jueves, 21 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -118

 



En otra vida, en la exultante Roma, acudió un antepasado mío como espectador al Anfiteatro Flavio, después llamado Coliseo, a ver al esclavo Sirio que por primera vez fue lanzado a la arena con apenas catorce años para ser carne y sangre del fragor de las masas. Pero dio la sorpresa y salió vivo del envite. Mi antepasado se hizo seguidor de aquel muchacho que dio tardes de gloria al espectáculo de la vida y la muerte sobre la arena. Presenció sus 34 combates. Ganó 21 de ellos, empató nueve, y tuvo que pedir clemencia para seguir vivo en cuatro de ellos. Flamma, que así se llamaba el muchacho, entrenaba nueve horas diarias, seis días a la semana, para manejar con maestría las armas, adquirir destreza física, obtener entereza mental, aprender a matar y morir delante del público necesitado de épica, de honor, de héroes, pero también de sangre derramada que no fuera la suya. Flamma ganó dinero, prestigio y honra como luchador. Cuando él formaba parte del cartel, la ciudad se paralizaba. Cuatro veces le concedieron el rudis, la espada de madera, que implicaba liberarse de ataduras y la consecución de la ciudadanía romana para vivir en libertad como mejor estimase. Flamma renunció las cuatro veces a esa distinción. Él era querido por ser gladiador y a eso se dedicó hasta los treinta años. Su final dio paso a la leyenda. Unos dicen que murió, otros que vivió hasta la vejez con su familia lejos de los focos que no existían. Los gladiadores, antes de los combates, disfrutaban de suculentos banquetes y de la compañía de mujeres hermosas. El premio venía anticipado, por si acaso dejaba de haber luz al final del corredor de la muerte. Algunos de los mejores gladiadores luchaban apenas tres o cuatro veces al año y ganaban más dinero que un legionario romano en batallas durante un año. Pero a la hora de la consideración social no eran más que una prostituta, y su testimonio en un juicio no era considerado válido. Luego llegaron los cristianos. Por la costumbre que tenían de generar revueltas y levantamientos, los tiraron a la arena a morir sin ninguna opción. La noble batalla de hombres fornidos y entrenados, en ocasiones se convertía en una encerrona sórdida. La moral cristiana luchó contra esa lucha lúdica a muerte, contra el morbo de las masas. Hasta que lo prohibieron. Los gobernantes de todas las épocas lo son porque prohíben cosas. Hoy quieren prohibir la tauromaquia o desprestigiar el boxeo. Si mi antepasado levantara la cabeza...


miércoles, 20 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -117

 


Escribir exige silencio y soledad, aunque no tanto como leer. Cuando obtuvo el adelanto de un millón de euros por su próximo libro sobre espionaje industrial, se hizo una operación de estética y huyó del país. Se sospecha que anda oculto en alguna isla del Pacífico leyendo a pierna suelta, sin coger notas ni preocuparse por la documentación. Se sospecha que ha vuelto a la niñez, que ha vuelto a disfrutar de la palabra escrita. Solo lee ficción y ciencia, y las combina. No le interesa la Historia, ni los libros basados en hechos reales, ni en OPAS de ejecutivos salvajes follando con putas de lujo. Está harto de la vulgaridad y del mundo editorial que funciona como una empresa de metalurgia, pero con más hipocresía. Sí, le buscan. No los lectores. Le pusieron una demanda por estafa e incumplimiento de contrato. Le da igual. Nunca le encontrarán. Es lo que tiene el dinero, que a la larga te permite, si no eres ambicioso ni llamas la atención, hacer un corte de mangas al mismo que te lo dio.


martes, 19 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -116

 


Cómo pueden criticar al boxeo, a la dulce ciencia de los moratones. No lo entiendo. Qué más se le puede pedir a la evolución que circunscribir y reglar la violencia entre dieciséis cuerdas y un árbitro que ampare la rectitud en el hacer de ambos púgiles. ¿No quieren que el ser humano sea violento? No les gusta entonces su naturaleza. En la tercera fila, una espectadora enardecida por la piel sudorosa de los contendientes, por sus músculos definidos para la acción, se hurga entre los pliegues íntimos en busca de un desahogo. El sexo, la violencia, la muerte, son la salsa picante de cualquier proyecto vital con sentido. El amor y la felicidad son la segunda vivienda, donde se va a descansar. La mujer de la tercera fila es una mística de lo profano, una amante de los dioses caídos. Acude a los combates sola y vuelve a casa acompañada. Ese es su plan para la velada de los viernes. El resto de la semana trabaja poniendo cara de palo en las reuniones de la empresa de logística para la que trabaja como gerente. El boxeo es su placer inconfesado, su necesidad de bajar al instinto para satisfacer la sed. No quiere discutir de ética, sólo quiere ser mujer a su manera, si se lo permiten. 


domingo, 17 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -115

 


Radmila tiene por costumbre acostarse a las tres de la madrugada. Se levanta a las siete. No siempre duerme cuatro horas. Más quisiera. Echa una siesta de quince minutos antes de ir al curso de fontanería que imparten en el servicio público de empleo. Radmila se quedó en paro a los cincuenta. Trabajaba como administrativa en un establecimiento de calderas de gas. Los dueños cerraron por jubilación. Radmila cobra un paro de subsistencia y acude a cualquier curso que le sugieren. No guarda esperanzas de volver al mercado laboral. Posee unos ahorros y es una persona de poco gasto. Permanece soltera, aunque en un par de ocasiones estuvo a punto de cambiar de estado civil. No funcionó. Es complicado. Ella no concibe las relaciones como renuncia para conseguir un bien superior. Y si no renuncias, es difícil acomodarse el uno al otro. Radmila, en su tiempo libre, cuenta cuentos en el centro cívico y colabora con la parroquia a repartir desayunos entre chavales de familias necesitadas. A Radmila le gusta viajar. Se le puede encontrar muchas veces mirando embebida las ofertas en los escaparates de las agencias de viaje. Radmila nunca ha salido de su ciudad. Radmila escucha las anécdotas y maravillas que cuentan los que sí viajan. Las absorbe, las metaboliza, las hace suyas, y con la ayuda de Google maps, se imagina callejeando por lugares exóticos de medio mundo. Radmila viaja leyendo, viaja soñando, viaja de muchas formas imaginables. Pero considera que viajar físicamente acarrea una serie de inconvenientes que no le compensan. Radmila no acumula títulos académicos, pero sí tiene una vasta cultura. Se ha preocupado de estudiar por su cuenta. Sabe más de lo que aparenta, a diferencia de la mayoría que aparentan más de lo que saben. Ha pensado que cuando la salud le falle, al no tener quien la cuide, ni condiciones para ser dependiente, debería contar con un plan de desalojo de la carne estropeada. En un bote de omega 3 vacío ha ido introduciendo, poco a poco, el cóctel químico que le posibilitará ser dueña de su destino hasta el último minuto. ¡Mera ilusión! Radmila piensa que no es fácil acertar con el momento, con ese marcharse un segundo antes de que te echen. Si te adelantas, eres una vulgar suicida. Y si te demoras, ya no podrás mandar sobre ti misma. El suicidio es un acto tan importante que no puedes dejarlo en manos de otro. Radmila tiende la ropa al sol de la mañana mientras tararea una melodía que se le ha metido en la cabeza sin saber cómo.


sábado, 16 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -114


Cínico, bronco y cabrón es el bebedor de vinos matinal que se hace llamar el pistolas, porque para despedirse de los bares sopla la punta de su dedo índice como si acabara de disparar y saliera de él una serpiente de humo. Malencarado, nadie se atreve a afear su actitud. Afirma que el acueducto de Segovia no tiene más de 25 arcos y los parroquianos callan. Nunca ha estado en Segovia, no sabe nada de acueductos, pero habla por buscar la boca de algún despistado. Corren rumores de que estuvo en la cárcel, un asunto de tiros que no acabó en muerte por mala puntería. El pistolas ni afirma ni desmiente. Siendo tan bocazas, esa reserva da una pista. Una mañana le pagué un vino y me contó que tiene una lista negra con nombres a tachar. <<En cuanto me den el diagnóstico de cirrosis terminal, me pongo a la tarea. No me gustaría dejar ese asunto sin concluir como dios manda>>. Qué cosas manda dios más raras, pensé sin despegar los labios. El pistolas es moralista; critica a los corruptos, a los chivatos, a los pegamujeres y a los violadores. Limpiarle el forro al sermoneador lo ve bien, incluso necesario. Las excepciones son para tipos excepcionales. El pistolas tiene mucho pelo gris en las orejas, la nariz y la barba. Está calvo. Es de ojos achinados y anchos hombros que mantienen en su sitio las chaquetas, muestra cierta curvatura hacia adelante al andar, un culo plano, unas piernas nerviosas. Tiene acento de fuera, da igual dónde esté. En ocasiones el pistolas se va sin pagar de los bares. Nadie se lo afea. Otras, deja un billete sobre la barra y no espera a los cambios. Depende de su humor. El pistolas me contó que le gustan las películas románticas que acaban bien. <<Voy al cine para ver algo diferente a la realidad>>. No se le conoce trabajo por cuenta ajena, y si le preguntas te dirá que se dedica a esto y lo otro. Mejor no preguntar. El pistolas será el único del barrio que salga en los periódicos. Los demás moriremos sin que hablen de nosotros.


miércoles, 13 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -113

 


Me gusta escuchar las composiciones del italiano. Son la ausencia de la música interrumpida al final por aplausos. Me gusta la ausencia, lo que está a punto de desaparecer, lo que apenas asoma y ya se ha extinguido. La música, por mucho instrumento de percusión que la plasme, es un poco eso, extinción demorada, cera en los oídos intentando recordar lo que se ha ido. La música no ofrece respuestas, sí pausas, tan necesarias. La música enseña a respirar, a conducir despacio por el tiempo, a relativizar la actualidad. Me importa una mierda el comunismo revolucionario de Luigi Nono, y a su música también. Pero él no lo sabe. Qué le vamos a hacer. La música es un animal de compañía que se ha soltado de la correa y no reconoce amo. ¡Sigue componiendo y calla, por favor! Tus pensamientos estropean el sonido. ¡Calla y deja a la ausencia hacer su trabajo!


martes, 12 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -112

 


Lleva ocho días seguidos lloviendo y nevando. No puedes detenerte en la calle a charlar con los vecinos, con los amigos, con los inmigrantes multiculturales. Y la verdad, así está mejor. La misantropía es la única actitud inteligente de quien se conoce a sí mismo. Si los demás son la mitad de impresentables que un servidor, no merece la pena intercambiar usos y costumbres. Los conflictos surgen de compartir espacio limitado con personas con las que no tienes nada en común ni lo vas a tener. Que cada cual despeje su propio camino hacia el cementerio. Siempre, sin excepción, se toma el nombre de dios en vano. El motivo, es que cuando hablas de dios no sabes ni de qué hablas. Por eso es obligatoria la minúscula. Se debería escribir dios con hache muda intercalada, que no sorda. Las nubes siguen descargando sin mirar dónde ni sobre quién. Ellas están aquí antes que nosotros, tienen sus derechos de usufructo. Huir de la ciudad es un acto de salud mental. Huir de personas que se entusiasman con ilusiones y expectativas varias, que se deprimen acto seguido por esas mismas ilusiones y expectativas frustradas, es un descanso para el alma. La estupidez se contagia si quieres conectar con el estúpido. Así que si no te crees invencible a ella, huye. La naturaleza es tremenda, pero honesta, sin dobleces. La necesidad de ver a lo lejos, de tener una porción enorme de cielo, de agacharte para recoger de la tierra lo que vas a comer, es tan grande que si no huyo de la ciudad y de sus habitantes voy a morir asfixiado. La historia, la tuya y la mía, van por dentro. La de fuera tiene un final asignado, vulgar, indiferente para el resto del universo ajeno. Sigue lloviendo.


lunes, 11 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -111

 


La noche se va torciendo como leche cortada, separándose el suero de la proteína. La noche es de pasos lentos, de horas opiáceas, de bombillas crepitantes, de cortinas amarillas que no soportan un lavado más sin hacerse jirones. La noche es de cenizas que se escapan de su urna funeraria, de fotos sin fecha, de amores con los que no pudiste cumplir. La noche te aboca a la lectura de un libro estúpido. Cualquiera aprende de libros inteligentes, pero solo los inteligentes sacan provecho de un libro insustancial. La noche cabalga sola y su trote cansino retumba en los oídos de los huérfanos. Abres el libro por la última página. Da igual dónde busques el tesoro cuando lo llevas dentro. La noche es materia oscura, es agujero negro, es una mina derrumbada, es el silencio que aprovechan los objetos para comunicarse. Mira esa taza cómo se ríe. No hay lecturas obligatorias, ninguna. Suspende a quien lo crea, sospecha de quien reseña. Te gustaría escribir blanco sobre el fondo negro de la noche. Pero por favor, no escribas poesía, que la falta de talento en poesía acaba con fatalidad y patetismo. Escribe la lista de la compra para mañana y hazlo de forma honesta. Con eso basta. La posteridad es esa taza, se reirá de lo pasado o lo aplastará como un rodillo. Te entran ganas de mear, te levantas del sillón, no llegas, lo sabes, pero no te das prisa. Es de noche, no hay prisa ni para morir. Te la sacas y meas por el pasillo. Ya lo lamerá el gato. Te viene a la cabeza una expresión que en ocasiones has oído en la radio a comentaristas deportivos: "se masca la tragedia". Qué enfáticos. Ver a una primera dama mascando chicle sí que es trágico. La noche es solemne, exige respeto, maneras.


sábado, 9 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -110

 


Los que habéis pasado más horas en un coche parado que circulando, sabéis de lo que hablo. De la espera, del acecho, de dormir en la calle, del divorcio, de la soledad y la pobreza trajeada. En el coche se malvive aguardando volver a tu vida. En la guantera encuentras medio sándwich, en el maletero ropa apelotonada y zapatos viejos, en el asiento de atrás un periódico gratuito y envases de comida preparada. Cuando el techo del coche es lo que te protege del miedo, cuando ese habitáculo es tu caparazón hasta que amanezca, cuando realizas tu higiene en el lavabo de una cafetería... sabéis de lo que hablo, sabéis la de veces que hemos protagonizado Lo que el viento se llevó con un énfasis de estrella: "A Dios pongo por testigo de que no lograrán aplastarme, viviré por encima de todo esto, y cuando haya terminado nunca volveré a saber lo que es pasar hambre, ni yo ni ninguno de lo míos, aunque tenga que estafar, que ser ladrona o asesina. A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre". El coche, que hace tiempo que no arranca, parece rugir enardecido.


viernes, 8 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -109

 


Rubén acaricia a los perros y ayuda a los ancianos con las bolsas del supermercado. Rubén trabaja a tiempo parcial reponiendo máquinas de bebidas en aeropuertos y estaciones de tren. Rubén cuida los fines de semana de su padre inválido y amargado. Rubén parece un hombre gris dispuesto a desaparecer sin hacer ruido en las mentes de los demás. Pero Rubén da miedo. Su mirada húmeda a veces parece ver cosas donde no las hay, sus frases son carámbanos punzando una conversación, su andar es torcido y sus paradas son preámbulo de tormenta. Rubén acepta encargos. Por cien mil consigue que parezca un accidente. No suele hablar de sus encargos, pero sé que los hace y que cuando acaba la faena me llama para tomar un café americano y una copa de coñac. Hablamos de la NBA, de fútbol americano y de las series de la cadena HBO. Rubén, cuando ha liquidado a algún tipo, da menos miedo. Parece más tranquilo, como si se hubiera tomado la medicación. Rubén tiene una casa de dos plantas a las afueras de la ciudad. Su padre hizo dinero. Un día me contó que por las noches coge un libro de novela negra y según va pasando las hojas, las va arrancando y tirando a la papelera. Cuando llega al final, ya no queda más que la cubierta y la contracubierta. Cuando lee asimila y destruye a partes iguales. Lee por enriquecer las posibilidades de su segundo trabajo, por inspirarse. Y no deja huellas. En ocasiones mete la cabeza en la bañera llena de agua hasta el borde. Juega a ver qué se siente justo antes de dejar de sentir. Lo hace también por trabajo, para recabar información. Rubén da mucho miedo si lo piensas bien, pero cuando estoy con él me trasmite tranquilidad, como si supiera algo que los demás ignoramos. Rubén es como un enterrador que no pudo enterrar a su mujer cuando murió en un incendio provocado por un extraño. Rubén elimina desconocidos tras petición formal. Asombra la cantidad de personas que necesitan quitarse a alguien de en medio. Hay más demanda que oferta. Y Rubén cobra como dios manda, sin IVA. Rubén es bueno en lo suyo, en reponer bebidas de las máquinas y en lo otro. Tiene dos móviles, claro. Tiene dos identidades, por supuesto. Yo solo conozco a Rubén, el hombre que pasa las noches en vela.


jueves, 7 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -108

 


Dietistas y nutricionistas surgen por doquier cuando la gente no pasa hambre. Ahora comemos alimentos antioxidantes, con vitaminas y minerales que reducen el colesterol y te ponen la polla como el mástil de un velero. Hoy comer es una experiencia religiosa, una performance de cubiertos, un truco de magia del cocinero de turno. En resumen; una trola. Tenemos preocupaciones sofisticadas, pero el instinto animal me suda por cada poro. Cuando me invitan a una demostración sobre los beneficios de un robot de cocina, me entran ganas de matar sin mirar a quién, pero como dan un jamón si vas acompañado de una pareja, pues tiro de la aplicación "follamigos" y al hotel de turno a escuchar la charla publicitaria. La chica me mira raro porque no subimos a una habitación, y yo miro raro al jamón, el conferenciante se mira a sí mismo y sonríe. Ningún dietista ni nutricionista se mete con el rey de la dehesa española. Salimos de la conferencia, pienso que necesito una buena botella de vino para acompañar. Mi pareja ocasional gira en la esquina de la calle y se aleja sin despedirse. No estaba preparada para un acto social de esta índole.


miércoles, 6 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -107

 


Aunque no todo hombre muerto es libre, sí todo hombre libre está muerto. Juanjo es un conocido de hace años, en su juventud empezó a beber hasta convertirse en alcohólico, o al revés, no sé. Juanjo se emborrachaba a diario bebiendo menos alcohol que el resto de la cuadrilla. Juanjo era formal, trabajador y siempre educado. Nunca en sus ebriedades faltó el respeto a nadie. Era un borracho muy peculiar. Solo hablaba un poco más de la cuenta, pero no era molesto ni para taberneros ni para la parroquia de los bares. Solo se hacía daño a sí mismo. Juanjo ha estado los últimos tres años sin probar una gota, según cuenta. Sobrio se presenta igual de caballero, pero con la inteligencia más despierta. Hoy me lo he encontrado sentado en una silla de una terraza en un barrio alejado de nuestra zona. Estaba doblado, con la cabeza entre las piernas, con una copa casi llena sobre la mesa de plástico. Le he dado un toque en el hombro, ha levantado la cabeza y me ha saludado tranquilo, con media sonrisa y los ojos cansados. Ha hecho una mueca, como diciendo: <<ya ves, no ha podido ser>>. No le he dado la monserga y me he despedido dejándolo con sus cosas. Por qué concebimos como fracaso cuando nos damos por vencidos, si ese bajar la guardia nos produce una paz inefable, dilatada, venturosa. Quién nos carga la mochila de ser héroes, de exigirnos una respuesta solvente cuando estamos hechos para la derrota, cuando asumir la caída es lo único que la desarma y nos relaja.  


martes, 5 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -106

 


Por lógica, un cerebro no está capacitado para repararse a sí mismo cuando se estropea. Por lógica, no deberíamos hacernos daño a nosotros mismos. Pero qué sería la vida sin contradicciones y paradojas. El siete positivo tiene el mismo valor que el siete negativo. Lo verdadero el mismo que lo falso, lo bueno que lo malo. El mismo valor. Después entran en juego otras consideraciones. La tragedia viene de la mano de la épica, la poesía del desconcierto. Si está completo, el axioma no es consistente, y si es consistente no está completo; los dos teoremas de Gödel sobre la incompletitud. Uso incompleto para explicar la intuición que tuvo. Por muy hermosa que sea una poesía, una teoría, no significa que sea verdadera. La verdad es lo que es, no lo que imaginas que es, no lo que piensas que es. En ocasiones, lo que es nos desborda y nos sobrepasa hasta el punto de que lo negamos o lo ignoramos. Eres igual a ti mismo, pero no siempre. ¿Cómo? Así están las cosas de resbaladizas y paradójicas. Pero no tengas miedo, lo auténtico sobrevive a las contingencias. Aunque en el universo nadie te esté mirando, te sientes observado. Tenemos tanta necesidad de un referente exterior para la perspectiva, que sin él estamos condenados al error y a la antropofagia. El orgasmo dura un tiempo muy reducido en comparación al esfuerzo físico necesario para llegar a él. El éxtasis habla de lo eterno, la manipulación física habla del sufrimiento del desterrado en busca del paraíso perdido. Nuestro drama hace sonreír a la Nada. Dicen que Gödel murió de inanición por miedo a que le envenenaran la comida. Me cuadra esa paradoja. Somos así, geniales e idiotas, sublimes y vulnerables. Hemos descubierto una galaxia muy lejana, y al tiempo de ser descubierta nos informan de que ya no existe. Somos así. Gödel probó la existencia de dios con argumentaciones lógico-matemáticas basándose en un razonamiento ontológico previo de San Anselmo de Canterbury. Ahí queda eso, hasta dios mira ojiplático. La verdad necesaria es la única que no está sometida al azar. Se me caen los párpados. Mi cuerpo está en fase de recargar baterías. Voy a conectarlo con los sueños. Hasta mañana.


domingo, 3 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -105

 


Tanto el paparazzi como el sicario se escudan diciendo que es su trabajo. Las reglas claras, y barra libre para joder al vecino hasta que reviente. El precio es flexible, casi tanto como la ética. Las profesiones son un invento para colocarnos en un recinto social. Puedes salirte, pero entonces te reconocerán por tus cartones, tus mantas en el cajero, tu mugre, por el perro pulgoso que te ha adoptado. Distinguimos a los demás por su traje, por su buzo, por su smartphone, por su cartera, por su botiquín, por su arma, por su cámara, por su calzado, por su bata, por su gorra, por su casco... El eterno esfuerzo perfectamente inútil. El hombre es un uróboro bípedo. Somos personajes secundarios, todos, sin excepción. Y la obra, es más o menos lustrosa, pero sin espectadores fuera de este planeta que nos vean extinguirnos para mayor gloria del absurdo. El mito de Edipo es entrañable. Vas a matar al padre y te enteras que no era tu padre. Ese señor con las zapatillas de felpa que te daba desde su sofá más directrices que un consejero delegado, tenía un ADN irreconocible para ti. Te lanzas a la búsqueda de ese derramador de semen que perpetró el diseño de tu nariz (propia de un catador colombiano de cocaína), localizas su última dirección en una pequeña y vulgar villa con burdel y Mercadona a las afueras. Pero te informan de que murió el año pasado. ¡Colgado de la brocha, sin padre al que matar! Y claro, matas a todos los demás aunque no sean padres. Qué más da a estas alturas. Un mito es un mito, un trabajo es un trabajo.

 



sábado, 2 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -104

 


Vengo de un lugar donde no llega el escupitajo de una estrella muerta, donde los hombres mueren antes de caer del caballo, donde la puta gana más dinero que el licenciado, donde las charcas nos suministran ancas de rana, donde la mayor felicidad es deponer un excremento de novecientos gramos después de cinco días de estreñimiento con una dieta de plátanos, arroz y ortigas. Vengo de un lugar donde hay muros que provocan miopía, donde la basura espacial cae sobre las cabezas, donde todos los números son primos, donde nadie se fija en su camino. Vengo de un lugar del que si escapas te conviertes en estatua de sal, donde solo los borrachos tienen el privilegio del sueño, donde nos tragamos las humillaciones porque sabemos que el tiempo de la venganza está cerca. Vengo de un lugar donde nos presentamos voluntarios para tratamientos experimentales de enfermedades incurables, donde empadronamos a los muertos y nos olvidamos de los vivos. Vengo de un lugar del que no habrás oído hablar.

viernes, 1 de abril de 2022

La danza del espacio infinito -103

 


Hemos caminado tanto y tan rápido de manera errática, que cuesta mucho ponerse en contacto con la universalidad, con lo que de ella hay en nuestro interior individual. Cuesta mucho superar la ley social de la moral sin caer en la inmoralidad. Cuesta no sentirse culpable. Cuesta transferir a otro el papel de ser fundamental. Tendemos a darnos importancia desde la menudencia, antes que ceder el protagonismo al ser que nos traería de vuelta la relevancia. Cabeza de ratón antes que cola de león. Y llamamos rugidos a nuestros agudos chillidos. 


jueves, 31 de marzo de 2022

La danza del espacio infinito -102

 


Alonso cree que tenemos la manía de humanizar (lo que nuestra mente condicionada entiende por humanizar) lo que nos rodea, desde los animales de compañía hasta a dios, sin dejarnos nada por el camino. Y es que en este planeta sabemos que no tenemos rival. Y claro, nos venimos arriba. Un pueril antropocentrismo que al contrario de lo que pretende, solo consigue frustrarnos.

            Alonso ha visto una foto sacada por el astromóvil "Curiosity" de paseo por la superficie de Marte. El objetivo de su cámara se dirige al espacio exterior marciano. En él se aprecia una difusa avellana grisácea que es la Tierra, donde desarrollamos nuestros dramas. No, Alfonso no quiere cebarse con la manida apreciación de que somos insignificantes. Somos lo que somos. Ni el centro del universo ni una criatura desdeñable. Le interesa el punto de observación. No tenemos mucho más. La realidad no se deja aprehender por completo. Sabemos que el observador influye en lo observado, y por lo tanto nuestra apreciación parcela la realidad. Así que nuestros ojos se abren como platos cuando miran al universo al que pertenecemos y en el que estamos incrustados. Dudar de lo observado es señal de inteligencia. Alfonso se pregunta cuántas de las criaturas inteligentes que merodean por esas galaxias de dios, son capaces de pensar que su observación del universo es tan limitada como lo es el Empire State Building para una hormiga. Se plantea cuántas de ellas son capaces de salirse de sí mismas para no sólo observar, sino también ser conscientes de que pueden ser observadas, capaces de ponerse en el lugar del otro, de cambiar su punto de observación, con lo que eso conlleva: ponerse en entredicho.


miércoles, 30 de marzo de 2022

La danza del espacio infinito -101

 


Sujeto a las cuerdas como un espantajo, con la cara avolcanada, la guardia baja, los calzones caídos, la mirada drogada, los pies sin ritmo para bailar, espera el definitivo golpe que le rompa por dentro. Por fuera ya no siente el dolor, está entumecido. El próximo golpe, nada más hay en su agenda. Recibir el castigo que cree merecer, que necesita recibir para saldar deudas de las que su contrincante es ajeno. Un golpe que no llega. El púgil que va a ganar por nocaut no se decide. La compasión consiste en rematar el combate lo más rápido posible, pero no termina de ejecutarlo, se le queda mirando perplejo, como intuyendo una anomalía. Desde los dos rincones le gritan que acabe ya, que no alargue el suplicio. Se abraza a él, le susurra al oído que le pegue una vez, que ponga algo de resistencia o la gente se sentirá estafada. Él también se sentirá defraudado. Necesita recibir un golpe para no parecer un abusón de escuela; aunque sea uno flojo en el costado, un signo de arrojo por su parte, algo que le permita responder con el golpe final para hacerle caer de las cuerdas como higo maduro. Desde un submundo inconsciente él perdedor parece entender lo que le pide su rival, y levanta un guante hasta la cintura. El golpe que asesta es mortecino sobre la zona lumbar izquierda. Del mismo esfuerzo realizado en el movimiento, se desestabiliza y cae ante la impotencia del púgil vencedor, que se queda sin lanzar el esperado puñetazo para los flashes. Fin del combate. No hay gloria para nadie en la fatalidad.


martes, 29 de marzo de 2022

La danza del espacio infinito -100

 


La pobreza ha sido su principal factor de riesgo para caer en la enfermedad. La enfermedad lo ha empobrecido y limitado en sus expectativas. En ese círculo maldito entre pobreza y enfermedad, su mundo se ha estrechado hasta apenas poder pasar. Con el desgaste, se ha convertido en un incapacitado emocional, mezquino y peligroso para el estado de bienestar en el que viven sus vecinos. No puede quitarles el dinero ni la salud, pero puede quitarles la vida. Y es su objetivo. Morir matando. Los absolutos no tienen competencia en esta tierra. El amor, la compasión, la caridad, la felicidad, la justicia...palabras para que jueguen con ellas los cínicos. El chico de enfrente anda por los treinta y pico de cigüeña. Trabaja en una fábrica de montaje de coches; buen sueldo, buena salud, buena persona. Su mujer, de la misma edad, trabaja de administrativa; buen sueldo, buena salud, buena persona. Tienen dos hijos: uno de seis años y otra de cuatro. Guapos, buenos chicos, buena salud. Nuestro hombre pobre y enfermo cruza el rellano, llama a la puerta, la mujer abre, le dispara a bocajarro, luego se adentra en la casa en busca del marido y hace lo mismo. Con los niños no se detiene porque quiere que llegue el silencio cuanto antes. Con la escena inmóvil regresa a su piso cuarteado y se pone a fumar mientras espera a la policía. Unos minutos en que paladea algo cercano a la paz.