Ya que no elevasteis la voz cuando vuestra voz valía algo, no exclaméis ahora como monjas de clausura ante el descubrimiento íntimo del cepillo de dientes eléctrico: “uy, uy, uy, ay, ay”.
¿Huelgas? ¿Y qué van a dejar para cuando las cosas se pongan feas de verdad? Espero que no acuda a la llamada de UGT y CCOO ni el que sujeta la pancarta.
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