Una
colisión en cadena en la carretera comarcal. El campo de tulipanes se encharca
en sangre. La lluvia no pudo diluir el rojo. Las piernas amputadas desean ser
útiles como bates de béisbol, ver carreras de cerca mientras las dejan caer sobre
la tierra en busca de la siguiente base. Al final de un accidente te espera una
silla de ruedas para sacarte a pasear desde la altura de un niño, pero se te
empina como a un caballo y nadie quiere montarte. Después del trabajo delante
de una pantalla de ordenador, donde estar sentado es una ventaja, el
parapléjico acude al centro de rehabilitación a realizar sus ejercicios
fisioterapéuticos. Le han hablado de los juegos paralímpicos, pero ya tiene su
agenda saturada de chorradas. Está harto de escuchar cómo los mancos anhelan
jugar al tenis, o los cojos ser delanteros del Madrid. Está cansado de gente
que no acepta su condición de paralítico e iza la bandera de la superación.
¿Superarse es rascarse el pie que no tienes? En su opinión ya es hora de que algunos
dejen de comprar zapatillas de marca con las que lograr mayor suspensión en los
saltos de pértiga. Ya es hora de no hacer más el memo y empezar a hacer bien lo
que bien puedes hacer. Bastante difícil le resulta engrasar su propia silla de
ruedas para dedicarse a experimentos de astronauta. Ha oído hablar de un asunto
turbador al que los especialistas ponen este título: trastorno de identidad
de la integridad corporal. Ha consultado sobre el asunto en Internet, son
gente que quieren amputarse miembros para quedar postrados en una silla de
ruedas, alcanzando con ello la realización personal. Wannabe de la ortopedia.
En ese momento llaman al timbre de la puerta, y él, movido por pretéritos impulsos, se desploma en el intento de levantarse a abrir. Llora en el suelo tragándose
el dolor de verse así en los malditos espejos.
lunes, 1 de julio de 2013
jueves, 20 de junio de 2013
229º paso en el búnker.
POEMA 16 del libro "Poemas Fundidos"
Évariste Galois y su grito: recordadme,
ya que el destino
no me ha dado vida bastante.
Desde allí somos una teoría de grupos,
somos el resplandor de lo que nunca fuimos.
Gritad en las calles que el destierro no
nos galvaniza, que todo nos ha sido dado
en drenajes que nos vacían de empuje.
Solos ante el delirio de una pistola
que se encasquilla ante su epitafio.
Sombras errantes que avanzan anunciando
su fe, buscando la vida y la resurrección,
antes de la nieve perpetua,
de la teoría de cuerdas elegantes,
soga como nudo de corbata
ahogando las palabras del infierno deshabitado.
Dejadme que mire mis propios temblores,
que deshaga la mística de esta recompensa
que me lleva hacia otros parajes de aluminio.
Dejad que suspire fados con sabor a plátano,
que lea biografías de personalidades extintas
que me recuerden el compás del sinsentido.
Para dar razón a este destino ofuscado que
se agota, dejadme junto a la farola a solas
con la nomenclatura de mis músculos.
La certidumbre del duelo carece de excepciones,
la vida bastante es la que dura
más que su inquilino.
lunes, 17 de junio de 2013
228º paso en el búnker.
"Dos lenguajes por Luis Amézaga, es un relato que «profana» las ideas asumidas" . (Pedro Martínez)
La ilustración que encabeza el texto es una fotografía del director de la revista, Pedro M. Martínez.
La necesidad del otro en ocasiones puede llevarnos al sonrojo.
Mitad perro salvaje, mitad mujer asilvestrada. La cabeza se vuelve para morder los genitales...
"Dos Lenguajes" en la revista Almiar-Margen Cero.
miércoles, 5 de junio de 2013
227º paso en el búnker.
Hoy se agrietan las manos que te cerrarán los ojos. No salpiques
al morir. La posteridad no es para tanto. Decidiste no cuidar tu cuerpo porque te
parecía una posesión poco valiosa. Ahora lo echarás de menos. Te permitía ser
un peso pesado y jugar con tu personaje. Mirabas su cara repleta de
intencionados pliegues, sus andares imprecisos, sus aprensiones difusas, sus
adjetivos demoledores. Pero el que mira no es lo que ve. Y no conseguiste
identificarte con él o asimilarlo como propio. Su luz resultaba mortecina para
tu gusto, y consideraste que no merecía la pena dejarlo escrito. Sin narración
de los hechos, no hay hechos, solo fugaces entrecomillados. Solo niebla, que
son nubes rasantes zancadilleando a los transeúntes. Solo silencio embalsamado,
incapaz de como dicen pomposamente ahora, articular un relato. Pero tu
cuerpo no era ciego y tuviste que obligarlo a la oscuridad diciéndole que polvo
es y en polvo se convertiría, para en las estanterías de una casa desahuciada
reaparecer. Tu cuerpo se codeaba con criaturas que decían vivir una crisis de
deuda. ¡Señor, perdónanos nuestras deudas así como nosotros intentaremos cobrar
a nuestros deudores!
Las hormigas no saben que soy su dios y que de un pisotón puedo
acabar con sus afanes. ¿Sabes hacer el amor? ¿Y deshacerlo? Para ti una buena
muerte es no echar de menos lo que dejaste atrás, anhelar lo que te espera y reconoces,
compadecer a los que lloran sin saber el motivo, hacer un corte de mangas al
dolor de las células, desenmascarar los sueños, alumbrar el entendimiento y no
necesitar contarlo. Dejar de escribir.
miércoles, 29 de mayo de 2013
226º paso en el búnker.
La
tormenta se disuelve como una onza de chocolate en la boca, deja lenguas de
barro y la tarde ceñuda y rabiosa. Acaba por desvanecerse con una cínica
sonrisa blanca en la cara, no dejando rastro de los sollozos que la crispaban. La
ciudad suena otra vez a sí misma, con agujetas en todos sus músculos, asustada
ante la virulencia irracional que la amedrenta y nos hace agachar la cabeza
pegados a paredes y fachadas en busca de protección, como si fueran la caja
torácica de un amuleto infalible.
jueves, 16 de mayo de 2013
225º paso en el búnker.
Desde mi observatorio bunkerizado.
Qué les hace pensar que es mejor para la especie humana la permanencia indefinida de los mismos individuos en lo que denominan inmortalidad o vida eterna, respecto al método con el que funcionamos ahora de continuo relevo de individuos en el cíclico proceso de vida y muerte.
¿Están pensando en lo más beneficioso para la Humanidad como especie o en el subjetivo interés de un grupo más o menos numeroso de individuos?
Cada generación vive tensionada entre el brazo que se alarga hacia la esperanza del futuro, y la nostalgia de una mirada dirigida hacia un más simple pasado.
Se incide mucho en el ignorante que se escandaliza con facilidad ante los nuevos retos de lo desconocido. Pero poco ante ese tipo de ignorante cada vez más habitual que aplaude de forma entusiasta cualquier cosa que no entiende.
En el siglo XIX nosotros éramos los no vivos. En el siglo XXII, los siete mil millones de personas que hoy habitamos el planeta, estaremos todos muertos. Eso no quita pujanza a la especie, la renueva.
El conocimiento conlleva responsabilidad y obligaciones.
Si le das perlas a un cerdo es porque esperas que el cerdo cambie su naturaleza, o porque ya no le otorgas a las perlas el valor que tenían. En cualquier caso el cerdo no tiene culpa de tu ficción elevada a ciencia.
El hecho de que hayamos inventado (y guardado dispuestos a usarlas en algún momento) armas suficientes para autodestruirnos, me hace pensar que se trata de un sistema de seguridad contra nosotros mismos y nuestro afán de perdurar por encima de otros criterios generales.
jueves, 9 de mayo de 2013
martes, 7 de mayo de 2013
223º paso en el búnker.
Mover
las cosas de sitio. Movernos tras las cosas. Mudanzas. Vaciar los teatros que
fueron escenario de actuaciones irregulares. Llenar otros nuevos con una
presencia que no deja de ser la misma, aunque quizá consigamos engañar a los
ojos que la miran. Cambiar la pintura del techo, jugar con los espacios,
trasladarnos por el mapamundi en busca de una casilla que lleve nuestro nombre
inscrito. A veces se logra la resignación, el cansancio que viste siempre
con pijama a rayas, y escucha la radio por las noches. Los trotamundos prefieren tener
todas las fichas en la mano antes de elegir jugada, generalmente cuando ya es
demasiado tarde para ganar. Los sedentarios apuestan antes de saber las posibilidades del
juego. Luego les llega la nostalgia de lo que desconocen, de lo que pudo ser. Estar callado muchas
veces es una obligación. Arrastrar cajas es un castigo del pasado. Enfrentarte
a una nueva pared. Mientras. Durante. Nadie se mueve a la velocidad de la vida.
En el ritmo está el secreto, en saber desplazarse y en estarse quieto.
viernes, 12 de abril de 2013
222º paso en el búnker.
En este número 89:
Ramón Palomar,
entrevista.
/ 09 Javier Blanco Urgoiti
/ 16 José Miguel Vilar-Bou
/ 17 Marc Bou
/ 18 Juan-Claudio
Sanz
/ 21 Victoria Pelayo
/ 24 Octavio Cortés
/ 26 Manuel Moreno
Bellosillo
/ 31 Jesús Torné
/ 36 Carlos Meneses
/ 37 Alfonso Vila
/ 41 Anna Lisa Marí
/ 44 Letizia Rodríguez
Melián
/ 49 Luis Amézaga
/ 51 Ángel Pascual
Rodrigo
/ 53 Marcela Noriega
/ 55 Joseph Wilson
/ 57 Andrés Isern
Cirerol
/ 60 Jorge Ortiz
Robla
/ 61 Álvaro Martí
/ 69 Julio Lebrato
/ 72 Críticas: escriben
Carlos Gámez, Pablo Miravet, Diego Prado, Álvaro Muñoz Robledano y Marina P. de
Cabo, sobre: Henri Béraud, Lu Xun, Dan Fante, Barbara Comyns.
_______________
Mi aportación en esta Bolsa de Pipas es el relato: La Pareja Perfecta. Aquí va un extracto:
"...Ambos gozan de llevar sus cuerpos a límites no
convencionales. En el más allá del sexo se encontraron, se reconocieron, y desde
entonces no hay amantes más abnegados en el dolor. Ella muerde sus nalgas hasta
el coágulo. El le tira de la melena arrastrándola por el pasillo. Suelen
participar en tertulias sobre la nueva poética que se avecina dejándonos sin
versos ni temas tabú. Descubrieron Canadá en el viaje de novios, y les gusta
repetir cada vez que tienen unas semanas libres. Ella le atrapa los testículos
con pinzas de madera que acaba de tomar del tendedero. El suele comer
espaguetis sobre su bajo vientre. Ella le llama gusano después darle un beso de
despedida en el que él ha aprovechado para escupirle dentro de la boca. Tienen
pensado adoptar una niña china..."
Román Piña presentando "la bolsa de pipas" en la tele con Sánchez Dragó, en su programa "Las Noches Blancas".
Román Piña presentando "la bolsa de pipas" en la tele con Sánchez Dragó, en su programa "Las Noches Blancas".
martes, 2 de abril de 2013
221º paso en el búnker.
He acabado de
leer "Manzana de vaho" de Juan Manuel Uría. He encontrado poesía
reflexiva en primera persona, involucrándose por entero como fruto maduro que
ya es. Su aliento transmite fuerza en el presente: "todo dura lo que
dura el instante". Prosa poética, en ocasiones apenas una frase que
dibuja un universo sugerido a breves pinceladas. Un escritor que de forma
honesta duda y se replantea el hecho de escribir, crítico con el oficio: "Escribir
es sustituir. Lo sabes". Y es que el silencio es el gran imán que
atrae a cualquier escritor, también a Juan Manuel Uría. El silencio como
objetivo. Como si escribir siempre fuera la demostración de un fracaso no del
todo reconocido. El silencio que se encuentra en la lectura y no en la
escritura. En "Manzana de vaho" también afloran los encuentros
sencillos, las escenas rendidas, la infancia que se esfuma entre los dedos como
niebla. Y fe, sí; una fe tan poderosa como el aguante de un puente en medio de
la riada. Un puente de equilibrios entre la vida y la literatura que se van
dejando paso para visitar la orilla contraria. En este libro descubrirán a un
autor de "voluntad firme y página libre", "fiel al terco
loco" y un poeta que hace poesía incluso en los espacios en blanco de un
poema, estremeciéndose y estremeciendo mientras mira el crecimiento de un
árbol. Recomiendo esta lectura y afrontar con valentía sus efectos.
sábado, 16 de marzo de 2013
220º paso en el búnker.
Tiene la puerta blindada de óxido, la manilla rota y su universo
en contracción evidente. Al otro lado de su apuntalado maxilar, la buhardilla
adecentada con pasos lentos acaba en un
ventanuco que sonríe a un largo callejón de moribundos sin nombre que la noche
aborta como si no fueran suyos. Preside el lugar una cama de hierro sollozante,
un trono de insomnios con patas cojas, la almohada con durezas irregulares,
embozados los pies en escalofríos húmedos. Los ratones se mueven con prisa,
pero con la confianza de que nadie los expulsará de ese territorio desnaturalizado.
Solo un niño con espíritu de paladín intrépido se columpiará en lo que para él
todo es misterio. La soledad es su atracción y su reto. En la buhardilla los
rostros que las formas irregulares insinúan, tienen vida demorada y el cielo
parece un cobijo negligente para ellas. A esa primera edad el tiempo no
significa nada, y las horas son vidas completas. La ficción del hombre adulto
habrá de regresar a esos momentos de su biografía si quiere alimentarse de lo
que no caduca.
martes, 12 de marzo de 2013
219º paso en el búnker
Si aún creyese en la enseñanza reglada, sugeriría que se impartiera a los chavales una clase de educación vital que consista en algo tan básico como aprender a construir sus biografías sobre una insoslayable base de realismo; que ejerciten su pensamiento, exploren la meditación e indaguen sobre proyectos y aspiraciones a partir de dos elementos: una certeza y una incertidumbre. Sin la asunción mental de estos dos elementos, cualquier planteamiento de vida será tan frágil como falso. La certeza es que como individuos vamos a morir, a desaparecer, a extinguirnos. La incertidumbre es que no sabemos en qué momento se materializará esa certeza.
Con ambas columnas bien asentadas, sus objetivos personales mostrarían una acentuada visión de trascendencia dirigida a preservar aquello que nos da consistencia y continuidad como especie, frente a los intereses siempre caducos de cada particular.
Cuando me pongo campanudo sé que he de cambiar la dieta para no implosionar.
miércoles, 6 de marzo de 2013
218º paso en el búnker
* Aunque todos estén equivocados, juntos tienen razón. Ese es el poder que se adjudica a la revolución.
* En la revolución la gente se vigila sin fiarse del miedo ajeno, tan impredecible.
* El líder de la revolución solo usará la inteligencia como último recurso. No quiere abusar.
* En la revolución la gente del pueblo termina regresando a sus quehaceres, a su vida. Son los miembros de la asamblea, los dirigentes ideológicos que se jugaron todo a una carta, los que no tienen dónde volver y necesitan prolongar su apuesta.
* La revolución respeta en público al obrero y campesino. En privado los considera imbéciles bienintencionados a quienes hay que dirigir por su propio bien.
* La revolución no acepta la muerte natural de su líder, solo el martirio con vocación de permanecer.
* La acción precisa de voluntad. La revolución solo de entusiasmo.
* Si otorgas un halo divino a un dirigente de la revolución, tendrás que convertirte en el hijo de dios para sucederle.
* Un pueblo que se siente huérfano es un pueblo inMaduro.
* Por la tendencia al mito, en la revolución el líder defiende mejor sus ideas muerto que vivo.
* La muerte es la única patria que hace iguales a todos los hombres.
* Para la revolución, el pueblo es un solo cuerpo que no hay que tener miedo a amputar llegado el caso.
* En la revolución todos son iguales, pero se necesita que alguien suba a la tarima a hablar. Y el suelo de la tarima es muy inestable.
* A los batasunos el comandante siempre les pareció blandito. Lo digo por si alguien quiere mirar la viga en ojo propio.
* A la Revolución se le da bien pasar por la piedra a las cabezas visibles del antiguo régimen, pero enseguida surgen nuevos referentes muy parecidos a los viejos.
* La revolución al desnudo. Qué revolución. Cualquiera. ¿Acaso no son todas la misma?
* La revolución promete pan incluso a quien no se lo gana. Por eso triunfa la revolución y escasea el pan.
* Por mi parte, solo respaldo la revolución que no aspira al poder, la revolución inútil, lúdica; la revolución de los arcenes.
viernes, 1 de marzo de 2013
217º paso en el búnker.
Publicado en la revista Agitadoras.
Querida amiga:
Desde
que te conozco has calificado de sublime un montón de edificios, paisajes,
puestas de sol, personas, escenas de teatro, libros, anuncios, cuadros,
espectáculos callejeros de acrobacia, y hasta unas patatas con chorizo en casa
paco te parecieron sublimes. Al principio, me desarmabas gracias a tu melena en
libertad condicional y esa sonrisa azul que la genética perfiló certeramente en
tu cara. Esos dones, junto a mi dosis de encoñamiento de cuarentón desesperado,
fueron suficientes para que cualquier cosa que dijeras pareciera encantadora.
Incluso ese jodido mantra adjetivado que te llevaba al éxtasis en medio de un
atasco en la carretera La Coruña al escuchar una simple canción de radio tres
en tu teléfono inteligente. Lo hermoso tiene fecha de caducidad, tiene su
invierno, cruelmente estético por la vocación al declive. El tiempo ensancha el
cariño y resalta los defectos hasta hacerlos incompatibles con los derechos
humanos más básicos. Así que como vuelvas a decir que algo es sublime, me como
los mocos a cucharones, escupo hacia dentro y te dejo plantada en medio de
cualquier sitio en dirección a cualquier lugar. Con todo el cariño.
sábado, 9 de febrero de 2013
216º paso en el búnker
Creo
recordar que fue a punto de cumplir los treinta cuando cambié las copas
nocturnas del sábado por madrugarme los domingos para embaular un desayuno
variopinto con sólidos y líquidos que saciaran mi apetito para el resto del
día, y todo él aderezado con la lectura de una prensa cada vez más enconada que
hasta el día de hoy extiendo sobre la mesa como un mapa de operaciones
militares. Supongo que ésa es la frontera entre la juventud y lo otro que no me
atrevo a denominar madurez. Esa edad que prorroga con más o menos éxito las
obras completas de una vejez donde sujetar la orina ya será una gesta
reseñable. Las costumbres cambian porque cuerpo y mente se cansan con aquellos
excesos que antes eran el combustible necesario para funcionar. Las costumbres
hacen a los hombres sin que estos se den cuenta. Qué gran poder tienen las
rutinas, los ritos, las formas. Cuando la genialidad duerme - y todos sabemos
que es dama de largas siestas -, nos quedamos desnudos ante las cámaras y
nuestra reacción viene dada por la querencia que hemos trabajado
sistemáticamente. Cuánta ternura inspira la pequeñez, lo sencillo, lo
emocionalmente directo. Ante lo inmaterial de la gracia, una criatura solo
puede hacer presentes materiales. Imagino que alguien nos consideraría, desde una
postura altanera que bien podemos reconocer, como entrañables mascotas.
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