viernes, 18 de noviembre de 2022

La danza del espacio infinito -218

 


El que escribe renuncia a la experiencia para verbalizarla. Es un error que solo se compensa cuando las palabras escritas son capaces de provocar una experiencia en quien las lee. El resto de criaturas del universo no escribe, no lee, no parlotea. Nosotros sí, y es una capacidad deslumbrante que no ha de cegarnos. Es disfuncional que el lenguaje nos domine. Deberíamos ser capaces de darle al interruptor para encenderlo y apagarlo a nuestro antojo. No ocurre así. No somos capaces de vivir sin verbalizar todos y cada uno de nuestros pensamientos. Si algo no somos capaces de convertirlo en palabras dudamos de su existencia. El lenguaje es el hilo musical constante de nuestro cerebro, incluso en el silencio exterior. El lenguaje, cuando no provoca experiencias de vida, es solo ruido. Y tapamos el ruido con ruido. El mundo que hemos creado es eso. El amor es experiencia que se estropea cuando se explica. La vida también.


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