Sí
señora, este es el teatro donde se ha interpretado el magnífico vodevil entre la
piedra angular (Pedro) de la socialdemocracia nacida de primarias y la coleta
que se cayó del caballo (Pablo) para ir a abrevar al socialismo del siglo
veintiuno. No sea tímida y acérquese al escenario. Toque usted la tarima donde
ocurrió la magia, o mejor dicho; el truco. Llévese un trozo como reliquia. Hágase
un colgante. Esto es histórico. Esto no lo predijeron los Simpson. Señora,
España es jugadora. Solo juegan los que tienen algo que perder. España tiene
mucho que perder. A doble o nada, señora. Si es doble, volverá a jugar, porque
ningún jugador lo deja cuando gana. Lo cierto es que el jugador juega para
perder, hasta que no pierde no para. Y España acabará perdiendo. Entonces se
estirarán los dedos índice para señalar culpables. Cuando pierdes buscas
culpables. La culpa son los otros. Y les quitarán lo que tengan ahorrado para
volver a jugar y a perder. Porque cuando juegas con desesperación no hay
posibilidades de ganar. A España le gusta jugar, señora, y necesita perder por
la cosa de la tragedia, tan nuestra, tan hambrienta de sangre propia, como una
transfusión envenenada. Calle un momento, señora, escuche el eco aún vibrante
del aplauso desde la platea. Nos gusta aplaudirnos la cara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario