jueves, 3 de febrero de 2022

La danza del espacio infinito -59

 


En la  juventud tuvo un par de ataques de dignidad. Llegó incluso a quemar billetes de curso legal como un ejercicio expresivo de liberación ante el poder omnímodo del capitalismo. En esos aspavientos con mensaje nunca actuó como un fanático. Era consciente en todo momento del juego y que le duraría poco. Hizo méritos ante los grandes conceptos buenistas y jugó a ser auténtico. Hoy te quemaría las manos si osas quitarle uno de esos billetes. No es cinismo, es realidad sin maquillajes, como recién levantado de la cama. El miedo a la precariedad se impone a la dignidad. Nadie respeta, por muchos y sólidos principios que le guíen, al muerto de hambre. Le duele la cabeza porque la conciencia a la que tiene que adormecer da la murga. Ve y escucha en youtube biografías de santos y se emociona, aunque sabe que en este mundo no puede haber santos; a lo más, mártires. El capitalismo no ha acabado con la diosa burocracia y el infierno es recorrer por los tiempos de los tiempos sus vericuetos de trámites administrativos. Pide la intercesión del mártir Kafka y se queda dormido como escape natural del día de la marmota, atrapado en el tiempo.

 


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