La verdad puede parecer paradójica, incluso contradictoria, porque ella asume las visiones más dispares con comodidad, sin inmutarse. Los puntos de vista se refieren a la verdad desde una imaginaria posición. La verdad acoge esa expresión y contempla su disolución.
La cuestión fundamental es dónde colocas la identidad. Cuando dices: en mí, qué es ese "mí". Si te refieres a la forma con que apareces y desapareces a través del cuerpo, estás prolongando y propagando la montaña rusa de experiencias artificiales de lo que nace y muere. La existencia es un continuo —que no viene de ninguna parte y a ninguna parte va— atemporal. No aparece ni desaparece. Si ese "mí" se sumerge en el continuo, todo se vive con dinamismo fiable, sin variaciones caóticas, ni mundos burbujeantes que carecen de pujanza constante.
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