La mente declara a los cuatro vientos que anhela estar en paz, pero se aburre pronto de esa paz. La mente es adicta a la tragicomedia, a las emociones de la montaña rusa; lo reconozca o no. La paz no es un estado de ánimo, es mucho más, es cuando el estar coincide plenamente con el ser, cuando son dos verbos en uno.
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