domingo, 23 de mayo de 2010

70ª paso en el búnker




Equinoccio del último escalón que desciende a la bodega donde el hijo que abandonó la clausura benedictina bebe hasta caer en la mística del desvanecimiento sin detenerse en plegarias que ni los guardias urbanos atenderían bajo previa queja administrativa cuando están tan ocupados en evitar la agresión de una divorciada cuyo plan maquiavélico consiste en amargarle la vida a su ex a costa del producto genéticamente tratado de su coño atizador y amante de las reuniones feministas donde laceran al hombre rústico de la ciudad engatusada por el calentamiento antropogénico y sus magos habilidosos con las bolas de cristal llenas de polvo que son polvo no echado en aquel aparcamiento vacío de coches pendientes de la operación salida hacia lugares remotos.

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