
Hay
conocimientos que no se pueden transmitir por comunicación, aquellos que has
adquirido sin que nadie te los transmita, aquellos que escapan a la formulación
o a la norma fija, aquellos que llegan de la sabiduría de la comunión. Pero que
si pretendes hacer el camino a la inversa y alcanzar la sabiduría a través de
ellos, te perderás. La sabiduría no es un lugar, no es un estado, no es un
privilegio, no es irreversible, no es algo acabado, no es un fin. La sabiduría es inasible, inconquistable,
es más que la suma de todos los conocimientos, es discreta, es paciente, es
transformadora. La sabiduría llega y se va y nadie sabe cómo ha sido. La
sabiduría cala el corazón y la mente de un hombre; y cuando este hombre se
considera sabio, la sabiduría lo deja seco. Nadie con dos dedos de frente
aspiraría a la sabiduría. La aspiración del hombre la repele. Nadie con dos
dedos de frente rehuiría a la sabiduría cuando ésta lo alcanza. Ya he dicho
demasiado. Los necios hablamos mucho porque nos fascina escuchar nuestra voz.