Solo usaré la inteligencia como último recurso. Tampoco quiero abusar.
miércoles, 23 de junio de 2010
97º paso en el búnker
Es imposible convencer a nadie. Pero sí se le puede vencer. Así que te espero fuera para darnos de hostias. El que se mantenga en pie se queda con la razón.
Ese era el sistema del colegio. Recuerdo la famosa frase: “a la salida en la palmera” (en la puerta que daba salida del patio a la calle había una palmera). Después cada uno se ponía un lado, enfrentados, arropados por sus “partidarios”. El primero amenazaba, el segundo amenazaba más fuerte, el primero gritaba más, el segundo le insultaba, el primero hacía amago de lanzar el brazo, el segundo copiaba el gesto pero con más cara de rabia, el primero volvía a la amenaza, el segundo se ponía sarcástico y se reía, el primero adoptaba actitud de desprecio, el segundo hacía un gesto de “paso de este imbécil”. Finalmente, los dos con la cabeza muy alta y alardeando ante todos de haber “puesto en su sitio” al otro, se alejaban camino de su casa. Los dos quedaban convencidos de haber “ganado” la razón y los que mirábamos y no formábamos parte del séquito de ninguno de los dos, veíamos divertidos cómo habían hecho el más miserable de los ridículos.
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Ese era el sistema del colegio. Recuerdo la famosa frase: “a la salida en la palmera” (en la puerta que daba salida del patio a la calle había una palmera). Después cada uno se ponía un lado, enfrentados, arropados por sus “partidarios”. El primero amenazaba, el segundo amenazaba más fuerte, el primero gritaba más, el segundo le insultaba, el primero hacía amago de lanzar el brazo, el segundo copiaba el gesto pero con más cara de rabia, el primero volvía a la amenaza, el segundo se ponía sarcástico y se reía, el primero adoptaba actitud de desprecio, el segundo hacía un gesto de “paso de este imbécil”. Finalmente, los dos con la cabeza muy alta y alardeando ante todos de haber “puesto en su sitio” al otro, se alejaban camino de su casa. Los dos quedaban convencidos de haber “ganado” la razón y los que mirábamos y no formábamos parte del séquito de ninguno de los dos, veíamos divertidos cómo habían hecho el más miserable de los ridículos.
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