Debes ser un tipo con un carácter especial para no tener
resueltos los asuntos básicos de la vida y que no se note. Los proyectos
sustanciales quedan relegados una y otra vez en favor de lo acuciante.
"Fui
a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos
esenciales de la vida y ver qué era lo que tenían que enseñarme, no fuese que
cuando estuviera por morir, descubriera que no había vivido". — Henry David Thoreau, (1854) en Walden.
El plan es huir del constructo humano de
convivencia y volver a la naturaleza. Ella es dura, pero consecuente. La
vida que inventamos, sin embargo, pretende ser blanda, pero es corrosiva como
la cagada de una paloma de ciudad. Los animales de compañía son uno de los ultrajes que hemos cometido al convertirlos en criaturas
artificiosas y manipuladas que ayudan a vernos como bondadosos. Queremos para
nosotros los atajos que nos lleven a la bondad que nos es impropia. Nos hemos
presentado voluntarios a la esclavitud de lo políticamente correcto y nadie
tiene huevos de salirse del carril. Estoy valorando la posibilidad de retirarme
a la vida anacoreta del ermitaño que sabe que está solo. Para eso la naturaleza
debe reconocerme como parte de ella, que no será asunto sencillo por culpa de la inercia y los aditivos
peligrosos que no soy capaz de quitarme de encima. El aislamiento deliberado es
el mayor gesto de solidaridad conocido. La multitud es un monstruo de mil
cabezas que acaba siendo dirigida por la peor de ellas.
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