martes, 3 de mayo de 2022

La danza del espacio infinito -128

 


Habías borrado de tu memoria hacía tiempo a esa persona, cuando anuncian por la tele que acaba de fallecer. Lo mismo sucede con la disolución de grupos armados. Quién puede acordarse de una organización nacida para asesinar cuando hace tiempo que no pone una muesca en su revólver. Quizá las víctimas, que nunca dejan de serlo; al contrario, cada vez lo son más. La retórica de los terroristas es tan insufrible como su actividad. Llamar la atención es su afán infantil, queda tan ridículo en una banda de matones, que espero no alarguen su propaganda de muerte ajena y propia. Los nacionalismos silban para despistar. Los globalistas despistan para silbar. La causa devora a los hombres, éstos devoran a otros hombres en nombre de la causa. En una reserva cercana a Johannesburgo, el león Shamba atacó a su cuidador hasta dejarlo malherido. Los vigilantes abatieron al animal que nada impropio había hecho, que actuó movido por su instinto depredador. Pero para nosotros tiene más valor la vida de un hombre que la del animal. Es lógico. Protegemos a los de nuestra especie. De no ser así, no habríamos llegado hasta aquí. Es más, aunque el león, con una certera dentellada hubiese arrancado de cuajo la cabeza del cuidador, los vigilantes lo hubiesen abatido igualmente. Porque para nosotros tiene más valor el cadáver del hombre que la vida del león. Ya nos encargaremos luego de matarnos entre nosotros por una causa que no venga a cuento, por un supuesto derecho a decidir. Pero ese es otro relato. Hemos de vigilar que la historia no la escriban los asesinos.


lunes, 2 de mayo de 2022

La danza del espacio infinito -127

 


No hay actividad más cara, y al mismo tiempo más rentable, que la guerra. Las vidas humanas son fácilmente reemplazables como queda demostrado a cada paso. Unos se van, otros vienen. Cada vez somos más. Si ningún acontecimiento externo nos merma, tendremos que ir pensando pronto en guerrear por causas de lo más peregrinas. Da igual, el caso es purgar y reconstruir. La verdad en ocasiones suena cínica. Nos sigue gustando matar, aunque no esté bien visto reconocerlo. Las guerras se permiten y se alientan siempre y cuando no nos manchemos de sangre el cuello de la camisa. ¡Que no se vea la muerte cerca de casa, que es escandalosa y deprimente! Escondemos a los héroes, no les escribimos poemas épicos. A la guerra no le gustan los testigos con escrúpulos. Huele a carne churruscada. El aroma viaja por el invisible desde el asado campo de batalla, donde las piernas van tiznándose al crepitar del sarmiento. La paz de las naciones es glotona, grasienta, perezosa, con falta de iniciativa y sobrada de vicio. No sé por qué tiene tan buena fama. Ah, sí, que el objetivo de muchos es la felicidad, y la identifican con embobarse escuchando música de cámara. ¡Donde esté un buen misil reventando los oídos!


domingo, 1 de mayo de 2022

La danza del espacio infinito -126

 


Aumenta el número de personas que no entiende por qué razón no se elevan sus opiniones personales a decreto ley de manera inmediata. <<¡Es una injusticia!>> claman a una. Yo tiemblo, porque estoy hecho de duda y recelo. Las opiniones, si te las crees demasiado, sólo pueden traer problemas. Leo una pancarta: "el miedo va a cambiar de bando". Yo tiemblo. ¿Estaré equivocado por intentar escapar de los bandos tan feministas que siempre acaban en bandas? Aquí el género sí aporta un matiz de interés. Juzgar no se me da bien, tiendo a comprender con facilidad la miseria y la maldad. Si en alguna ocasión me pongo intransigente, al mirarme en el espejo se me pasa. ¿Cómo hemos llegado a articular una serie de reglas sobre lo que está bien y mal que no somos capaces de cumplir ni de lejos? No nos aceptamos, solo admitimos una imagen utópica de nosotros mismos que no genera más que frustración y violencia. Sabemos cómo deben ser los dioses, pero no creemos en ellos. Queremos ser los dioses en los que no creemos. La incoherencia es nuestro sello. Es lógico que acabemos por perder la memoria. No queremos testigos indeseables.


sábado, 30 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -125

 


Coge una causa justa, ponla en manos de un hombre - el que sea - y obtendrás un campo de minas. Las personas honestas son las que no han tenido tiempo u oportunidad de ser deshonestas. No es cinismo, ni tampoco es crítica. Es así. Queremos que no sea así. Qué más se nos puede pedir que buena voluntad. Los mejores son los que trabajan de sol a sol por la menos mala de las opciones que se nos presentan. ¿Algo que añadir? No lo hagas, no lo estropees. Sé escueto, no te alargues manoseando el bien. Cuando te topes con un corrupto, intenta seducirlo, intenta convencerle de que puede obtener beneficio manteniendo a la pieza viva, para ello debe no pasarse en la corruptela. Cuando te topes con alguien de fama intachable, de reconocida honradez pública, sospecha y sé prudente.


viernes, 29 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -124

 


Sólo con desearlo no sirve, y si por alguna cabriola del azar lo consigues, no tardará en asaltarte otro nuevo deseo. Cuando transpiras fracaso, esperas al menos que se te conceda la tranquilidad del derrotado. Ni hablar. Por eso te echas a dormir cada vez más veces, más tiempo. Andas ya por las 18 horas de sueño reparador. El exterior no está hecho para ti, tu nivel de concentración es bajo, así que duermes porque en ese guión que no controlas, ha aparecido el personaje de una hermosa mujer que te muestra un afecto que nunca habías imaginado. Cada día, cada sesión de sueño, sea cual sea la historia onírica, ella se muestra en diferentes papeles, y en todos ellos te acaricia. No puedes dejar de dormir, no puedes dejar de ir a buscarla a esa dimensión que es vuestro nido de amor. ¿Ella no es real? ¿Tú lo eres? ¿El sueño no es con lo que siempre habías soñado? Duerme, no permitas que te despierten.


jueves, 28 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -123

 


Hacemos bien en buscar nuevos mundos por dentro y por fuera del sistema solar. Presentimos, aún en la intimidad, que somos un proyecto abandonado. Hemos llegado lejos, pero tenemos una maca egocéntrica y autodestructiva que no somos capaces de ahuyentar y que nos impide la sublimación de la especie hacia la representación universal. Hemos tocado techo. Nadie nos mira. Podremos sobrevivir mucho, mucho tiempo, porque hemos desarrollado un número inmenso de habilidades y manejamos con maestría los recursos que se nos ponen al alcance, pero no habrá chispas nuevas, no habrá más recursos extraordinarios en nosotros, ni empujones evolutivos, ni saltos de calidad en la visión de paradigmas. Los grandes planes del universo ocurren en otro lugar. Tuvimos una oportunidad, pero no pudo ser. Tampoco importa mucho, de todo se aprende y los otros proyectos avanzarán un poco más, llegarán más lejos. Por eso es comprensible que tengamos la aspiración de conocerlos antes de extinguirnos. Es lo que importa. Le había cogido cariño a esta envoltura, ahora dejada a su suerte. Seguro que nuestro espíritu obtendrá el reconocimiento que se merece en la culminación del proyecto.


martes, 26 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -122

 


Me duelen las articulaciones, me cansa el movimiento, me atrae el estatismo perenne que aboca a una realidad de purgatorio. Noto cómo crecen las uñas y el pelo, cómo se  agolpan los glóbulos rojos en las entradas de la autopista, cómo el sudor barniza la piel con la sutileza de quien espera que resbales y te mates. Vuelvo un momento al purgatorio, el peor sitio del universo. Al menos en el infierno te puedes relajar y dejar ir. Mi sueño se puebla de personajes desafinados en una filmación trepidante y surrealista. Son tan bulliciosos mis sueños que no puedo seguir durmiendo. Me incorporo, me coloco unos cascos y escucho la armónica de un joven Bob Dylan, pero qué digo, Dylan nunca fue joven. Son las tres de la madrugada, la cama ha sido bombardeada y es el sitio menos confortable del planeta. Se me caen las gafas cuando iba a pedirles en matrimonio. Fuera suena la tormenta que viene o se va. Cuento los segundos entre el rayo y el trueno que juegan al pilla pilla. Sin drogas, la realidad no es para mí ni para nadie. En las aldeas, si preguntas por un camello, te presentan a un señor cheposo.


lunes, 25 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -121

 


En las huertas se cultivan hombres deslomados, riñones quejumbrosos, caras sofocadas. Las huertas son el respiradero del jubilado, el soporte vital de quien no soporta la vida desparramada de las aceras. En las huertas el hombre busca el último asidero a la productividad, la razón para salir de casa, el orgullo de poner en la tierra una simiente y sacarla de la tierra hecha una dama. La ecología no entra en el diccionario del hortelano. El sudor es la prueba de su autoestima.

            Alfie Evans fue un bebé inglés al que los médicos dieron por amortizado, apelaron a un juez para desenchufarlo contra el criterio de padres y de algún otro hospital que ofrecía sus servicios. Alfie Evans, ajeno a la burocracia y ética de los vivos, vivió y murió como si supiera algo que los demás ignoramos. Los incrédulos que no creen en la permanencia de lo que no está sometido a transitoriedad, aceleraron sus razonamientos a la hora de darle matarile. Los que sí dicen creer en la posdata, ahuyentaron su muerte como si fuera una condena definitiva e injusta. En cualquier caso, fue la demostración de que un Estado hace el ridículo tomando decisiones sobre la vida de los individuos. Digo ridículo, por no cagarme en su puta madre, porque no la tiene. La naturaleza humana chirría maravillosamente, pero la burocracia que nos imponemos como orden de convivencia, es directamente mutiladora.

            Jorge no tiene huerta. Jorge está en su casa viuda. Jorge está harto de estar sometido a dios, a la ciencia, a los axiomas sociales y al Estado. Jorge toma la decisión de hacerse con las riendas de su destino: abre la ventana de su cuarto, se encarama al alféizar, cuando va a saltar el frío del exterior le paraliza; vuelve dentro de la habitación, coge un abrigo del armario, se lo abotona hasta arriba y se precipita al vacío con la sonrisa estúpida de quien se siente libre por última vez.


domingo, 24 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -120



A esa frase que me asalta en medio de la noche como un despertador resentido, le reto a que sobreviva en mi memoria hasta el alba cuando las letras se ordenan como las primeras aceras. Le reto a que sobreviva después de pasar por el desierto de los sueños que aúpan la confusión. No acepta el reto. Quiere que en cuanto suena, me levante y le muestre vasallaje. Estoy harto de frases megalómanas. Antes me entraban por el ojo hambriento como un cebo de alta cocina. Ya no. Ahora me resbalan por la frente cubierta de una ligera capa de grasa sin penetrar en el cráneo.

 


sábado, 23 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -119

 


Te puedes derrumbar, desplomar, abatir, desalentar, hundir o desmoronar. Pero toma las precauciones necesarias para que no haya un después. Si la historia continúa, solo eres un memo dramatizando una pose. La vida aprieta y tú te ahogas. Las uñas no se cortan un pelo. En el cementerio se pasan las horas muertas. El tiempo pasa volando en los aviones. Las chorradas acuden a tu boca en el momento más inadecuado, cuando la tragedia bruñe el alma del condenado. Los ojos, que son quienes ven, callan. Y la boca, que nada ve, habla.

 


jueves, 21 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -118

 



En otra vida, en la exultante Roma, acudió un antepasado mío como espectador al Anfiteatro Flavio, después llamado Coliseo, a ver al esclavo Sirio que por primera vez fue lanzado a la arena con apenas catorce años para ser carne y sangre del fragor de las masas. Pero dio la sorpresa y salió vivo del envite. Mi antepasado se hizo seguidor de aquel muchacho que dio tardes de gloria al espectáculo de la vida y la muerte sobre la arena. Presenció sus 34 combates. Ganó 21 de ellos, empató nueve, y tuvo que pedir clemencia para seguir vivo en cuatro de ellos. Flamma, que así se llamaba el muchacho, entrenaba nueve horas diarias, seis días a la semana, para manejar con maestría las armas, adquirir destreza física, obtener entereza mental, aprender a matar y morir delante del público necesitado de épica, de honor, de héroes, pero también de sangre derramada que no fuera la suya. Flamma ganó dinero, prestigio y honra como luchador. Cuando él formaba parte del cartel, la ciudad se paralizaba. Cuatro veces le concedieron el rudis, la espada de madera, que implicaba liberarse de ataduras y la consecución de la ciudadanía romana para vivir en libertad como mejor estimase. Flamma renunció las cuatro veces a esa distinción. Él era querido por ser gladiador y a eso se dedicó hasta los treinta años. Su final dio paso a la leyenda. Unos dicen que murió, otros que vivió hasta la vejez con su familia lejos de los focos que no existían. Los gladiadores, antes de los combates, disfrutaban de suculentos banquetes y de la compañía de mujeres hermosas. El premio venía anticipado, por si acaso dejaba de haber luz al final del corredor de la muerte. Algunos de los mejores gladiadores luchaban apenas tres o cuatro veces al año y ganaban más dinero que un legionario romano en batallas durante un año. Pero a la hora de la consideración social no eran más que una prostituta, y su testimonio en un juicio no era considerado válido. Luego llegaron los cristianos. Por la costumbre que tenían de generar revueltas y levantamientos, los tiraron a la arena a morir sin ninguna opción. La noble batalla de hombres fornidos y entrenados, en ocasiones se convertía en una encerrona sórdida. La moral cristiana luchó contra esa lucha lúdica a muerte, contra el morbo de las masas. Hasta que lo prohibieron. Los gobernantes de todas las épocas lo son porque prohíben cosas. Hoy quieren prohibir la tauromaquia o desprestigiar el boxeo. Si mi antepasado levantara la cabeza...


miércoles, 20 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -117

 


Escribir exige silencio y soledad, aunque no tanto como leer. Cuando obtuvo el adelanto de un millón de euros por su próximo libro sobre espionaje industrial, se hizo una operación de estética y huyó del país. Se sospecha que anda oculto en alguna isla del Pacífico leyendo a pierna suelta, sin coger notas ni preocuparse por la documentación. Se sospecha que ha vuelto a la niñez, que ha vuelto a disfrutar de la palabra escrita. Solo lee ficción y ciencia, y las combina. No le interesa la Historia, ni los libros basados en hechos reales, ni en OPAS de ejecutivos salvajes follando con putas de lujo. Está harto de la vulgaridad y del mundo editorial que funciona como una empresa de metalurgia, pero con más hipocresía. Sí, le buscan. No los lectores. Le pusieron una demanda por estafa e incumplimiento de contrato. Le da igual. Nunca le encontrarán. Es lo que tiene el dinero, que a la larga te permite, si no eres ambicioso ni llamas la atención, hacer un corte de mangas al mismo que te lo dio.


martes, 19 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -116

 


Cómo pueden criticar al boxeo, a la dulce ciencia de los moratones. No lo entiendo. Qué más se le puede pedir a la evolución que circunscribir y reglar la violencia entre dieciséis cuerdas y un árbitro que ampare la rectitud en el hacer de ambos púgiles. ¿No quieren que el ser humano sea violento? No les gusta entonces su naturaleza. En la tercera fila, una espectadora enardecida por la piel sudorosa de los contendientes, por sus músculos definidos para la acción, se hurga entre los pliegues íntimos en busca de un desahogo. El sexo, la violencia, la muerte, son la salsa picante de cualquier proyecto vital con sentido. El amor y la felicidad son la segunda vivienda, donde se va a descansar. La mujer de la tercera fila es una mística de lo profano, una amante de los dioses caídos. Acude a los combates sola y vuelve a casa acompañada. Ese es su plan para la velada de los viernes. El resto de la semana trabaja poniendo cara de palo en las reuniones de la empresa de logística para la que trabaja como gerente. El boxeo es su placer inconfesado, su necesidad de bajar al instinto para satisfacer la sed. No quiere discutir de ética, sólo quiere ser mujer a su manera, si se lo permiten. 


domingo, 17 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -115

 


Radmila tiene por costumbre acostarse a las tres de la madrugada. Se levanta a las siete. No siempre duerme cuatro horas. Más quisiera. Echa una siesta de quince minutos antes de ir al curso de fontanería que imparten en el servicio público de empleo. Radmila se quedó en paro a los cincuenta. Trabajaba como administrativa en un establecimiento de calderas de gas. Los dueños cerraron por jubilación. Radmila cobra un paro de subsistencia y acude a cualquier curso que le sugieren. No guarda esperanzas de volver al mercado laboral. Posee unos ahorros y es una persona de poco gasto. Permanece soltera, aunque en un par de ocasiones estuvo a punto de cambiar de estado civil. No funcionó. Es complicado. Ella no concibe las relaciones como renuncia para conseguir un bien superior. Y si no renuncias, es difícil acomodarse el uno al otro. Radmila, en su tiempo libre, cuenta cuentos en el centro cívico y colabora con la parroquia a repartir desayunos entre chavales de familias necesitadas. A Radmila le gusta viajar. Se le puede encontrar muchas veces mirando embebida las ofertas en los escaparates de las agencias de viaje. Radmila nunca ha salido de su ciudad. Radmila escucha las anécdotas y maravillas que cuentan los que sí viajan. Las absorbe, las metaboliza, las hace suyas, y con la ayuda de Google maps, se imagina callejeando por lugares exóticos de medio mundo. Radmila viaja leyendo, viaja soñando, viaja de muchas formas imaginables. Pero considera que viajar físicamente acarrea una serie de inconvenientes que no le compensan. Radmila no acumula títulos académicos, pero sí tiene una vasta cultura. Se ha preocupado de estudiar por su cuenta. Sabe más de lo que aparenta, a diferencia de la mayoría que aparentan más de lo que saben. Ha pensado que cuando la salud le falle, al no tener quien la cuide, ni condiciones para ser dependiente, debería contar con un plan de desalojo de la carne estropeada. En un bote de omega 3 vacío ha ido introduciendo, poco a poco, el cóctel químico que le posibilitará ser dueña de su destino hasta el último minuto. ¡Mera ilusión! Radmila piensa que no es fácil acertar con el momento, con ese marcharse un segundo antes de que te echen. Si te adelantas, eres una vulgar suicida. Y si te demoras, ya no podrás mandar sobre ti misma. El suicidio es un acto tan importante que no puedes dejarlo en manos de otro. Radmila tiende la ropa al sol de la mañana mientras tararea una melodía que se le ha metido en la cabeza sin saber cómo.


sábado, 16 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -114


Cínico, bronco y cabrón es el bebedor de vinos matinal que se hace llamar el pistolas, porque para despedirse de los bares sopla la punta de su dedo índice como si acabara de disparar y saliera de él una serpiente de humo. Malencarado, nadie se atreve a afear su actitud. Afirma que el acueducto de Segovia no tiene más de 25 arcos y los parroquianos callan. Nunca ha estado en Segovia, no sabe nada de acueductos, pero habla por buscar la boca de algún despistado. Corren rumores de que estuvo en la cárcel, un asunto de tiros que no acabó en muerte por mala puntería. El pistolas ni afirma ni desmiente. Siendo tan bocazas, esa reserva da una pista. Una mañana le pagué un vino y me contó que tiene una lista negra con nombres a tachar. <<En cuanto me den el diagnóstico de cirrosis terminal, me pongo a la tarea. No me gustaría dejar ese asunto sin concluir como dios manda>>. Qué cosas manda dios más raras, pensé sin despegar los labios. El pistolas es moralista; critica a los corruptos, a los chivatos, a los pegamujeres y a los violadores. Limpiarle el forro al sermoneador lo ve bien, incluso necesario. Las excepciones son para tipos excepcionales. El pistolas tiene mucho pelo gris en las orejas, la nariz y la barba. Está calvo. Es de ojos achinados y anchos hombros que mantienen en su sitio las chaquetas, muestra cierta curvatura hacia adelante al andar, un culo plano, unas piernas nerviosas. Tiene acento de fuera, da igual dónde esté. En ocasiones el pistolas se va sin pagar de los bares. Nadie se lo afea. Otras, deja un billete sobre la barra y no espera a los cambios. Depende de su humor. El pistolas me contó que le gustan las películas románticas que acaban bien. <<Voy al cine para ver algo diferente a la realidad>>. No se le conoce trabajo por cuenta ajena, y si le preguntas te dirá que se dedica a esto y lo otro. Mejor no preguntar. El pistolas será el único del barrio que salga en los periódicos. Los demás moriremos sin que hablen de nosotros.