Conocí un sabio hace muchos años. En este caso, aunque no es relevante, se trataba de una mujer. Cuando te topas con un sabio lo reconoces casi al instante. Su característica principal no es la erudición, sino que se comporta como una especie de espejo que te refleja perfectamente. Me comunicó algunas cosas. Pero esta, en concreto, la recuerdo a menudo: "cuando apruebas la asignatura de la verdad, aún tienes que examinarte del amor y de la belleza".
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