Tienes la identificación asentada en el cuerpo, pero te ronda la intuición de que eso no puede ser todo, que tú eres algo más que ese futuro e inevitable polvo y cenizas. El caso es que no puedes acceder a ese "algo más" con las herramientas que manejas. ¿Qué hacer? Si supieras exactamente qué es lo que has perdido, te levantarías e irías a buscarlo, a registrar los cajones, a poner tu casa patas arriba hasta dar con ello. El asunto es que tienes la intuición, pero no sabes (ni la mente puede saberlo nunca) qué has perdido. Entonces ir a buscarlo es inútil. Lo sensato es romper con la dinámica aprendida, retirar la atención de todos los intereses que te mueven como si fueras una hoja al viento. No busques, abre espacio, permite que el vacío se extienda, reposa en él y espera sin esperar nada en concreto. Ese "algo más" eres tú, siempre has sido tú. Cuando lo encuentras, lo primero que descubres es que no lo habías perdido. Espera, aún hay más, que es algo menos: ese absoluto impersonal que ya funciona en ti sin distorsión, no detiene la carrera del cuerpo, que sigue su camino escrito con visibilidad mejorada.
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