
La evolución en mi caso es que no sé hacer fuego con un palo y una piedra, que no sé orientarme en el monte, que no sé identificar las estrellas del firmamento, e ignoro si se avecina una tormenta hasta que me cae un rayo encima. No sé plantar una lechuga ni usar una azada. Si tuviera que volver a la tierra, me moriría de hambre.