viernes, 12 de mayo de 2017

Traje nuevo.



            Si supiera cómo se hace, resetearía el disco duro de mi cerebro para salir a la calle con la mirada de un recién nacido embutido en cuerpo de adulto. El mundo es como una de esas heladerías de ahora que ofrecen mil sabores distintos. Estoy harto de pedir siempre el de avellana. El campo de juego es amplio y me he acomodado a jugar sólo por una banda. Así se muere uno, no me extraña. Pero desconozco cómo se cambia sin dejar de ser el mismo. Las formas se han hecho con la identidad sin que ésta proteste. Hace tiempo que no estrello un plato contra una pared. Va siendo hora de la violencia, de despertar al sonámbulo que me habita sin pagar alquiler, con la misma tristeza de una lámpara encendida en plena mañana de verano. Falta luz en la luz. No conozco una casa con la amplitud de ventanas suficiente para captar ese mundo que respira ahí fuera: fogoso, sublime, engrandecido a pesar de nuestra preferencia por las sombras. Fuera persianas, cortinas, marcos y puertas. Fuera, todos fuera. Somos abiertos al exterior o camarote sin respiradero. A elegir. Si supiera cómo.


No hay comentarios: