lunes, 4 de noviembre de 2024

Segundo esqueleto de negra narrativa.

 


Cuando se encontraba en alguna reunión social no sabía qué decir. Empezó a beber whisky escocés en exceso. Descubrió que si bebía hasta comportarse con torpeza, la gente dejaba de hacerle preguntas estúpidas sobre el trabajo, la familia y esas cosas. Se abalanzó hacia la bebida porque era un misántropo convencido, empezando por él mismo. Alguien le aconsejó que se comprara un perro. Eso que llamaban mascotas le daba grima, con esos dueños neuróticos que proyectan sus disfunciones emocionales en animales que solo buscan el sustento diario. Así que estaba solo, a pesar  de estar casado con una mujer que yacía con hombres ambiciosos y oscuros. A él le daba igual. Sin embargo, en su proyecto de autoeliminación, urdió un plan por divertirse. Contrató un millonario seguro de vida a favor de su mujer para que hubiera un motivo a ojos de cualquiera, y empezó a echar en su eterno vaso de Cardhu 12 años, pequeñas dosis de descongelante que guardaba en el garaje de la casa. Era un suicidio, pero pareció un envenenamiento programado durante semanas, que es el tiempo que su cuerpo aguantó hasta colapsar. Detuvieron a su mujer y a su último amante. A él lo enterraron y en su lápida se puede leer esta inscripción: "Mañana volverá a salir el Sol, siempre y cuando haya alguien ahí para verlo. En esta ocasión, ese alguien no seré yo".

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Publicado en Proyecto Sherezade. 


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