lunes, 11 de noviembre de 2013

237º paso en el búnker.


El último libro de David Morán, publicado por la Revista Groenlandia.

Ilustraciones de Felipe Solano.

Prólogo de Israel Álvarez.

Epílogo de Luis Amézaga.

Directora de todo el tinglado: Ana  Patricia Moya.

Aquí dejo una delicatessen del libro:

"Pese al esfuerzo dado a ciegas
seré el misil ante el cual sucumbió Goliat
más nunca, quizá,
el monarca de mi propia existencia".


Tres enlaces distintos para su lectura completa:

"La Guerra Ajena" de David Morán.

"La Guerra Ajena" de David Morán

"La Guerra Ajena" de David Morán

viernes, 8 de noviembre de 2013

236º paso en el búnker.


Deja que te despegue,
que nuestros protones y neutrones se comuniquen
a la manera en que interactúan las cosas pequeñas.

El amor, en su versión de renuncia, favorece la cohesión entre cuerpos impenetrables.

jueves, 17 de octubre de 2013

235º paso en el búnker.


Sombra exógena
Cara tapizada de duelo.
Le ven llegar y se les rompe la risa.
Quieren olvidar a sus muertos.
Quieren seguir jodiendo a los vivos.

El no pretende defraudar,
y como un aspersor de balas

deja el salón encharcado en sangre.

viernes, 13 de septiembre de 2013

234º paso en el búnker.


"Banda Sonora", mi aportación en la antología de cine "Bajo la alfombra roja".


Una paloma traspasó la lente de la cámara haciendo volar con su aleteo en blanco y negro las pestañas prematuramente canosas del niño prodigio que estaba a punto de descubrir el número de trancos del podenco andaluz por cada cien metros recorridos. Pero qué digo. Un contraplano, una mente maravillosa, y un guión siempre golpeando el cajón de mi mesilla. Estoy tirado en la cama, solo, con dos huecos en el colchón. Ella me dejó ayer, harta de que cuente siempre historias que no vivo, ni dejo vivir. Estoy sudando, y mi buscona imaginación se va al Gainsbourg actor, director y provocador, que fue un héroe por tirarse a una tal Brigitte Bardot. Miento, eso sólo es anécdota. Me distrae lo accesorio porque en la pantalla es asunto no despreciable. Me pitan los oídos. La música de la banda sonora sale de una respiración con el pecho de madera y el corazón astillado. El amor sale del celuloide y en ocasiones vuelve a él. Pero en la vida real no hay finales hasta el final.


viernes, 6 de septiembre de 2013

233º paso en el búnker

El Sablista en la revista Agitadoras.

El sablista carece de fuente propia de energía, por eso se rodea de personas a las que succiona y desecha. No tiene amigos, sólo estaciones de servicio. Nunca nadie te abrazará con tanto entusiasmo ni te olvidará con tanta facilidad. Este sablista en concreto, ha conseguido sacarles dinero a morosos y truhanes de acreditada trayectoria sin despeinarse, ha vendido a sus más allegados con un gesto afable, y es capaz de mentir con la soltura de un político profesional. Sentados a la mesa de un bar renegrido a punto de cerrar, me rastrea con el cuerpo ladeado, la mirada resabiada, en la esperanza de sacarme algo y que parezca que me está dando. Nos conocemos desde la caótica adolescencia, sabe que le aprecio porque forma parte de mi álbum de fotos, pero que me dejaría cortar un brazo antes de meter la mano en el bolsillo para prestarle dinero. Aun así, tiene la tentación de hacer un juego de malabares verbales con el que mantenerse en forma. Miro hacia la puerta del local bostezando ampliamente, seguro de que captará el mensaje. A mí me aburre, se lo he visto hacer muchas veces: trucos en los que usa la tragicomedia dialéctica, con aspavientos trufados de historias rocambolescas. Por eso se levanta, me da una palmada y se despide. Se va en busca de alguien menos trillado antes de que la noche se consuma sin extraerle tajada. Pienso que acabará pidiéndome una transfusión de sangre para alguna operación futura, algo a lo que no me pueda negar. El caso es que no me escape sin darle mi parte, la que él considera por ley que todos debemos entregarle. Sonrío mientras me palpo las venas. Me dan el último aviso desde la barra. Me acerco a pagar las copas. El camarero me informa que mi amigo ha cogido además un par de sándwiches antes de irse. - Mi amigo - repito en voz baja, y pago sin protestar.


jueves, 5 de septiembre de 2013

232º paso en el búnker.


Que sí, que vale, que el Camino puede hacerse en lancha motora o en ala delta. Pero el peregrino va a pie, y fin de la discusión.

lunes, 26 de agosto de 2013

231º paso en el búnker.


Puerta de la Iglesia de La Asunción, en Cañas, La Rioja. Frente a la Abadía Cisterciense. Por aquí estoy perdido buscando el Santo Grial.


Es difícil que me marche, pero cuando lo hago, es difícil que vuelva.

                   Mientras tanto...

Transformar los sonidos en sabores para comerme esa maldita sinfonía que retumba en el muro que me une a un vecino más sordo que melómano,  provoca en mí una mala digestión y evacuación diarreica. Uno puede llegar a odiar hasta la belleza si se la imponen. Pero la calle no es salida, son tiempos de fiestas patronales y quien no golpea un tambor no siente el terruño en la sístole del corazón. Luego del jolgorio popular volverán los del martillo pilón, las grúas y las zanjas para mejorar nuestra calidad de vida con una red de hilos tramando algo bajo nuestros pies. No doy con la sintonía del móvil que se amolde a mi sensibilidad actual respecto a los sonidos. Todas están pensadas para desestabilizar provocando trastorno bipolar. El claxon de los coches se prueban a sí mismos que son símbolos viriles. No hay medida de tiempo más corta que aquella que va de un semáforo puesto en verde a un tonto al volante pitándote en el culo. Entras al cine y parece que un virus salvaje es inoculado a través del aire acondicionado provocando toses espasmódicas en los espectadores. Sales del cine y la gente necesita tiempo para adecuar la inflexión de su voz, que viene del reciente silencio de penumbra. La estridencia es un arma de destrucción invasiva. Probablemente por ello no muchos hayan podido ver hasta el final la película del gran silencio. Los monjes en su vida cotidiana deslizan sonidos que sólo ellos saben interpretar. Te sugestionan con sus movimientos rituales, con sus señales de hábito, y te invitan a una última cena sin brindis. Si no fuera porque del monasterio también se puede salir, haría los votos con los oídos tapados. La pobreza, teniendo para comer, vestir y dónde dormir, es al menos clase media. La castidad voluntaria siempre será mejor que la obligada. La obediencia hacia quien debe obediencia tampoco puede ser peor que tragar con los despotismos de un jefe de sección de estupidez contrastada. Y a cambio te ofrecen silencio, que aunque ellos lo llamen oración, no deja de ser un artículo difícil de conseguir incluso en la cumbre del Everest. 


lunes, 1 de julio de 2013

230º paso en el búnker.


Una colisión en cadena en la carretera comarcal. El campo de tulipanes se encharca en sangre. La lluvia no pudo diluir el rojo. Las piernas amputadas desean ser útiles como bates de béisbol, ver carreras de cerca mientras las dejan caer sobre la tierra en busca de la siguiente base. Al final de un accidente te espera una silla de ruedas para sacarte a pasear desde la altura de un niño, pero se te empina como a un caballo y nadie quiere montarte. Después del trabajo delante de una pantalla de ordenador, donde estar sentado es una ventaja, el parapléjico acude al centro de rehabilitación a realizar sus ejercicios fisioterapéuticos. Le han hablado de los juegos paralímpicos, pero ya tiene su agenda saturada de chorradas. Está harto de escuchar cómo los mancos anhelan jugar al tenis, o los cojos ser delanteros del Madrid. Está cansado de gente que no acepta su condición de paralítico e iza la bandera de la superación. ¿Superarse es rascarse el pie que no tienes? En su opinión ya es hora de que algunos dejen de comprar zapatillas de marca con las que lograr mayor suspensión en los saltos de pértiga. Ya es hora de no hacer más el memo y empezar a hacer bien lo que bien puedes hacer. Bastante difícil le resulta engrasar su propia silla de ruedas para dedicarse a experimentos de astronauta. Ha oído hablar de un asunto turbador al que los especialistas ponen este título: trastorno de identidad de la integridad corporal. Ha consultado sobre el asunto en Internet, son gente que quieren amputarse miembros para quedar postrados en una silla de ruedas, alcanzando con ello la realización personal. Wannabe de la ortopedia. En ese momento llaman al timbre de la puerta, y él, movido por pretéritos impulsos, se desploma en el intento de levantarse a abrir. Llora en el suelo tragándose el dolor  de verse así en los malditos espejos.

jueves, 20 de junio de 2013

229º paso en el búnker.

POEMA 16 del libro "Poemas Fundidos"

Évariste Galois y su grito: recordadme,
 ya que el destino no me ha dado vida bastante.
Desde allí somos una teoría de grupos,
somos el resplandor de lo que nunca fuimos.
Gritad en las calles que el destierro no
nos galvaniza, que todo nos ha sido dado
en drenajes que nos vacían de empuje.
Solos ante el delirio de una pistola
que se encasquilla ante su epitafio.
Sombras errantes que avanzan anunciando
su fe, buscando la vida y la resurrección,
antes de la nieve perpetua,
de la teoría de cuerdas elegantes,
soga como nudo de corbata
ahogando las palabras del infierno deshabitado.
Dejadme que mire mis propios temblores,
que deshaga la mística de esta recompensa
que me lleva hacia otros parajes de aluminio.
Dejad que suspire fados con sabor a plátano,
que lea biografías de personalidades extintas
que me recuerden el compás del sinsentido.
Para dar razón a este destino ofuscado que
se agota, dejadme junto a la farola a solas
con la nomenclatura de mis músculos.
La certidumbre del duelo carece de excepciones,
la vida bastante es la que dura
más que su inquilino.



lunes, 17 de junio de 2013

228º paso en el búnker.


"Dos lenguajes por Luis Amézaga, es un relato que «profana» las ideas asumidas" . (Pedro Martínez)

La ilustración que encabeza el texto es una fotografía del director de la revista, Pedro M. Martínez.


La necesidad del otro en ocasiones puede llevarnos al sonrojo.

Mitad perro salvaje, mitad mujer asilvestrada. La cabeza se vuelve para morder los genitales...

"Dos Lenguajes" en la revista Almiar-Margen Cero.

miércoles, 5 de junio de 2013

227º paso en el búnker.


Hoy se agrietan las manos que te cerrarán los ojos. No salpiques al morir. La posteridad no es para tanto. Decidiste no cuidar tu cuerpo porque te parecía una posesión poco valiosa. Ahora lo echarás de menos. Te permitía ser un peso pesado y jugar con tu personaje. Mirabas su cara repleta de intencionados pliegues, sus andares imprecisos, sus aprensiones difusas, sus adjetivos demoledores. Pero el que mira no es lo que ve. Y no conseguiste identificarte con él o asimilarlo como propio. Su luz resultaba mortecina para tu gusto, y consideraste que no merecía la pena dejarlo escrito. Sin narración de los hechos, no hay hechos, solo fugaces entrecomillados. Solo niebla, que son nubes rasantes zancadilleando a los transeúntes. Solo silencio embalsamado, incapaz de como dicen pomposamente ahora, articular un relato. Pero tu cuerpo no era ciego y tuviste que obligarlo a la oscuridad diciéndole que polvo es y en polvo se convertiría, para en las estanterías de una casa desahuciada reaparecer. Tu cuerpo se codeaba con criaturas que decían vivir una crisis de deuda. ¡Señor, perdónanos nuestras deudas así como nosotros intentaremos cobrar a nuestros deudores!


Las hormigas no saben que soy su dios y que de un pisotón puedo acabar con sus afanes. ¿Sabes hacer el amor? ¿Y deshacerlo? Para ti una buena muerte es no echar de menos lo que dejaste atrás, anhelar lo que te espera y reconoces, compadecer a los que lloran sin saber el motivo, hacer un corte de mangas al dolor de las células, desenmascarar los sueños, alumbrar el entendimiento y no necesitar contarlo. Dejar de escribir. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

226º paso en el búnker.


La tormenta se disuelve como una onza de chocolate en la boca, deja lenguas de barro y la tarde ceñuda y rabiosa. Acaba por desvanecerse con una cínica sonrisa blanca en la cara, no dejando rastro de los sollozos que la crispaban. La ciudad suena otra vez a sí misma, con agujetas en todos sus músculos, asustada ante la virulencia irracional que la amedrenta y nos hace agachar la cabeza pegados a paredes y fachadas en busca de protección, como si fueran la caja torácica de un amuleto infalible.


jueves, 16 de mayo de 2013

225º paso en el búnker.


Desde mi observatorio bunkerizado.

Qué les hace pensar que es mejor para la especie humana la permanencia indefinida de los mismos individuos en lo que denominan inmortalidad o vida eterna, respecto al método con el que funcionamos ahora de continuo relevo de individuos en el cíclico proceso de vida y muerte.


¿Están pensando en lo más beneficioso para la Humanidad como especie o en el subjetivo interés de un grupo más o menos numeroso de individuos?


Cada generación vive tensionada entre el brazo que se alarga hacia la esperanza del futuro, y la nostalgia de una mirada dirigida hacia un más simple pasado.


Se incide mucho en el ignorante que se escandaliza con facilidad ante los nuevos retos de lo desconocido. Pero poco ante ese tipo de ignorante cada vez más habitual que aplaude de forma entusiasta cualquier cosa que no entiende.


En el siglo XIX nosotros éramos los no vivos. En el siglo XXII, los siete mil millones de personas que hoy habitamos el planeta, estaremos todos muertos. Eso no quita pujanza a la especie, la renueva.


El conocimiento conlleva responsabilidad y obligaciones.


Si le das perlas a un cerdo es porque esperas que el cerdo cambie su naturaleza, o porque ya no le otorgas a las perlas el valor que tenían. En cualquier caso el cerdo no tiene culpa de tu ficción elevada a ciencia.


El hecho de que hayamos inventado (y guardado dispuestos a usarlas en algún momento) armas suficientes para autodestruirnos, me hace pensar que se trata de un sistema de seguridad contra nosotros mismos y nuestro afán de perdurar por encima de otros criterios generales.




martes, 7 de mayo de 2013

223º paso en el búnker.



Mover las cosas de sitio. Movernos tras las cosas. Mudanzas. Vaciar los teatros que fueron escenario de actuaciones irregulares. Llenar otros nuevos con una presencia que no deja de ser la misma, aunque quizá consigamos engañar a los ojos que la miran. Cambiar la pintura del techo, jugar con los espacios, trasladarnos por el mapamundi en busca de una casilla que lleve nuestro nombre inscrito. A veces se logra  la resignación, el cansancio que viste siempre con pijama a rayas, y escucha la radio por las noches. Los trotamundos prefieren tener todas las fichas en la mano antes de elegir jugada, generalmente cuando ya es demasiado tarde para ganar. Los sedentarios apuestan antes de saber las posibilidades del juego. Luego les llega la nostalgia de lo que desconocen, de lo que pudo ser. Estar callado muchas veces es una obligación. Arrastrar cajas es un castigo del pasado. Enfrentarte a una nueva pared. Mientras. Durante. Nadie se mueve a la velocidad de la vida. En el ritmo está el secreto, en saber desplazarse y en estarse quieto.