domingo, 24 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-23

 


— Notas ansiedad, notas placer, notas cansancio, notas atracción, notas inseguridad, notas estímulos gratificantes, notas miedo, notas felicidad, notas olas de amor, notas apatía, notas repulsión, notas creatividad, notas frustración, notas rabia, notas la presencia de dios.

 — Pero todas esas cosas no están al mismo nivel.

 — Claro que si, todas pertenecen al nivel del "notar". Para lo que eres no hay diferencia entre una y otra, entre un fotograma y otro, entre una escena y la siguiente. 


jueves, 21 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-22

 


— Solo existe el "uno sin dos" ilimitado, todo es el "uno sin dos" ilimitado. 

— Entonces... ¿por qué sufro con las circunstancias? ¿Qué son las circunstancias? 

— Acudes a un estadio gigantesco con millones de asientos, todos disponibles para que te acomodes donde quieras y así deleitarte en la contemplación del espectáculo que se desarrolla sobre el césped. Vas y te sientas detrás de una columna invisible. Pasas el partido lamentándote de tu suerte, sufriendo por culpa de esa maldita columna que se pone en medio y te impide disfrutar la experiencia.   


lunes, 18 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-21

 


Solo existe el conocimiento de uno mismo. El resto de saberes son entretenimiento. Yo soy nadie que al indagar en si descubre la nada en la que todo cabe. El amor de ése no tiene limites. Se ama a sí mismo sin intención de amar. Cuando el sí mismo se mueve hacia la conciencia de sí reflejada, proyecta mundos. A ese contenido didáctico, lúdico y transitorio, le damos el nombre de vida. Todo ocurre en el sí mismo, pero al sí mismo nada de lo que ocurre se le queda pegado. El mundo no es creación, es proyección. El proyector se llama mente. Cuando el proyector se apaga, el mundo se acaba.  


viernes, 15 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-20

 


Si hablas desde tu hogar permanente de silencio, las palabras se comportan como alimentos frescos que son ingeridos en ese mismo instante. Si se intenta guardar esas palabras en la mente, se comportarán como alimentos envasados, congelados, a la espera de ser consumidos. Su gusto será insípido y sus propiedades alimenticias desaparecerán.


martes, 12 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-19

 


Un avisado espectador de un teatrillo de marionetas quedó perplejo al ver que una de ellas presentaba una duda a otro de los títeres: — ¿Existirá algo más que esto que conocemos?—  Lo cierto es que son las marionetas quienes no tienen vida propia. Es un despropósito que lo irreal se pregunte a sí mismo si existe algo más consecuencia directa de lo irreal. Lo real nunca se plantea algo semejante. Lo real no necesita ese "algo más". Las marionetas se han creído su espectáculo como cierto, el mundo como atrezo, y han olvidado que alguien oculto tras el escenario es quien posibilita su actuación y su discurso.


sábado, 9 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-18

 


La atención sin intención no provoca tensión. Estar en ti, estar en ti, estar en ti. Hay que unir ambos verbos —ser y estar—, hasta que desaparezca el espejismo de que alguna vez estuvieron separados. Acomódate en tu sillón de vacío espacioso a ver pasar tu cadáver.


miércoles, 6 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-17

 


Todos los miedos tienen su origen en el miedo a la muerte; es su nave nodriza. El miedo a la muerte proviene de la desviación de la identidad hacia el objeto que es cambiante, vulnerable, aparente, finito y mortal. Surge la voluntad de convertir su apariencia en realidad autosuficiente. Iniciado este camino te ves inmerso en un laberinto de malezas del que resulta imposible salir. Y el miedo es el primer y más evidente clamor. El objeto, aunque pretenda apropiarse de la naturaleza infinita del sujeto impersonal, solo consigue sufrir por la tensión generada. 

Cuando lo real absorbe la experiencia contraída de la personalidad, no es que la historia se detenga, es que nunca nada ha ocurrido, nunca nada ocurrirá. El relato se derrumba, por muy relevante que parezca.

    

domingo, 3 de septiembre de 2023

El zumbido del que subyace-16

 


El libro del maestro provee de frases ancla. Cuando das con una de ellas que sirve para que tu embarcación deje de navegar por la superficie del agua y te hunda en ti, cierra el libro y apártalo. Las palabras han cumplido su misión, ahora abandona las palabras y bucea.

 La insatisfacción es el motor del proceso, la frustración su premio, la ansiedad su síntoma, el miedo su efecto. Lo que tienes (el cuerpo, los pensamientos, las esperanzas, las emociones, las experiencias, la personalidad, el relato de tu vida...) lo has ido añadiendo como capas a lo que eres. Lo que tienes dejarás de tenerlo. Los añadidos desaparecerán porque aparecieron en un punto del juego y desaparecerán en un punto del juego. El juego mismo acabará. Lo tuyo no eres tú y se desprenderá de ti como una costra seca. Lo que eres no es susceptible de ser adquirido ni tiene propietario. Lo que eres no lo has conseguido, no lo has añadido, no ha nacido, no desaparecerá. Lo que eres no es tuyo. Lo que es tuyo no eres.


miércoles, 30 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-15

 


El buscador tiene la impresión de que la mente coloca obstáculos donde tropezar: apegos, adicciones, problemas... Pero en realidad solo es uno: el de postularse como receptáculo de su identidad. Cuando el buscador se da cuenta de esto, de la falta de sujeto, todas las trabas desaparecen. Los sucesos no tienen dónde adherirse, como les sucede a los animales o a los niños pequeños. Al ser descubierta la mente proyectada hacia afuera, aún intenta una última maniobra más sutil: imitar al ser en su compostura y proponerse como espejo distorsionado; más emocionante, más preciosista. Si usted ha comprendido estas palabras, desconfíe, pues es probable que hayan sido comprendidas por su mente avisada que quiere preservar el relato ficticio que la ensalza como sujeto. Cuando estás en ti, la mente es observada como puede serlo tu mano izquierda o tu rodilla derecha. Si te identificas con la mente y el cuerpo, sufrirás con ellos, morirás con ellos. El que se identifica con el objeto se borra en el objeto de su identificación. Por eso debes respetar lo que es y no devaluarlo a los límites de lo fenomenológico. Las formas danzan al ritmo presencial de ti. Luchar por cambiar las formas solo es otra forma. ¿Te agotarías dando manotazos y patadas a un espejismo? Es de locos. Hay algo antes que el huevo y que la gallina. Localízalo y quédate ahí, en esa espaciosidad sin límites, en esa tu casa sin puertas ni muros. Puedes pasear por la ilusión siendo real, no es necesario que dejes de ser para jugar al juego de las apariencias. La ilusión es solo reconocida por quien es real. Entregarte a los espejismos abandonando tu lugar de testigo es olvidarte de ti para convertirte en espejismo. Esa es la cualidad del ser, que puede ser lo que quiera, incluso olvido de sí.   


domingo, 27 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-14

 


La alquimia de no hacer nada, el convencimiento de que la vida tiene pujanza más que suficiente para no necesitar de un elemento separado empujando. Cuando empujas, lo normal es que lo precipites por una vía errática. Tú eres, sin duda; lo único de lo que debes asegurarte es de estar, de unir los verbos ser y estar. De poco sirve ser si estás perdido por los alrededores de ti en el papel de hacedor de mundos como un pollo sin cabeza.

La mente no es personal, solo hay una para todos, solo varía el uso que de ella hacemos. La mente se ha convencido de que estar en uno mismo no es suficiente, que su labor es sacarnos hacia afuera, hacia el mundo que considera separado y objetivo, lejos de nosotros, donde resolver conflictos, aprender cosas nuevas, evolucionar, experimentar ideas, proyectos, memoria. La mente trabaja con la idea de que estamos a medio hacer, que debemos llegar a ser mejores, llenarnos de conocimientos, responder a estímulos e inquietudes.

Ni caso. Ese salir hacia afuera nunca se acaba, esa acumulación de conocimientos y experiencias nunca se acaba, ese construir castillos en el aire nunca se acaba, esa evolución nunca llega a la realización. Cuando el cuerpo muere, todas sus alegorías mueren con él, todo el tinglado se cae porque las apariencias es lo que tienen: que aparecen, permanecen un tiempo y desaparecen. Nada que ver con la realidad. Repito: ni caso. A la mente le gusta escuchar su propia voz. No digo que no se adquieran habilidades prácticas, se construyan cosas hermosas, se experimenten sensaciones y se desarrollen las ideas, pero sabiendo que son un juego de las formas, un juego de rol, una manera de mantener entretenido al jugador mientras dure la partida. Recuerda que estar en uno mismo es la única manera de ser realizado, de captar la infinidad de matices de un universo de formas y al tiempo vacío, de vivir en la realidad, y por lo tanto en la auténtica belleza, la que no es flor de un día. Estar en sí las 24 horas del día. Ser y existir en uno, que es la única manera de existir para siempre. En el sueño profundo, cuando ni el cuerpo ni la mente son una referencia, estamos en nosotros mismos, pero la mente no ejerce de testigo. Para el estado de sueño, la vigilia es irreal. Para el estado de vigilia, el sueño es irreal. Ambos tienen razón.


jueves, 24 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-13

 


El personaje más célebre de la época, reconocido por su sabiduría y caridad, te ha girado una invitación personal para que acudas a la cena que se organiza en su honor en el mejor hotel de la ciudad. A ti, te ha invitado a ti, que andas enredado en historias de arrabal. No lo entiendes, pero no vas a desaprovechar la oportunidad de conocerle, puesto que, como muchos otros, tú también lo admiras. Desestimas la opción de alquilar un chaqué o un traje de etiqueta. Aunque la cena sea de alto postín, tú estarías ridículo con una vestimenta que nunca te has puesto ni va con tu modo de vida. Así que echas mano del reducido fondo de armario y eliges tu mejor pantalón, tu mejor camisa, tu chaqueta más elegante y tus zapatos más nuevos. Planchas tu ropa con esmero y te vistes delante del espejo. Te diriges a la cena con tiempo de sobra, palpando la invitación en el bolsillo de la chaqueta. Quieres llegar pronto para pasar desapercibido. Pero por el camino te encuentras con un viejo amigo que te insiste en tomar un vino para poneros al día. Accedes por educación y porque aún tienes tiempo. Un vino se convierte en media docena. El último, como ya estás medio cuezo, se te cae encima manchándote la chaqueta y la camisa. Te embarga un gran disgusto, un sentimiento de pena por ti mismo, pues has sido incapaz de permanecer limpio y firme en tu camino hacia esa importante cena. Te despides del amigo, sales a la calle y unos metros más adelante una prostituta te ofrece sus servicios. Dices que por qué no, de perdidos.... La profesional apenas utiliza sus artes y te vienes encima, dejando una evidente mancha en el pantalón. Al alejarte de allí metes los pies en un charco. ¿Qué ha pasado? Dónde vas así, con la ropa y los zapatos de un astroso. Te sientas en un banco desconchado de la plaza que está frente al hotel. Piensas en no acudir a la cena, no tienes derecho a presentarte de esa guisa, qué pensaría el homenajeado. Pero si no vas, perderás la ocasión única de conocerle. Te tragas los últimos vestigios que quedan en ti de orgullo y de dignidad, y te diriges hacia la entrada del hotel. Te dices a ti mismo que no importa lo que piensen y digan de ti (todo merecido), si por lo menos puedes verlo. Decides no sentarte a la mesa, eso sería demasiado irrespetuoso con el hombre homenajeado, así que te pasas por la cocina y coges un mandil del personal de limpieza y entras al comedor donde los comensales comen y departen alrededor del gran hombre. Te metes debajo de la mesa a recoger las migas, le oyes hablar, escuchas las preguntas de los invitados. Tú aún no has podido verlo directamente. No te importa. Le oyes desde debajo de la mesa, le sacas brillo a sus zapatos con tu propia saliva. Estás a sus pies. ¿Qué más se puede pedir? Eres el hombre más afortunado del mundo en esos momentos. Ahora te alegras de que el orgullo no te haya impedido acudir a la cena. A los postres, el gran hombre estira las piernas y sin querer te da un puntapié en la cara. Emites un lamento sordo, pero suficiente para que el gran hombre se dé cuenta de que alguien anda por ahí abajo. Levanta el mantel y te ve. Lo miras aturdido, avergonzado. Te llama por tu nombre y te pregunta qué haces ahí. <<Te envié una invitación para que cenaras conmigo, no para que estuvieras bajo la mesa recogiendo las migas>>. No sabes qué decir, no es oportuno dar explicaciones que solo servirían para enredar aún más la situación. Guardas silencio. El gran hombre te tiende la mano y te ayuda a salir de tu miseria. Pide una silla y señala para que te sientes a su lado. Lo miras, solo puedes hacer eso. Te mueves mecánicamente y obedeces sus indicaciones. No puedes dejar de observarlo mientras pruebas el postre que te han puesto delante. Él habla y sonríe a todos. Tú estás a su lado. Y él es tan grande que te haces grande junto a él.


lunes, 21 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-12

 


Tienes la identificación asentada en el cuerpo, pero te ronda la intuición de que eso no puede ser todo, que tú eres algo más que ese futuro e inevitable polvo y cenizas. El caso es que no puedes acceder a ese "algo más" con las herramientas que manejas. ¿Qué hacer? Si supieras exactamente qué es lo que has perdido, te levantarías e irías a buscarlo, a registrar los cajones, a poner tu casa patas arriba hasta dar con ello. El asunto es que tienes la intuición, pero no sabes (ni la mente puede saberlo nunca) qué has perdido. Entonces ir a buscarlo es inútil. Lo sensato es romper con la dinámica aprendida, retirar la atención de todos los intereses que te mueven como si fueras una hoja al viento. No busques, abre espacio, permite que el vacío se extienda, reposa en él y espera sin esperar nada en concreto. Ese "algo más" eres tú, siempre has sido tú. Cuando lo encuentras, lo primero que descubres es que no lo habías perdido. Espera, aún hay más, que es algo menos: ese absoluto impersonal que ya funciona en ti sin distorsión, no detiene la carrera del cuerpo, que sigue su camino escrito con visibilidad mejorada. 


viernes, 18 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-11

 


El hijo mayor es el mundo natural (universo, naturaleza). El hijo mayor siempre ha estado con el padre, sin separación alguna. Lo que es del padre es del hijo. El disfrute del ser, del paraíso, es continuo y sin conflicto alguno para el hijo mayor. Sin embargo, el hijo pequeño (humano) quiere ser independiente, creador de su propio destino, diseñador de un mundo nuevo. Entonces pide al padre la parte de la herencia que le corresponde. Sin ella no tendría posibilidad de crear un mundo (matiz que pierde de vista),  porque el padre es la realidad que sustenta la apariencia de las formas. El hijo pequeño toma su parte y se va de la casa a vivir una experiencia aparte, separada, llena de estímulos, de emociones, de pensamientos burbujeantes. Cuando ha malgastado esa fortuna, cuando alejado del padre no ha podido renovar sus bienes, cuando el mundo recreado de las formas aparece y desaparece dejando la convicción de que es engañoso y falto de vida por sí mismo, cuando hasta los cerdos viven con más dignidad  que él, se rinde a la evidencia de su error. Y tragándose su orgullo, reconociendo que su arrogante aventura ha sido un fiasco, decide que volverá a la casa de su padre, que se echará a sus pies, llorará, suplicará compasión, pedirá ser aceptado, no ya como hijo, sino como uno sus jornaleros. Y así lo hace.  Pero el padre al verlo regresar, lo abraza, no le deja que caiga a sus pies, ordena matar un cordero y organiza una fiesta en su honor. A todos les dice lleno de satisfacción que ese es su hijo, el que había perdido y que ahora ha encontrado.

            Qué tiene el hijo menor que no tenga el mayor: una posibilidad errática. El hijo menor ha utilizado esa opción para separarse del padre y recrear un mundo escindido. Pero harto de sufrir la dinámica "causa y efecto", detecta que ese mundo recreado es solo apariencia de realidad, realidad derivada, no la realidad misma; ésta no es posible lejos de la casa de su padre. Ahora lo sabe. Un conocimiento que el hijo mayor nunca ha necesitado poseer. El hijo pequeño añade al ser de la casa del padre, la conciencia de ser, el conocimiento de sí. Es como si de su alocada aventura y de su consiguiente caída del caballo, hubiera adquirido el don de poner ante su padre un espejo para que pudiera verse a sí mismo. El hijo pequeño recorre y cierra el círculo para ir a parar al punto de origen. Una aventura tan inútil como bendecida.


martes, 15 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-10

 


Darse cuenta del ser no viene de un uso productivo del cuerpo y la mente, no viene dado como resultado lógico de una evolución idónea de cuerpo y mente. El cuerpo come y defeca. La mente se alimenta de pensamientos, ideas, emociones y defeca miedos, neurosis, ansiedad. Cuando la mente se queda durante horas mirando sus heces, a eso lo llamamos memoria. No, no es posible que de la evolución de ese sistema llegues a la estancia permanente en el ser. Van por distintos circuitos de entendimiento y experiencia. El ser no funciona con el sistema lógico de causa y efecto. Su desvelamiento se produce con una quiebra del sistema mente y cuerpo, que reconoce por investigación o gracia su naturaleza cambiante, poco fiable y finita. Al abandonar la mente esa  postura de autoimportancia infundada, el ser —por su circuito siempre presente, siempre atento, siempre fidedigno, siempre real, siempre indivisible— se ofrece poniendo orden a lo aparentemente proyectado como diverso y caótico. 


sábado, 12 de agosto de 2023

El zumbido del que subyace-9

 


La libertad es difícil porque nos hemos convencido de que exige esfuerzo. Y esforzarse solo fortalece la posición del esclavo y de quien asume esa infame condición. La libertad es lo natural. Ser no necesita esfuerzo, solo reconocimiento de sí.