La belleza de la Luna llena reside en su vacío y en que no espera nada de ti. La belleza de la Luna llena proviene de una luz que no es suya, prestada por un amor desinteresado de estrella. La belleza de la Luna llena está en tus ojos, que miran lejos como si estuviera cerca. La belleza del Cosmos mora dentro de ti. Vuelve la atención hacia dentro, encontrarás un descomunal agujero negro. La mente abandona las formas dispersas por el universo y atrae la materia hacia su horizonte de eventos. Las criaturas de gas bajan en espiral hasta que se funden con lo incorpóreo. El agujero negro de tu interior no tiene bordes ni superficies rígidas, no posee atributos externos visibles, en él millones de galaxias se concentran en la punta de un lápiz, logrando un poder de atracción infinito, una densidad inusitada. En él se produce la singularidad, las leyes de la física dejan de funcionar, el espacio-tiempo se convierte en una ideación limitante. La característica que más impresiona de este agujero negro de tu corazón es la combinación de simplicidad y poder. De la succión de todo lo visible extrae su invisibilidad.