el cariño y resalta los defectos hasta hacerlos incompatibles con los derechos humanos más básicos. Así que como vuelvas a decir que algo es sublime, me como los mocos a cucharones, escupo hacia dentro y te dejo plantada en medio de cualquier sitio en dirección a cualquier lugar. Con todo el cariño.

sábado, 9 de febrero de 2013

216º paso en el búnker




Creo recordar que fue a punto de cumplir los treinta cuando cambié las copas nocturnas del sábado por madrugarme los domingos para embaular un desayuno variopinto con sólidos y líquidos que saciaran mi apetito para el resto del día, y todo él aderezado con la lectura de una prensa cada vez más enconada que hasta el día de hoy extiendo sobre la mesa como un mapa de operaciones militares. Supongo que ésa es la frontera entre la juventud y lo otro que no me atrevo a denominar madurez. Esa edad que prorroga con más o menos éxito las obras completas de una vejez donde sujetar la orina ya será una gesta reseñable. Las costumbres cambian porque cuerpo y mente se cansan con aquellos excesos que antes eran el combustible necesario para funcionar. Las costumbres hacen a los hombres sin que estos se den cuenta. Qué gran poder tienen las rutinas, los ritos, las formas. Cuando la genialidad duerme - y todos sabemos que es dama de largas siestas -, nos quedamos desnudos ante las cámaras y nuestra reacción viene dada por la querencia que hemos trabajado sistemáticamente. Cuánta ternura inspira la pequeñez, lo sencillo, lo emocionalmente directo. Ante lo inmaterial de la gracia, una criatura solo puede hacer presentes materiales. Imagino que alguien nos consideraría, desde una postura altanera que bien podemos reconocer, como entrañables mascotas. 

sábado, 2 de febrero de 2013

215º paso en el búnker.



Venir al blog es como un retiro espiritual y físico, como irse de ermitaño cibernético para que nadie te lea y poder escribir lo que te salga del prepucio. Las redes sociales están hechas de frágil ingenio, con apenas unos segundos antes de que caduque, donde lanzas una pelota con la idea de que alguna pared con cara estúpida la rebote a sus amigos y seguidores hasta el infinito. Un día, con las legañas colgando por las rodillas te encuentras que esa pelota viajera ha vuelto a tu habitación sin ventilar, y piensas qué pequeño es este mundo que no conoces mas que por referencias.  

Venir al blog es como visitar un viejo amigo que ha perdido la memoria, la cabeza y la esperanza. Un amigo que sonríe cuando le dices tu nombre, pero que no significa ya nada para él. Escribo aquí porque no se acaba la tinta indeleble de esta página de mentira. Y sé que no necesito ser coherente en este espacio, que nadie dará réplica a la locura por temor a ser tachado de loco. 

Vengo al blog a tomar el sol, a recibir la luz de la pantalla que ilumina y no calienta como el sol de invierno. Vengo porque este jodido sábado se ha torcido, porque la programada cita se ha interrumpido antes de tiempo por culpa de la culpa. Y ahora debería confesarme, pero si lo hago nada me quedará por decir y tengo intención de marear a las perdices con mis historias. 

Vengo al blog porque tú te has ido, porque no vas a volver, porque sabes que nada dejas atrás, porque yo no tengo fe suficiente en la vida como para embarcarte conmigo, porque me aburro de escucharme y callo cuando no debo.

Vengo al blog porque no tengo dónde ir. 

domingo, 27 de enero de 2013

214º paso en el búnker.



Una creación planificada o una evolución prolongada y tortuosa, no pueden equivocarse, ni veo a nadie capaz de enmendarles la plana con un argumento de Wassap. Veamos, somos criaturas con dos manos, solo con dos manos los más afortunados, y como todo el mundo sabe, en las reuniones sociales se necesita una de ellas para sostener la copa y la otra para el puro, o si eres fogoso pero antihumo, para dejarla caer sugerentemente sobre la rodilla de tu compañera. ¿Pero en qué manual viene que las manos han de estar de forma obligada enredando en las teclas de un jodido móvil? Estoy hasta los mismísimos cataplines y chispúm de que en cualquier acontecimiento que reúna a varias personas siempre haya unos cuantos que manoseen su aparato como si les fuera la vida en ello. Si dios y Darwin hubiesen querido que atendiésemos a esos cacharros con o sin motivo, descuidando la conversación con tus amigos presentes, nos habrían diseñado con al menos tres manos. Lo digo aquí, y lo llevaré a cabo sin dar más explicaciones la próxima vez que coincida con alguien que se ocupa de su smartphone sin que éste haya sonado con urgencia de ambulancia. Me levantaré y me iré, limpiando el polvo de mis zapatos.