jueves, 25 de enero de 2024

El zumbido del que subyace-64

 


Cuando lo que eres se aviene a ser percibido por tus sentidos es como experimentar la vastedad de la naturaleza a través de un tiesto en tu ventana.

La mente es contenido hipnótico. La conciencia es continente impersonal. Puede haber continente sin contenido, pero no al revés. La mente puede morir de inanición por falta de atención. Esa muerte en vida le hará brillar como nunca, porque es una muerte del contenido manoseado, del plato recalentado de la memoria. La conciencia de ser acaba por disolverse en el ser que no precisa de conciencia. El sufrimiento viene de creer que el contenido, bien hilado y de apariencia continua, es lo fundamental. La continuidad solo la posibilita el continente.  

La mente, aunque parezca colaborar en su propia destitución de anquilosadas costumbres, guarda tensiones en el cuerpo que desembalsa de manera abrupta e inesperada, mostrando aún su desarmonía con el papel secundario de colorear que le corresponde. Esas pataletas desaparecerán si no les prestas atención, si a la mente no le cedes tu identidad. Es tu atención y el otorgamiento de importancia lo que las provoca y agranda. Mantente en ti ¿Dónde si no? En el fondo del océano, donde el oleaje no interrumpe la paz.


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