lunes, 3 de enero de 2022

La danza del espacio infinito -28

 


Un camión rueda a toda pastilla por una carretera de un solo sentido con la megafonía en el techo a máximo volumen. Así funciona nuestro cerebro. Las cabezas se asoman a las ventanas para ver de dónde viene tanto jaleo, el resto de automóviles reducen la velocidad por precaución. Lo inteligente es dejarlo pasar y no pretender detenerlo o interponerse en su camino. Lo conveniente es esperar a que agote la gasolina, se le ahogue la voz, o se estrelle contra el desinterés. Estar en el ser y punto, viviendo con intensidad comprendida el momento, contemplando con desapego cómo transita ese camión conducido por el loco de la argumentación o la pirada de la imaginación. Ríete de sus propósitos, de sus mensajes. Ambos se creen muy listos, muy intuitivos, muy importantes. Ambos son válidos como siervos y no valen nada como señores. Pero aspiran a señorear. La avaricia de ser otra cosa. Tú te ríes de ellos porque no buscas respuestas, no tienes objetivos ni sueños. Eres y no vas a dejar de ser por mucho que esos dos locos quieran seducirte con sus vanas palabras e imágenes. El camión acelera, ofusca los alrededores con ruido. Tú te ríes. Y te llaman loco.


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