Cada pensamiento acarrea una historia, cada recuerdo
trae aquí una historia, cada sueño es una historia. Y al "yo" lo
concebimos como el acumulador de historias. El "yo" llama vida a esas
historias cuando están avaladas por los sentidos: Yo he visto, yo he oído, yo
he tocado, yo he sentido, yo... Hasta los yogures tienen una fecha de caducidad
más dilatada que esas historias. Nos gustan las historias. Si le preguntas a
una persona quién es te contará una historia. El contador de historias es en sí
mismo otra historia más. Hay algo primigenio, algo preexistente, donde surgen y
se disuelven estas historias. Y ese algo no tiene historia, ni tiempo, ni
limites, ni desenlace. Y eres ese algo, que es todo lo que hay, que es lo único
que hay, que a veces lo llamas Dios.
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