Todo aquello que llamamos mundo exterior —empezando por el cuerpo y la mente con su sistema de percepción y calibración a partir del pensamiento yo, que aparece como contracción primigenia— es un anime de sustancia vacía. Carga con formas y movimiento que actúan como una sobreimpresión con principio y final, con tiempo y en el tiempo. La conciencia del vacío es la misma que la del anime, la misma que la del pensamiento yo, la misma que la del pensamiento tú y él. La misma que la de sí misma.
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