sábado, 24 de septiembre de 2022

La danza del espacio infinito -195

 


Dan lástima esos abuelos deseando que acabe el verano, acorralados por niños salvajes y dependientes, incapaces de jugar por su cuenta, endosados por unos hijos que buscan aire libre lejos del papel paternal que hoy exige un máster para estar a la altura de los pedagogos modernos. El verano no es para viejos. Los viejos no son bicicletas, son mulas de carga. Los viejos de hoy son la base de la pirámide. Y la pirámide es el símbolo de la esclavitud para mayor honra del faraón. En nombre del amor y de la familia se cometen abusos que pasan inadvertidos para el código civil. El amor da intensidad y sentido o se vuelve un sinsentido atronador. De qué depende. De la reciprocidad. Los abuelos no pueden quejarse, saben que están a punto de entrar en declive físico y necesitarán ayuda. No pueden dinamitar ese puente, aunque luego descubran que es un puente que revienta solo. Los abuelos no aman, calculan; y no les salen las cuentas porque los hijos han calculado antes y mejor. Ay... el amor.


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